A diferencia de crisis anteriores con la deuda soberana, la actual no proviene de mercados emergentes, sino de la Europa occidental industrializada. Grecia está en bancarrota y recibirá un paquete de rescate por 146 mil mdd del FMI y de otros países de la eurozona, a cambio de un radical programa de austeridad para hacer frente a su déficit fiscal. El financiamiento permitirá a su gobierno cumplir los pagos de su deuda en los próximos dos a tres años, pero a un precio enorme: un severo recorte del sector público, impuestos más altos, congelamiento de salarios y otras medidas que deprimirán su economía.
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