martes, 19 de octubre de 2010

CHILE Y MÉXICO, LA DIFERENCIA BÁSICA

Alberto Aziz Nassif / El Universal
Las imágenes del rescate de los 33 mineros de la mina San José en el desierto de Atacama en Chile, a 900 kilómetros al norte de Santiago, quedarán en la memoria de millones de televidentes. El luto y la lucha de la memoria por no enterrar el caso de Pasta de Conchos en el estado de Coahuila y la muerte de 65 mineros mexicanos en febrero del 2006 marcan un contraste gigantesco.

Las diferencias son muchas, pero también las semejanzas. En un caso era una mina de oro y en la otra de carbón; se trató de un derrumbe y en el otro de una explosión; había toneladas de roca y en el otro había gas metano. Pero, éstas no hacen una diferencia básica porque son sorprendentes las semejanzas. Ambas son minas peligrosas, incluso San José ya se había cerrado por no tener condiciones de seguridad suficientes. En ambos se hicieron recomendaciones que no se cumplieron para operar con mayor seguridad; las dos empresas manejaron mal el caso, en Chile tardaron varias horas en avisar y en México suspendieron de forma precipitada y arbitraria el rescate. En la mina de San José ya habían sucedido 18 accidentes y en la de Pasta de Conchos estaban encendidas las alertas sobre el peligro de una explosión. En suma, si en las dos minas se hubieran cumplido las condiciones de seguridad, quizás los accidentes no hubieran pasado. Los sindicatos de ambas habían denunciado las precarias condiciones de seguridad. Las dos empresas, San Esteban y Minera México, sobreexplotaban las minas en función de los altos precios del mercado; en los dos había salarios bajos y condiciones laborales frágiles y los organismos fiscalizadores tenían pocos recursos. Incluso se puede pensar en corrupción, porque de otra forma no se puede entender que San José se abriera sin cumplir con las especificaciones de colocar una escalera en el conducto de ventilación, para salir en caso de un accidente como sucedió el 5 de agosto pasado. De la misma forma sucedió en Pasta de Conchos, en donde se permitió trabajar en condiciones de peligro inminente por una explosión, como sucedió el 19 de febrero del 2006.Con tantas semejanzas llama la atención que los resultados sean tan diferentes, una tragedia enterrada frente a uno de los rescates más publicitados y admirados en el mundo, una fiesta de orgullo y unidad frente a una vergüenza que no termina. En toda la trama de los dos casos hay una diferencia básica que permitió desenlaces opuestos: en México el gobierno panista de Fox y lo que le toca de responsabilidad a Calderón están completamente capturados por los intereses de la empresa minera, como en otros espacios de la vida pública, como una de las tragedias que más erosionan al Estado. En Chile, a pesar de que ser un gobierno cercano ideológicamente al panista, es decir, un presidente de derecha, el gobierno y el Estado no están capturados y sometidos a la empresa. El gobierno de Piñera hizo toda una operación de Estado para que la empresa San Esteban corriera con los gastos del rescate; el sistema de justicia en Chile aceptó una solicitud gubernamental para retener el patrimonio de la minera, sus pertenecías y bienes, para que pudiera enfrentar la deuda. Aquí empiezan las diferencias. El presidente en Chile tomó en sus manos el caso y con un equipo consiguieron la mejor tecnología para el rescate, crearon tres planes con diferentes maquinarias. En México, Fox ni siquiera fue a Pasta de Conchos y el secretario del Trabajo, Salazar, parecía vocero de la empresa y no la autoridad.La vida y muerte se contraponen. En Chile, la sensibilidad, la estrategia exitosa de un gobierno que hace respetar el Estado de Derecho se impone ante la voracidad de empresas millonarias que pagan salarios de hambre. En México queda la mediocridad del gobierno, que más allá de signo ideológico está capturado, esa es la diferencia, por eso nunca hubo la menor expresión de rescatar a los 65 mineros; incluso, en el caso de que no hubieran sobrevivido a la explosión, no se hizo el esfuerzo para rescatar los cuerpos, exigencia de las familias. Así, mientras en Chile los 33 mineros tienen rostro y forman parte de la historia de su país, en México los 65 mineros permanecen anónimos y sus restos siguen bajo escombros. Esa es la diferencia básica. En Chile se abre la posibilidad de cambiar el pacto laboral de los mineros, en México el único pacto que cuenta es con la empresa…Investigador del CIESAS


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