domingo, 2 de mayo de 2010

JUEGO DE NÚMEROS Y RECUPERACIÓN ECONÓMICA

José Antonio Rojas Nieto / La Jornada
¿Qué significa que la economía se recupere de una crisis? En realidad muchas cosas. Tantas como visiones o vertientes teóricas logre uno identificar en el pensamiento económico. La visión más extendida –acaso la más superficial, pero finalmente la más usual– conduce a señalar que hay recuperación cuando el producto interno bruto de un año, el famoso PIB (en inglés el Gross Domestic Producto o GDP por sus siglas) es mayor que el del año previo. Esto significa que el volumen anual de recursos nuevos” que se genera o produce en una economía es –una vez más– superior al del año anterior, lo que se expresa en las famosas tasas positivas de crecimiento del PIB.
La crisis –por cierto– se reconocería porque esas famosas tasas resultan negativas. A veces, como en el año pasado en nuestro caso, muy pero muy negativas: 6.8 por ciento. Medido monetariamente –asunto bastante complejo, por cierto, pero habitual– significa que si en 2008 se logró producir una canasta de bienes con valor monetario nuevo de mil pesos (es decir, sin contar el valor monetario de todos los bienes producidos antes del 2008 que se utilizaron para su producción) en 2009 sólo se produjo una canasta con bienes con valor monetario nuevo de 935 pesos, también en precios del 2008. Y que si –como se estima oficialmente– este año se produce una canasta de bienes con valor monetario nuevo de 977 pesos –una vez más en precios de 2008– necesitaríamos que en 2011 la economía creciera al menos 2.4 por ciento para que, una vez más, la canasta de producción nacional tuviera un valor monetario nuevo de mil pesos –insistentemente en precios de 2008–. Lo que mide el crecimiento del PIB es, entonces, ese valor monetario nuevo de cada año, comparado en tasa de crecimiento con el valor monetario nuevo producido el año anterior.
Si esto fuera así, es decir, que el PIB creciera 4.5 por ciento en 2010 y 2.5 por ciento en 2011, se habría llegado a producir –luego de tres años, que no se nos olvide eso– una canasta “nacional” de bienes y servicios con valor monetario nuevo (sin contar el valor monetario de los bienes utilizados para su producción ya existentes antes) de mil pesos, valuados –valga la insistencia– en precios de 2008. Sí tres años de “retraso” para decir lo menos, en la dinámica del crecimiento económico nacional, pues en el 2011 estaríamos casi como en el 2008. Y digo casi porque, en primer lugar, la población no dejó de crecer. Oficialmente, a mediados del 2008 éramos 106 millones 683 mil mexicanos. Y –también oficialmente– se estima que a mediados de 2011 seamos 109 millones 220 mil mexicanos. Si esto es así –el PIB crece lo que he señalado antes y la población es la prevista por el Consejo Nacional de Población– a mediados de 2011 el PIB por habitante (media teórica del nivel de bienestar de la población) todavía sería inferior al PIB per cápita (así se le identifica técnicamente) al del 2008, antes de la crisis.
Apenas un crecimiento de 3.1 por ciento en el PIB de 2012 permitiría –entonces sí– que ese indicador de la disponibilidad de nuevos bienes y servicios por habitante fuera el mismo de 2008. Independientemente de los números y sus múltiples combinaciones, lo cierto es que muy probablemente se alcance primero el nivel del PIB de 2008 que el del PIB per cápita de ese mismo año. En mi ejemplo un año. Pero pudiera ser un poco menos o un poco más. En buen romance esto significa que lograr la recuperación del ingreso teórico por habitante es más difícil por el crecimiento de la población. Y –para profundizar el ejemplo– aún más difícil lograr la recuperación de la ocupación que la del ingreso teórico por habitante. Y todavía más pero más difícil, lograr el salario por hombre ocupado de 2008. Y –para acabarla de amolar– casi imposible lograr empleo para todos. Y absolutamente imposible –pese a las promesas de campaña y los discursos oficiales– que ese empleo sea formal (con seguridad social, seguro del desempleo y fondo de jubilación, por ejemplo) y permanente.
Por eso la rendición teórica convencional (y sin duda gubernamental) de hacer depender el bienestar familiar ya no del ingreso por trabajador, sino del ingreso por familia, No voy a presentar aquí –al menos en estos momentos– el juego de estimaciones que diversos centros de investigación académica y múltiples organismos de investigación y análisis económico, ofrecen hoy en nuestro país. Lo cierto es que sus conclusiones son –para decir lo menos– dramáticas. Sí, no deja de ser dramático que se estime –con diversos grados de rigor, pero casi nunca sin él– que llegar a la situación que se tenía en 2008 exigirá no menos de tres, cuatro y hasta cinco años, trátese del PIB, del PIB por habitante, de la ocupación o del ingreso por hombre ocupado, respectivamente. Pero - lamentablemente también– que llegar a una situación de empleo formal permanente y bien remunerado es casi imposible, a menos que… Sí, acertó, a menos que se vaya al cielo Pero ¿qué tal si no?…Por eso sigue siendo vigente aquello de que “pobre del pobre que al cielo no va, lo explotan aquí y lo explotan allá”… Por cierto, ayer el gobierno celebró el Día del Trabajo… ¡Qué cinismo!

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