Antonio Navalón
Ninguna guerra, desde la de los pasteles hasta la de las galaxias ha sido ganada sin considerar qué se conquista, a quién se derrota, y qué lección se manda. El 11 diciembre del 2006, Felipe Calderón, después de mirarse en el espejo descubrió que con la banda presidencial venía el cargo de Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas, y mal aconsejado decretó una guerra en la que hasta el momento no se tiene evidencia de que supiera qué significaba la victoria, cuánto duraría y qué ciudades había que tomar primero. Es una guerra rayana en lo religioso: una guerra contra el mal.
No se sabe qué le produjo más emoción, si sentir la banda presidencial sobre su pecho o la boina con las cinco estrellas de Comandante Supremo. Lo cierto es que el presidente Felipe Calderón se fue a la guerra.
A una falsa guerra imposible de ganar. Sabemos desde Sun Tzu que en una guerra se triunfa cuando se sabe cuál es el objetivo táctico y moral, cuando se le pone plazo a la operación, cuando se logra que el miedo lo sientan los malos, no los buenos, y cuando tú sabes más de tu enemigo, que él de sí mismo.
Estos días dos personas con indudable credibilidad, conocimiento y experiencia hicieron declaraciones reveladoras. El secretario de la Defensa dijo que hay que poner plazo final y un objetivo militar a la guerra; algo que pensamos estaba en la mente del Presidente cuando la declaró. Y el entonces subsecretario de Seguridad Pública de visita en el penal de Puente Grande cuando El Chapo recuperó sus derechos civiles, Jorge Tello, hoy secretario técnico del Gabinete de Seguridad Nacional, acaba de declarar que el narco controla diversos territorios del país.
Considerando que en su declaratoria de guerra no aprobada por el Congreso, el Presidente nos dijo que todo se hacía para recuperar territorios y reducir la beligerancia entre los cárteles, la conclusión es fácil: la guerra ya terminó y no la hemos ganado los buenos.
Hoy es claro que lo iniciado el primer mes de gobierno de Calderón está acabando mal. Si uno analiza las declaraciones de El Jabalí, ve que hay un desplazamiento de fuerzas en el país, y que a fin de cuentas se tiene que hacer una pregunta terrible: ¿está el gobierno federal en condiciones de garantizar la paz en algún estado de la República? No. Y según afirma El Jabalí, El Chapo sí quiere, sí puede y él sabrá por qué comenzó a hacerlo en Sonora.
Ninguna guerra, desde la de los pasteles hasta la de las galaxias ha sido ganada sin considerar qué se conquista, a quién se derrota, y qué lección se manda. El 11 diciembre del 2006, Felipe Calderón, después de mirarse en el espejo descubrió que con la banda presidencial venía el cargo de Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas, y mal aconsejado decretó una guerra en la que hasta el momento no se tiene evidencia de que supiera qué significaba la victoria, cuánto duraría y qué ciudades había que tomar primero. Es una guerra rayana en lo religioso: una guerra contra el mal.
No se sabe qué le produjo más emoción, si sentir la banda presidencial sobre su pecho o la boina con las cinco estrellas de Comandante Supremo. Lo cierto es que el presidente Felipe Calderón se fue a la guerra.
A una falsa guerra imposible de ganar. Sabemos desde Sun Tzu que en una guerra se triunfa cuando se sabe cuál es el objetivo táctico y moral, cuando se le pone plazo a la operación, cuando se logra que el miedo lo sientan los malos, no los buenos, y cuando tú sabes más de tu enemigo, que él de sí mismo.
Estos días dos personas con indudable credibilidad, conocimiento y experiencia hicieron declaraciones reveladoras. El secretario de la Defensa dijo que hay que poner plazo final y un objetivo militar a la guerra; algo que pensamos estaba en la mente del Presidente cuando la declaró. Y el entonces subsecretario de Seguridad Pública de visita en el penal de Puente Grande cuando El Chapo recuperó sus derechos civiles, Jorge Tello, hoy secretario técnico del Gabinete de Seguridad Nacional, acaba de declarar que el narco controla diversos territorios del país.
Considerando que en su declaratoria de guerra no aprobada por el Congreso, el Presidente nos dijo que todo se hacía para recuperar territorios y reducir la beligerancia entre los cárteles, la conclusión es fácil: la guerra ya terminó y no la hemos ganado los buenos.
Hoy es claro que lo iniciado el primer mes de gobierno de Calderón está acabando mal. Si uno analiza las declaraciones de El Jabalí, ve que hay un desplazamiento de fuerzas en el país, y que a fin de cuentas se tiene que hacer una pregunta terrible: ¿está el gobierno federal en condiciones de garantizar la paz en algún estado de la República? No. Y según afirma El Jabalí, El Chapo sí quiere, sí puede y él sabrá por qué comenzó a hacerlo en Sonora.
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