Francisco Suárez Dávila / El Universal
¡Verano caliente, presagio de tempestades otoñales e invernales! En lo económico, las turbulencias que se acumulan son mundiales. A la gran tragedia griega no se le ve desenlace.
Se ha ganado tiempo con el frágil programa económico aprobado por el Parlamento y el correspondiente apoyo financiero internacional, pero crecientemente los analistas coinciden en que los políticos esperan un milagro que los datos duros no sustentan. Con una deuda de 160% del PIB, el problema no tiene solución con medidas convencionales de más plazo y más dinero. Se requerirá, tarde o temprano, una importante quita de capital, lo cual significa un default. Éste puede ser convenido o bien declarado unilateralmente “a la argentina” por el gobierno griego al no tener otro remedio. A ello se resisten el Banco Central Europeo y algunos bancos o gobiernos, porque le pega a su capital, que tendrían que reponer. Varios bancos griegos, tenedores de deuda griega, quebrarían.
¿Qué consecuencias tendría para el euro un default griego anárquico o si Grecia se sale y regresa al dracma? Puede devaluar para no deprimir tanto su economía y mejorar su competitividad, pero la inflación se elevaría. La deuda aumenta su valor en dracmas, pero su valor de mercado puede desplomarse más. La quiebra de bancos griegos puede provocar corridas de depositantes; en suma, un “aquelarre” económico que se tratará de evitar.
El efecto de contaminación de cualquier default o abandono del euro sería muy serio. Ya hay indicios. Se dice que Portugal requerirá un segundo paquete de ayuda y ya sus bonos fueron reducidos a calificación de “chatarra”, como también los de Irlanda. La suerte de Berlusconi se evapora e Italia se incorpora a la lista de los casos en terapia. Tiene también una deuda superior al 120% del PIB y un gobierno tambaleándose.
La dificultad de cualquier solución lo ilustra Alemania, “la hormiga de Europa”. Sus votantes no quieren regalar dinero a los irresponsables griegos, ni tampoco salvar el capital a los igualmente irresponsables banqueros. A su vez los votantes griegos, portugueses, irlandeses y ahora italianos, no quieren perder prebendas sociales sin empleo ni crecimiento previsible. Este coctel explosivo augura una década perdida para Europa, como la tuvo América Latina en los 80.
Estados Unidos tiene una recuperación que se ve cada vez más endeble, como lo demuestran las cifras de desempleo que recientemente tuvo que explicar Obama. Su default es más técnico que real. Se resuelve como en el pasado con que el Congreso le apruebe un mayor techo de deuda. Los republicanos que ahora lo impiden lo llevarán al borde del precipicio y lo autorizarán antes de la fecha límite legal, pero están negociando electoralmente. Lo importante es ¿cómo resuelven a futuro el también insostenible déficit americano, más impuestos o menos gasto y cuál se recorta?
Estas condiciones significan para México menos crecimiento en el 2012. Pero, a pesar de todo, salvo que se llegue a la catástrofe internacional, el verano caliente para México es principalmente político. Con la situación macroeconómica, fiscal, de precios, reservas, tipo de cambio y precio del petróleo, el gobierno puede llevar la economía de “vuelito” hasta principios de 2012. Lo que puede afectarla es la política e inseguridad interna. El presidente Calderón y el PAN se llevaron una gran paliza electoral cayendo al tercer lugar. ¿Cómo se afectarán los balances políticos a su interior? Pero sobre todo un Presidente obsesionado con no entregar el poder al PRI, ¿qué nuevos actos de desesperación cometerá? Históricamente México ha sufrido seriamente con presidentes que se sienten acorralados y débiles. ¿Cómo afectarían sus acciones al proceso democrático y la ya enclenque gobernabilidad del país?
Afortunadamente ya concluyó la aventura carsteniana, que llegó a sus resultados previsibles de derrota y de lo cual hay lecciones que derivar. Pero lo positivo es que se elimina un elemento adicional de inestabilidad y se mantendrá, con su mano experimentada, manejando el timón del Banco de México en momentos de tempestades.
No se puede decir lo mismo de Hacienda. En este verano se inicia ya la negociación del paquete económico del 2012. Éste nunca es fácil. El secretario, a partir del 1º de septiembre, no debería ser candidato y ministro de Hacienda. Esta dualidad puede darse en otros cargos, mas no en éste (ni en Gobernación). Sus funciones intrínsecas la hacen incompatible en función de los intereses del país. Ello ya se evidenció con el subsidio electorero a las colegiaturas y el rechazo a la propuesta priísta unificadora del IVA.
¿En el verano se avanzará en las leyes y programas que requiere el país para el 2013 o prevalecerá la contienda electoral y por la repartición del gasto público para las campañas?
¡Verano caliente, presagio de tempestades otoñales e invernales! En lo económico, las turbulencias que se acumulan son mundiales. A la gran tragedia griega no se le ve desenlace.
Se ha ganado tiempo con el frágil programa económico aprobado por el Parlamento y el correspondiente apoyo financiero internacional, pero crecientemente los analistas coinciden en que los políticos esperan un milagro que los datos duros no sustentan. Con una deuda de 160% del PIB, el problema no tiene solución con medidas convencionales de más plazo y más dinero. Se requerirá, tarde o temprano, una importante quita de capital, lo cual significa un default. Éste puede ser convenido o bien declarado unilateralmente “a la argentina” por el gobierno griego al no tener otro remedio. A ello se resisten el Banco Central Europeo y algunos bancos o gobiernos, porque le pega a su capital, que tendrían que reponer. Varios bancos griegos, tenedores de deuda griega, quebrarían.
¿Qué consecuencias tendría para el euro un default griego anárquico o si Grecia se sale y regresa al dracma? Puede devaluar para no deprimir tanto su economía y mejorar su competitividad, pero la inflación se elevaría. La deuda aumenta su valor en dracmas, pero su valor de mercado puede desplomarse más. La quiebra de bancos griegos puede provocar corridas de depositantes; en suma, un “aquelarre” económico que se tratará de evitar.
El efecto de contaminación de cualquier default o abandono del euro sería muy serio. Ya hay indicios. Se dice que Portugal requerirá un segundo paquete de ayuda y ya sus bonos fueron reducidos a calificación de “chatarra”, como también los de Irlanda. La suerte de Berlusconi se evapora e Italia se incorpora a la lista de los casos en terapia. Tiene también una deuda superior al 120% del PIB y un gobierno tambaleándose.
La dificultad de cualquier solución lo ilustra Alemania, “la hormiga de Europa”. Sus votantes no quieren regalar dinero a los irresponsables griegos, ni tampoco salvar el capital a los igualmente irresponsables banqueros. A su vez los votantes griegos, portugueses, irlandeses y ahora italianos, no quieren perder prebendas sociales sin empleo ni crecimiento previsible. Este coctel explosivo augura una década perdida para Europa, como la tuvo América Latina en los 80.
Estados Unidos tiene una recuperación que se ve cada vez más endeble, como lo demuestran las cifras de desempleo que recientemente tuvo que explicar Obama. Su default es más técnico que real. Se resuelve como en el pasado con que el Congreso le apruebe un mayor techo de deuda. Los republicanos que ahora lo impiden lo llevarán al borde del precipicio y lo autorizarán antes de la fecha límite legal, pero están negociando electoralmente. Lo importante es ¿cómo resuelven a futuro el también insostenible déficit americano, más impuestos o menos gasto y cuál se recorta?
Estas condiciones significan para México menos crecimiento en el 2012. Pero, a pesar de todo, salvo que se llegue a la catástrofe internacional, el verano caliente para México es principalmente político. Con la situación macroeconómica, fiscal, de precios, reservas, tipo de cambio y precio del petróleo, el gobierno puede llevar la economía de “vuelito” hasta principios de 2012. Lo que puede afectarla es la política e inseguridad interna. El presidente Calderón y el PAN se llevaron una gran paliza electoral cayendo al tercer lugar. ¿Cómo se afectarán los balances políticos a su interior? Pero sobre todo un Presidente obsesionado con no entregar el poder al PRI, ¿qué nuevos actos de desesperación cometerá? Históricamente México ha sufrido seriamente con presidentes que se sienten acorralados y débiles. ¿Cómo afectarían sus acciones al proceso democrático y la ya enclenque gobernabilidad del país?
Afortunadamente ya concluyó la aventura carsteniana, que llegó a sus resultados previsibles de derrota y de lo cual hay lecciones que derivar. Pero lo positivo es que se elimina un elemento adicional de inestabilidad y se mantendrá, con su mano experimentada, manejando el timón del Banco de México en momentos de tempestades.
No se puede decir lo mismo de Hacienda. En este verano se inicia ya la negociación del paquete económico del 2012. Éste nunca es fácil. El secretario, a partir del 1º de septiembre, no debería ser candidato y ministro de Hacienda. Esta dualidad puede darse en otros cargos, mas no en éste (ni en Gobernación). Sus funciones intrínsecas la hacen incompatible en función de los intereses del país. Ello ya se evidenció con el subsidio electorero a las colegiaturas y el rechazo a la propuesta priísta unificadora del IVA.
¿En el verano se avanzará en las leyes y programas que requiere el país para el 2013 o prevalecerá la contienda electoral y por la repartición del gasto público para las campañas?
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