domingo, 31 de octubre de 2010

"MÉXICO NECESITA UN NUEVO PACTO SOCIAL"

Representantes de la sociedad civil hacen un llamado al Congreso de la Unión a actuar de inmediato para generar reformas que fortalezcan el Estado de derecho, y al mismo tiempo urgen a invertir mucho más en educación, ciencia y tecnología
ESTADO INCAPAZ. El historiador Lorenzo Meyer va más allá y además de la corrupción reprocha al Estado mexicano que sea incapaz de crear riqueza y su falta de capacidad para generar oportunidades, a fin de que los jóvenes salgan de la marginación.
México no soporta más los niveles de corrupción que existen, afirmaron personalidades de la academia, el sector empresarial, del deporte, politólogos, investigadores, escritores e intelectuales.
Desde su punto de vista, el país sólo saldrá de la crisis que padece si se consolida un nuevo “pacto social” en el que todos los actores asuman compromisos verificables que permitan reinstaurar la cultura de la legalidad.
EL UNIVERSAL entrevistó a 22 hombres y mujeres de la sociedad civil para conocer cómo creen que se debe enfrentar la pérdida de democracia, de prosperidad y el aumento de la corrupción.
Exhortaron al Congreso de la Unión a actuar de inmediato para generar reformas que fortalezcan el Estado de derecho, y coincidieron en que urge generar una cultura de la legalidad, para lo cual el ciudadano debe participar más activamente en la toma de decisiones. En su opinión, es fundamental empezar a invertir mucho más en educación, ciencia y tecnología.
José Antonio Fernández, director general de FEMSA, embotelladora líder en América Latina, considera que si bien existen avances en cuanto a democracia, paradójicamente también se ha retrasa-do su consolidación.
Advierte que no se ha alcanzado un nuevo pacto social que haga posible la convivencia política y productiva la discrepancia y la pluralidad, a lo cual se suma que hay un serio déficit de ciudadanía.
“El cáncer de México es la corrupción y el desapego a la legalidad como práctica cotidiana”, lamenta el funcionario.
El popular comentarista deportivo José Ramón Fernández dice que la democracia “pende de unos hilos muy delgados”.
“La corrupción nos ha invadido, lamentablemente hemos bajado puestos importantes en corrupción a nivel internacional, eso es significativo de que la burocracia nos acaba, de que las dependencias gubernamentales acusan niveles de corrupción muy severos y es un mal endémico de México”, opina.
Preocupación y vulnerabilidad
Otros de los entrevistados muestran preocupación por lo que significa en realidad el que la corrupción se salga de control.
El rector de la UNAM, José Narro, dice que este fenómeno, sin importar el país, es una muestra de que el Estado ha sido vulnerado, y eso, en cualquier condición y todo el tiempo, será inconveniente.
Y en consecuencia, añade, “algunas de las cosas muy desagradables, dignas de ser absolutamente extirpadas de México, como la violencia y la inseguridad, están creciendo, se están desarrollando”.
El historiador Lorenzo Meyer va más allá y además de la corrupción reprocha al Estado mexicano que sea incapaz de crear riqueza y su falta de capacidad para generar oportunidades, a fin de que los jóvenes salgan de la marginación.
Y resume: “La única vía de acceso social real para alguien que nace en la pobreza es el crimen organizado, porque ni modo que le digamos a la gente pobre, ‘¡oiga, póngase a trabajar y el mercado la hará rica!’. A menos que estén locos, nadie se lo cree”.
Existen quienes abiertamente dicen que los problemas de México sólo se resolverán “con un milagro”, entre ellos, el escritor sinaloense Elmer Mendoza.
“Imagina que nuestros políticos cambian de la noche a la mañana y deciden ser demócratas y planificar junto con los empresarios un modelo económico asequible en el que trabajarán duramente. Esto incluiría apresar a los corruptos y estimular un nuevo mexicano que crea en las leyes, tema delinquir y admire a los que practican la legalidad”, expresa Mendoza.
María Elena Morera, presidenta de la organización Causa Común AC, dice que en primer lugar hay que fomentar la cultura del respeto a la ley.
En ese mismo sentido se pronuncia Isabel Miranda de Wallace, presidenta de la Asociación Alto al Secuestro: “Lo primero que tenemos que hacer es formar una cultura de la legalidad entre los ciudadanos y, además, crear un organismo autónomo contra la corrupción, ya que este es el problema número uno en México”.
El historiador Jean Meyer comenta que en fecha reciente un juez español declaraba que en la opinión pública de su país existía una excesiva tolerancia hacia la corrupción, y lo definía como el cáncer del sistema democrático.
“Así que el desgaste de la democracia y el crecimiento de la corrupción van juntos. Y el poder de compra del narco actualiza lo dicho por el general y presidente Álvaro Obregón: ‘No hay general que aguante un cañonazo de 50 mil pesos’”, explica Meyer.
Hugo Sánchez, futbolista y ex director técnico de la Selección Nacional, asegura que hay que ser exigentes con los gobernantes, pero también darles apoyo.
“Hay que ser optimistas en nuestras metas laborales, de estudios, deportes, ser ambiciosos, pensando en que nuestros hijos y nietos vivirán mejor y serán más felices, pensando en que hay sistemas de vida más cómodos y sanos a los que podríamos acostumbrarnos para respetarnos todos, con un sueldo digno que nos permita tener calidad de vida”, afirma.
El presidente del Consejo de Administración de Banorte y de Gruma, Roberto González Barrera, está convencido de que la democracia se ha visto fortalecida, y que la única vía para alcanzar las reformas necesarias es que exista un acuerdo entre las fuerzas políticas, las autoridades y la sociedad.
“No saldremos de esta crisis inédita a menos de que trabajemos todos unidos y apoyemos al Presidente”, advierte el funcionario.
Mejorar educación
En el sector académico las posturas se centran en mejorar el nivel educativo, para lo cual será necesaria una mayor inversión.
Yoloxóchitl Bustamante Díez, directora del Instituto Politécnico Nacional, dice que la situación por la que atraviesa el país se ha venido gestando a lo largo de muchos años y revertirla no es cuestión de “magia”. Propone mejorar la calidad de la educación básica para que desde esos niveles a los niños se les vayan inculcando valores.
En ello coincide Rafael Rangel Sostmann, rector del Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM): “Para enfrentar esto hay que regresar a aspectos que tienen que ver con los valores, con la moral, de ética, que es fundamental”.
Afirma que la educación empieza desde las cosas más sencillas como no copiar o no plagiar los trabajos de los compañeros.
“Yo soy una convencida de que la fórmula o el camino está en tres aspectos fundamentales: la educación, la ciencia y la tecnología”, dice Esther Orozco, rectora de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México.
“Estamos frente a una tragedia de proporciones enormes, que a medida que pase el tiempo vamos a ser capaces de apreciar sus efectos, un asesinato masivo de jóvenes que no encuentran espacio en la escuela ni en el trabajo, y el único camino que les dejamos es la depresión o la delincuencia”, alerta.
Jorge Quintana Sylveira, secretario de Educación de Chihuahua, dice que se requiere fortalecer el sistema educativo y apurar una reforma de Estado que garantice una mejor distribución de la riqueza y privilegie el desarrollo social.
Juan Alberto González, director de Microsoft México, reconoce que México tiene un gran potencial, pero dice que es necesario encontrar y promover un modelo que lo encamine a ser una nación moderna, y para ello la tecnología es la detonadora de la competitividad.
La escritora Mónica Lavín apuesta por la participación ciudadana: “Creo en el papel de la sociedad, en el empuje de la gente, de las iniciativas grupales, en la capacidad de organización de los que no buscan el poder”.
¿Y cuál es la solución? “Esa es la pregunta que me hago todos los días”, dice la dramaturga y novelista Carmen Boullosa.
Y responde la escritora: “La sensación es precisamente de haber perdido el país. Visto hacia atrás, los errores parecen obvios y corregibles. ¿Qué hacer hoy? Combatir la desesperanza. ¿Cómo, sin so-nar como un imbécil? Delinear con claridad la línea entre la corrupción y el instinto creativo y honesto del mexicano, que hoy pa-recen sepultados por los vicios de los aprovechados abusones sería el primer paso.
Alejandro Martí, dirigente de la agrupación ciudadana SOS, destaca el daño que ha hecho la partidocracia y llama a desarticularla: “Hablo de la paralización en el Congreso de la Unión, donde no se privilegia la construcción de leyes con visión de Estado, sino las cuotas de poder”.
Dice que presenciamos la “era del no por el no”, que tiene una lógica: “Hoy que se deshaga México y con él el partido que lo gobierna, ya llegaré al poder y como héroe levantaré los platos rotos”.
Piden reformas
Andrew Selee, director del Instituto para México del Woodrow Wilson Center, dice que es necesario reformar el sistema educativo, promover la competitividad y modernizar el sistema de procuración de justicia y de seguridad.
George W. Grayson, profesor del College of William & Mary y autor del libro Mexico: Narco-Violence and a Failed State presenta un panorama de riesgos ante la ausen-cia de reformas.
“La élite mexicana tendría que reconocer que su país podría convertirse en un Estado fallido si no se aumentan los impuestos (incluidos en los estados); si no se permiten contratos de riesgo en la industria petrolera y en la del gas natural; si no se toman medidas contra los monopolios al igual que hizo el presidente Teddy Roosevelt en EU”, detalla.
Para el académico, la reelección a nivel municipal es impostergable, de manera que todos los ciudadanos tengan voz en las decisiones que le afectan directamente.
Tonatiúh Guillén, presidente de El Colegio de la Frontera Norte, urge a concretar una segunda generación de reformas del Estado que consoliden prácticas democráticas, como la democracia participativa y el control democrático de los gobiernos.
Agrega que otro punto fundamental radica en quitar trabas a los procesos de modernización instrumental, tendientes a mejorar la eficiencia, la eficacia y general la gestión de los recursos públicos.

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