martes, 5 de octubre de 2010

BIENESTAR Y APOYO POLÍTICO

Alberto Aziz Nassif / El Universal
¿Por qué hay gobiernos que mantienen el apoyo político y electoral y otros que los pierden? Ante esta pregunta tan amplia se pueden encontrar múltiples respuestas y, al mismo tiempo, se pueden ver algunos casos que hoy sirven de ejemplo para examinar la relación entre la democracia y el apoyo político.
Zapatero en España se encuentra en el peor momento de su presidencia con un apoyo muy bajo (28.5%) y con la sociedad laboral organizada en contra de su proyecto de reforma laboral. Obama ha logrado algunas reformas importantes en EU y ha ubicado al país en otra ruta, después de la crisis económica más importante en décadas, pero se aproxima a unas elecciones en donde su partido parece que perderá la mayoría. Calderón ganó con una pequeña diferencia y de forma sospechosa en el 2006, y en las elecciones intermedias de 2009, su partido perdió de forma contundente y hoy muy pocos piensan que el PAN pueda ganar en 2012. Lula es el caso contrario: va a terminar su segundo periodo de gobierno con un 80% de aprobación y pudo transmitir esa fuerza a la candidata de su partido, Dilma Rousseff, que acaba de ganar la primera ronda con un 47% para llegar a la presidencia de Brasil. ¿Por qué las diferencias?
En estos cuatros casos hay signos ideológicos diferentes dentro del espectro de izquierdas y derechas, posiciones políticas distintas para enfrentar los problemas de la desigualdad o de respeto a los derechos humanos. En cada uno de estos países, la afectación de la reciente crisis económica no ha sido homogénea, ni por supuesto las estrategias de respuesta para volver a crecer y crear empleos. El tipo de sistema político es diverso, salvo España, que tiene un sistema político parlamentario; los otros tres son presidencialistas. ¿Hay un factor que pueda explicar por qué se mantiene el apoyo o se pierde?
Una posibilidad que puede explicar las diferencias en el estado de la economía y, de forma más específica, el bienestar de los ciudadanos, lo cual se traduce en tener empleo y un salario más o menos suficiente, ya sea a través de políticas públicas de apoyo a la pobreza, de mecanismos para financiar el bienestar; en suma, de una agenda para superar el neoliberalismo. Una hipótesis es que el apoyo político y las expectativas electorales de la población están en sintonía con sus condiciones de bienestar.
Por ejemplo, el contraste entre España y Brasil es enorme; mientras que el primero tiene una tasa de desocupación cercana al 20%, el segundo ha sacado de la pobreza a casi 30 millones de personas y su clase media es ya el 51% de la población (El País, 5/09/2010). De la misma forma, a pesar de todos los avances que ha tenido Obama en sus primeros dos años, en donde sobresalen la reforma de salud y la reforma al sistema financiero, el mismo Presidente sabe que el panorama electoral de noviembre próximo es complicado porque, en sus palabras: la “gente ni se da cuenta” de las importantes victorias legislativas, de la mayor inversión en investigación y desarrollo, en infraestructura, en educación. Todo indica que Obama no podrá conservar su mayoría legislativa, ni mucho menos incrementarla, a pesar de haber cumplido con un 70% de sus promesas de campaña, según afirmó en una entrevista reciente a la revista Rolling Stone. Lo cierto es que la popularidad del Presidente ha bajado y, de nuevo, el problema parece estar en que la recuperación económica no alcanza para generar una situación de bienestar. La OCDE calcula que el crecimiento de la economía de EU para este año será de sólo un 1.5%.
En México, además del negro panorama que presenta una violencia creciente, un crimen organizado cada vez más destructor y un debilitamiento de Estado, la recuperación económica no ha tenido la contundencia para establecer un nuevo equilibrio después de la enorme caída de 6.5% del PIB que tuvo el país en 2009; en cambio, Brasil sólo bajó 0.19%. Las cifras de la economía mexicana y la estrategia de Calderón son negativas, la pobreza creció de forma importante hasta llegar a sumar 6 millones más de personas en 2009 y la recuperación tardará varios años, sobre todo porque la política económica no apunta a fortalecer el mercado interno y la política social es un instrumento frágil para dar el salto que se ha logrado en Brasil.
En suma, a pesar de que se ha tratado de vaciar de contenidos a la democracia para sólo quedarse en un método de elección, los compromisos sustantivos del bienestar ciudadano se mantienen como una demanda activa. Los casos anteriores nos indican que el apoyo político de una democracia pasa por el bienestar social o se derrumba.
Investigador del CIESAS

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