Aumnetan los premios a los directivos de Wall Street que ejecutan las hipotecas de los parados
XAVIER VIDAL-FOLCH / EL PAÍS
XAVIER VIDAL-FOLCH / EL PAÍS
Primero dieron las hipotecas a mansalva sin importar si el cliente podía afrontar las cuotas, las empaquetaron para que no oliesen a subprime o basura y las vendieron a través de paraísos fiscales. ¿Se acuerdan? Ese fue el origen de la crisis.
Ahora vuelven. Son los mismos banqueros de Wall Street, o sus primos, o los que los absorbieron, los de JP Morgan, Bank of America, Wells Fargo... Vuelven para hacer lo inverso: practicar desahucios a mansalva a quienes hipotecaron en recua. Desahucios firmados en serie (¡hasta 100.000 expulsiones al mes!), a veces sin respetar las garantías legales.
La fiscalía les hurga. Cunde el clamor por una moratoria de las ejecuciones. Pero el rojísimo Gobierno de Obama se tienta el pulso: "Una moratoria tendría consecuencias inesperadas", dijo el martes el portavoz Robert Gibbs: cree que aplazaría la recuperación inmobiliaria. Varios bancos implicados se han avenido a suspender temporalmente las evacuaciones.
En España, la expulsión casera más frecuente no es tanto el desahucio bancario por impago de hipoteca como el del acoso inmobiliario a arrendatarios de alquiler antiguo. A ver si sale a la luz esta ruin operativa a raíz del caso Helios, un asunto de corrupción de licencias en el barrio del Raval barcelonés, en que la mafia de turno amenazó de muerte a la (hoy ex) concejal Itziar González, quien más sabe en España de ese tipo de acoso.
Volvamos a los simpáticos banqueros desahuciadores. Mientras sus clientes desempleados están en vilo, ellos brindan. Un estudio de The Wall Street Journal, la Biblia del lugar, acaba de cuantificar en 104.000 millones de euros las primas que recibirán este año los altos empleados de sus 35 primeras firmas: un 4% más que en 2009. Ya Obama aseguraba en septiembre de 2009: "Estamos en un país en el que generalmente el Gobierno no dice lo que uno puede pagar o no a sus empleados". Mientras el muy conservador Durão Barroso se quejaba: "Nuestros ciudadanos están horrorizados ante las informaciones de que los bancos que han recibido dinero público están pagando bonus exorbitantes".
Los datos del WSJ discrepan de la encuesta realizada en julio por la consultora Mercer a 39 entidades de ambos lados del Atlántico: según ella, el 94% habría recortado el bono de sus directivos. Pero en caso de duda, siempre la Biblia.
¿Mantendrán los europeos el plantel de exigencias para no contaminarse otra vez del virus de Wall Street? La directiva acordada en julio por la Comisión, el Consejo y la Eurocámara es sólida: separa del todo los componentes variables y fijos de la retribución; ordena que entre el 40% y el 60% del bonus no pueda cobrarse antes de tres o cinco años; obliga a recuperarlo si los resultados son malos... Pero es eso, una directiva, no un reglamento: cada país la traspone con sus acentos. Aunque el Comité de Supervisores Bancarios (CEBS) acaba de ordenar que todos mantengan el mismo nivel de rigor. Veremos.
La fiscalía les hurga. Cunde el clamor por una moratoria de las ejecuciones. Pero el rojísimo Gobierno de Obama se tienta el pulso: "Una moratoria tendría consecuencias inesperadas", dijo el martes el portavoz Robert Gibbs: cree que aplazaría la recuperación inmobiliaria. Varios bancos implicados se han avenido a suspender temporalmente las evacuaciones.
En España, la expulsión casera más frecuente no es tanto el desahucio bancario por impago de hipoteca como el del acoso inmobiliario a arrendatarios de alquiler antiguo. A ver si sale a la luz esta ruin operativa a raíz del caso Helios, un asunto de corrupción de licencias en el barrio del Raval barcelonés, en que la mafia de turno amenazó de muerte a la (hoy ex) concejal Itziar González, quien más sabe en España de ese tipo de acoso.
Volvamos a los simpáticos banqueros desahuciadores. Mientras sus clientes desempleados están en vilo, ellos brindan. Un estudio de The Wall Street Journal, la Biblia del lugar, acaba de cuantificar en 104.000 millones de euros las primas que recibirán este año los altos empleados de sus 35 primeras firmas: un 4% más que en 2009. Ya Obama aseguraba en septiembre de 2009: "Estamos en un país en el que generalmente el Gobierno no dice lo que uno puede pagar o no a sus empleados". Mientras el muy conservador Durão Barroso se quejaba: "Nuestros ciudadanos están horrorizados ante las informaciones de que los bancos que han recibido dinero público están pagando bonus exorbitantes".
Los datos del WSJ discrepan de la encuesta realizada en julio por la consultora Mercer a 39 entidades de ambos lados del Atlántico: según ella, el 94% habría recortado el bono de sus directivos. Pero en caso de duda, siempre la Biblia.
¿Mantendrán los europeos el plantel de exigencias para no contaminarse otra vez del virus de Wall Street? La directiva acordada en julio por la Comisión, el Consejo y la Eurocámara es sólida: separa del todo los componentes variables y fijos de la retribución; ordena que entre el 40% y el 60% del bonus no pueda cobrarse antes de tres o cinco años; obliga a recuperarlo si los resultados son malos... Pero es eso, una directiva, no un reglamento: cada país la traspone con sus acentos. Aunque el Comité de Supervisores Bancarios (CEBS) acaba de ordenar que todos mantengan el mismo nivel de rigor. Veremos.
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