Robert Reich / El País
Los últimos proyectos de ley para el empleo en Washington no tienen legislación alguna. Son intentos de la Fed para mantener los tipos bajos a largo plazo a base de bombear dinero a la economía (quantitative easing o flexibilización monetaria).
La idea es comprar grandes cantidades de letras del Tesoro y otras deudas a largo para reducir los tipos a largo plazo. Se supone que unas tasas reducidas durante prolongados periodos animarán a más empresas a ampliar su capacidad y así contratrar a más empleados; devaluará el dólar y las exportaciones estadounidenses serán, pues, más competitivas, generando más puestos de trabajo.
Una medida equivocada
A su vez, permitirá a más ciudadanos refinanciar sus viviendas a un menor precio, dejándoles disponer de más dinero, que podrán gastar y que generará más trabajo. Pero no va a funcionar. Las empresas no ampliarán su capacidad porque no hay suficientes consumidores para realizar compras adicionales.
La caída del dólar no impulsará más exportaciones. Se estimularán las devaluaciones competitivas de otros países que ni están dispuestos a perder las cuotas de exportación a EEUU ni, por tanto, a elevar su propio desempleo.
Los estadounidenses de clase media no serán capaces de refinanciar sus viviendas a bajo precio porque los bancos están aplicando unas estrictas normas de crédito: no le prestan dinero a aquellas familias cuyos ingresos han bajado, sus deudas han aumentado o deben pagar por sus casas más de lo que valen; es decir, la mayoría. Por ello, este dinero fácil irá a otra burbuja del mercado de valores.
Y ya ha empezado. Las acciones han subido, aunque el resto de la economía sigue en niveles bajos, debido a que el dinero está ya barato. Los tenedores de bonos (que no pueden obtener demasiado del retorno de sus préstamos) están cambiando sus carteras por acciones. Las empresas están volviendo a comprar más participaciones de sus propios títulos.
Además, Wall Street puede apostar más por el mercado de valores con dinero que puede pedir prestado a tipos de interés de casi el cero por ciento.
En tanto en cuanto nuestros representantes ni pueden ni van a plantear un programa real de empleo, la Fed presiona planteando uno falso que suena a burbuja. Y ya sabemos lo que ocurre cuando las burbujas financieras son demasiado grandes.
Robert Reich fue ministro de Trabajo con Bill Clinton y es canciller de Políticas Públicas en la Universidad de California, Berkeley.
La idea es comprar grandes cantidades de letras del Tesoro y otras deudas a largo para reducir los tipos a largo plazo. Se supone que unas tasas reducidas durante prolongados periodos animarán a más empresas a ampliar su capacidad y así contratrar a más empleados; devaluará el dólar y las exportaciones estadounidenses serán, pues, más competitivas, generando más puestos de trabajo.
Una medida equivocada
A su vez, permitirá a más ciudadanos refinanciar sus viviendas a un menor precio, dejándoles disponer de más dinero, que podrán gastar y que generará más trabajo. Pero no va a funcionar. Las empresas no ampliarán su capacidad porque no hay suficientes consumidores para realizar compras adicionales.
La caída del dólar no impulsará más exportaciones. Se estimularán las devaluaciones competitivas de otros países que ni están dispuestos a perder las cuotas de exportación a EEUU ni, por tanto, a elevar su propio desempleo.
Los estadounidenses de clase media no serán capaces de refinanciar sus viviendas a bajo precio porque los bancos están aplicando unas estrictas normas de crédito: no le prestan dinero a aquellas familias cuyos ingresos han bajado, sus deudas han aumentado o deben pagar por sus casas más de lo que valen; es decir, la mayoría. Por ello, este dinero fácil irá a otra burbuja del mercado de valores.
Y ya ha empezado. Las acciones han subido, aunque el resto de la economía sigue en niveles bajos, debido a que el dinero está ya barato. Los tenedores de bonos (que no pueden obtener demasiado del retorno de sus préstamos) están cambiando sus carteras por acciones. Las empresas están volviendo a comprar más participaciones de sus propios títulos.
Además, Wall Street puede apostar más por el mercado de valores con dinero que puede pedir prestado a tipos de interés de casi el cero por ciento.
En tanto en cuanto nuestros representantes ni pueden ni van a plantear un programa real de empleo, la Fed presiona planteando uno falso que suena a burbuja. Y ya sabemos lo que ocurre cuando las burbujas financieras son demasiado grandes.
Robert Reich fue ministro de Trabajo con Bill Clinton y es canciller de Políticas Públicas en la Universidad de California, Berkeley.
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