lunes, 4 de julio de 2011

GRECIA ¿RESCATE EXITOSO?

Samuel García / El Senanario
Grecia, un año después de ser rescatada por la Unión Europea (UE) y el FMI con 110,000 millones de euros (mde), tendrá que volver a ser auxiliada para evitar un nuevo colapso financiero que sería peor que el de Lehman Brothers. El gobierno del primer ministro griego, Yorgos Papandreu, ya hizo su tarea al lograr aprobar otro colosal paquete de austeridad fiscal (recorte de gasto público y subidas de impuestos) que contribuya a equilibrar el déficit, y un plan de privatizaciones de 50,000 mde con el que pagará parte de su brutal deuda. A cambio, la UE y el FMI se comprometieron a entregar el último tramo del rescate anterior, 12,000 mde, que servirá para pagar la deuda de julio y agosto, y evitar la suspensión de pagos, así como a elaborar un segundo plan de rescate en el que se inmiscuya la banca privada.
El monto del nuevo rescate se estima que sea muy parecido al anterior, en torno a 100,000 mde. Pero la novedad es que la banca, presionada por las exigencias alemanas, tendrá que asumir parte del costo del rescate y pagar con sus errores, aunque sea bajo el lema de que lo hacen “voluntariamente”. El compromiso inicial, según una propuesta francesa, es que 50% de la deuda griega que vence en los próximos tres años, y cuyo monto total asciende a los 64,000 mde, se refinancie con bonos de 30 años. Es decir, que aliviarían a Grecia con una cantidad cercana a los 30,000 mde.
Eso supone un desahogo considerable, y permitirá que Grecia no agote los 100,000 mde de la supuesta nueva ayuda tan rápido como sucedió con el dinero que le dieron el año pasado. Con ese mayor margen de tiempo, Grecia tratará de hacer su tarea; esto es, equilibrar su déficit presupuestario, reconducir la deuda pública a niveles más sostenibles y, finalmente, reconquistar la confianza de los inversionistas de modo que pueda volver a refinanciarse en los mercados de deuda internacional a tasas asequibles.
Ésa es la estrategia sobre el papel, pero la realidad puede ser muy distinta, y enfrentará varios obstáculos que pueden impedir alcanzar esas metas. La primera es cómo las agencias de calificación tomarán esa “reestructuración” voluntaria de la deuda griega. En un principio afirmaron que lo llamarían default, pero al parecer la presión política europea les ha hecho retroceder, y dado que es bajo un esquema “voluntario”, no lo llamarán default. Aun no llamándolo de esa manera, falta por ver cómo los mercados evalúan dicha reestructuración y pega a la banca europea y a sus niveles de capitalización, sobre todo francesa y alemana.
Por otro lado está la cuestión del crecimiento: las nuevas medidas de austeridad sumirán a Grecia en una recesión aún más larga y profunda. Y esa misma recesión complicará no sólo el logro de las metas de reducción del déficit y de deuda pública, sino que minará la propia capacidad del país para pagar en el futuro sus obligaciones. Al mismo tiempo, con una población hastiada por la crisis y con un gobierno debilitado, resultará cada vez más difícil aplicar las medidas de austeridad.
Y tercero, falta por ver si nuevas tensiones en la deuda soberana de los países periféricos de Europa, en concreto Irlanda, Portugal, España, Italia y Bélgica, no echan por tierra los esfuerzos de Grecia por regresar al financiamiento internacional. Si el primer rescate a Grecia no funcionó, ¿qué hace pensar que Irlanda no precise también de un segundo rescate, cuando también a este país le siguen exigiendo tasas de interés prohibitivas y sigue expulsado de los mercados de deuda? Grecia ya tiene otro rescate, y se salvó de la quiebra. Pero, cuidado, que el esfuerzo que queda por delante parece demasiado titánico como para que logre terminar con éxito.

No hay comentarios:

Publicar un comentario