martes, 5 de octubre de 2010

EL NUEVO PLAN DE OBAMA

En respuesta a la preocupación por una recaída en la recesión y la deflación, los trazadores de políticas en Estados Unidos (EU) han ideado una nueva ronda de estímulos fiscales y monetarios. La primera semana de septiembre, el presidente Barack Obama reveló varias iniciativas. Sobre política monetaria, Ben Bernanke, presidente de la Reserva Federal (Fed), dio a entender el 27 de agosto que se dispone a tomar medidas más vigorosas para revitalizar la demanda, dada la vacilante creación de empleos y la ausencia de presiones inflacionarias.
El núcleo de las nuevas medidas es una provisión de depreciación acelerada que permitiría a las empresas deducir de impuestos el costo total de compras de equipo nuevo al año siguiente, en vez de en el curso de 3 a 20 años dependiendo de la industria y del tiempo que un activo tarde en depreciarse. Se espera que este crédito cueste alrededor de 200 mil mdd en los primeros dos años, pero sólo 30 mil mdd en el curso de diez, puesto que representa adelantar concesiones más que incrementarlas. Esta medida pretende tanto ayudar a las pequeñas empresas y estimular a las grandes a gastar algo de sus saldos de efectivo acumulados.
En el paquete se incluye también una propuesta de elevar y hacer permanente un crédito fiscal para investigación y desarrollo. El crédito se elevaría de 14 a 17 centavos por cada dólar gastado en ese rubro. Si bien esta provisión lleva muchos años aplicándose, hasta ahora ha funcionado sobre una base temporal, sujeta a renovación del Congreso, lo que ha creado incertidumbre. Se prevé que esta elevación costará unos 30 mil mdd en el curso de 10 años.
Obama promueve también un programa de obras públicas por 50 mil mdd, que se enfoca sobre todo en infraestructura carretera, ferroviaria y aeroportuaria. Se pretende que los proyectos se pongan en marcha tan pronto el Congreso apruebe el nuevo paquete. Se crearía un banco para financiar proyectos de infraestructura a largo plazo.
El Departamento del Tesoro sostiene que el gasto no se acumulará al déficit porque se repondrá conforme la recuperación cobre impulso y aumenten los ingresos por impuestos a las empresas. Además, la deducción de equipo remplazaría a las deducciones anuales por depreciación.
Contienda impositiva
En lo referente a impuestos personales, el presidente y los líderes demócratas en el Congreso han acordado en principio extender el conjunto de recortes que el presidente anterior instauró, y que deberían expirar el 31 de diciembre. Sin embargo, Obama ha prometido no renovar los beneficios fiscales a los más ricos, pues sería irresponsable poner dinero en el bolsillo de los pudientes en un momento en que el gobierno se esfuerza por reducir un déficit fiscal récord.
Si estos recortes no se renuevan, la tasa máxima marginal del impuesto sobre la renta, aplicable al 2% de hogares con ingresos por encima de 250 mil dólares para parejas y de 200 mil para individuos, subirá de 35 a 39.6%. Además, el impuesto a las ganancias del capital se elevaría de 15 a 20%. Los republicanos han atacado esta propuesta alegando que nadie debe pagar más impuestos cuando la recuperación económica está en riesgo. Han señalado que muchos propietarios de pequeñas empresas, vitales para la recuperación económica y potencialmente poderosos como electores, están en el nivel fiscal más alto. Obama ha buscado socavar estos argumentos con su propuesta de generosos descuentos fiscales sobre compras de equipo. Esa concesión, de ser aprobada por el Congreso, sería muy benéfica para pequeñas empresas.
Política monetaria heterodoxa
Entre tanto, se mantendrá la nada ortodoxa política monetaria. En agosto la Fed se retiró de anteriores compromisos de reducir su déficit, y ha triplicado su tamaño desde el principio de la crisis financiera global, como resultado de sus compras de bonos del Tesoro y de unos 1.2 billones de dólares en deudas de dependencias y valores hipotecarios. A medida que maduren los valores hipotecarios en su poder, la Fed usará los réditos para comprar bonos del Tesoro a largo plazo. Aunque esta decisión no llega a ser una expansión del ajuste cuantitativo, sí evita que éste se desgaste, como ocurriría naturalmente al madurar los valores en poder de la Fed.
Bernanke también preparó el terreno a un estímulo monetario más intenso, que incluiría la expansión del ajuste cuantitativo en caso necesario. En el mismo día en que se anunció que el PIB creció apenas 1.6% en el segundo trimestre (la previsión era de 2.4%), el funcionario describió diversos caminos abiertos a la Fed para impulsar la demanda doméstica y conjurar la amenaza de deflación. Señaló que la medida más efectiva sería comprar más bonos del Tesoro como forma de mantener bajas las tasas de interés a largo plazo.
Comentó también que la Fed podría reducir la tasa que paga sobre las reservas bancarias suplementarias, pero advirtió que tal acción conlleva el riesgo de secar la liquidez en el mercado de dinero. Por el momento el banco parece permanecer a la expectativa, con la esperanza de que la recuperación gane impulso pero listo a inyectar más liquidez en el sistema si no ocurre así.
Crecimiento a la baja
En ausencia de medidas adicionales de estímulo, el crecimiento se reduce, en respuesta al desvanecimiento del estímulo fiscal anterior y al término del impulso de la reposición de inventarios. El crecimiento del PIB se redujo a una tasa anualizada de 1.6% en el segundo trimestre de 2010, luego de alcanzar 3.7% en el primero. Esta desaceleración se debió sobre todo al incremento de 32.4% en las importaciones y a una elevación menor en los inventarios privados, la cual añadió 0.6 puntos porcentuales al crecimiento. El consumo privado creció ligeramente más rápido que la producción en el segundo trimestre, pero el crecimiento del ingreso se mantiene vacilante, constreñido por la debilidad del mercado de trabajo.
El sector privado crea mucho menos empleos que en una recuperación típica, en tanto el mercado de la vivienda, que había mostrado signos de recuperación a finales de 2009, ha vuelto a debilitarse luego de expirar los créditos fiscales temporales, en abril.
Prevemos un crecimiento del PIB de 2.3% en 2010, contra 2.8 que habíamos pronosticado anteriormente. Nuestra previsión del PIB para 2011 se mantiene en 1.5% por el momento, aunque creemos que dominan los riesgos de una baja y persiste la posibilidad de que la economía vuelva a deslizarse hacia la recesión.
El crecimiento de las exportaciones bajará de ritmo en 2011. Los consumidores usarán sus ingresos para recomponer su economía hogareña y es improbable una mejoría significativa del mercado laboral, pues las compañías buscarán exprimir más productividad a su plantilla actual en vez de hacer nuevas contrataciones.
Fuente: La Jornada

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