FEDERICO REYES HEROLES / REFORMA
Las derrotas del PAN y PRD fueron devastadoras. Pero quizá lo más preocupante para México sean las reacciones de candidatos y dirigentes derrotados: "elección de Estado", "macrofraude", "anestesiados". Múltiples declaraciones y entrevistas donde se mostraron incapaces de expresar -por un mínimo de honestidad intelectual- que perdieron, que los votantes los castigaron. Así de claro y sencillo. Trataron de negar la verdad de Perogrullo de la mayoría de las elecciones: los candidatos no gustaron, las campañas no prendieron, los mensajes no llegaron, no supieron leer las demandas ciudadanas. Los resultados desnudan la falta de convicciones democráticas básicas: si se aceptan las reglas de la competencia y también los dineros públicos, es que se piensa que las reglas son adecuadas y que con ellas pueden vencer. A nadie engañan. Ellos son constructores del andamiaje electoral. Pero si se acepta competir se está obligado a reconocer la responsabilidad de la derrota. La democracia sólo funciona con demócratas, en México escasean.
La dirigencia panista salió huyendo a Nayarit para alejarse de los 50 puntos porcentuales de ventaja sobre su candidato en el Estado de México. Escogieron el peor de los males, Nayarit, con 20 puntos, porque en Coahuila fueron alrededor de 23. Pero allá también denuncian todo tipo de irregularidades. ¿Con qué cara critican el conflicto postelectoral provocado por el 0.56%? La lejanía es tal que ni siquiera se percatan que el elector se siente engañado y los mira con desprecio. Qué poca seriedad, qué falta de madurez, qué cinismo. Y qué decir del candidato perdedor del PRD en el Estado de México que viene a invocar al dinosaurio resucitado, a reeditar un muy cómodo, pero pueril expediente, el país es el mismo de hace treinta años. Se buscó así inútilmente ocultar los 40 puntos que le sacó el candidato priista y que no se explican con una gracejada que envilece a Monterroso. Tampoco ha habido explicaciones de los 40 puntos de diferencia en Nayarit o los 58 de Coahuila. La humildad y autocrítica no son divisas perredistas. Nada se dice de las divisiones internas, de las imposiciones del caudillo que está enterrando a la izquierda. De regreso al gran fraude que es un insulto a los ciudadanos que organizaron la elección.
PAN Y PRD tienen mucho que explicar. Por qué sólo 6% de los jóvenes mexiquenses entre 18 y 25 años (Parametría) votó por el PAN, 27% lo hicieron por el PRD frente a una abrumadora mayoría, 67%, que lo hizo por el PRI. La versión panista y perredista de que el PRI representa la ignominia del pasado no pareciera convencer a los jóvenes con un agravante, México es todavía un país de jóvenes y serán esos jóvenes los que, en buena medida, decidirán el 2012. Tan lejanos están los opositores que reciclaron candidatos, como si el tiempo no pasara. Apoltronados en su discurso de superioridad moral no se percataron del hartazgo de los jóvenes hacia el quehacer político, incluida su propuesta que ya no es novedosa ni atractiva. No leyeron el mensaje de hartazgo del voto nulo de 2009 que incluía a todos.
Rodeados de corruptelas, ya tampoco pueden invocar que ellos gobiernan mejor o por lo menos distinto, basta con ver los arreglos de panismo con Elba Esther Gordillo como la entrega de tajadas administrativas incluida toda la educación básica. ¿Superioridad moral? La política "lodera" -negociar posiciones por votos- es ya también tradición azul. Y qué decir del perredismo doblegado por un caudillo que remite a los "usos y costumbres" del callismo cuando se imponían candidatos. Pero hay una diferencia, Calles terminó aceptando el peso de la institución que él creó y AMLO en su egoísta delirio es capaz de enterrar a la izquierda institucional. Que no metan la cabeza en el hoyo: el partido mejor acreditado hoy es el PRI, allí están las cifras y el más desacreditado el PRD. Algo han hecho muy mal y esa responsabilidad no se la pueden endilgar a nadie.
Hay una oportunidad importante para que todos los partidos se reivindiquen con ese México que les demanda cambios. Los que más lo necesitan son el PAN y el PRD, es claro que por donde van no obtendrán gran cosecha. El priismo en el Senado y la dirigencia de ese partido han lanzado un guiño a algunas reformas centrales para el país: la política, la laboral, la imprescindible aprobación de la Ley de Seguridad Nacional. Por fin se habla de un período extraordinario. El simple anuncio generaría una expectativa favorable que bien necesita la gestión panista ahogada en pilas de ejecutados y víctimas. El PRD por su lado podría mostrar un perfil de sensatez que, frente a su gran desprestigio, le sería muy útil. ¿Y qué gana el PRI? Sin moverse podría triunfar en el 12, pero sabe que postergar soluciones no ayuda a gobernar. A Calderón y al panismo, a Peña Nieto y al priismo y al perredismo que busca ser segunda opción, les conviene arreglar un poco la casa. Ojalá, después de las vergüenzas prive la sensatez.
Las derrotas del PAN y PRD fueron devastadoras. Pero quizá lo más preocupante para México sean las reacciones de candidatos y dirigentes derrotados: "elección de Estado", "macrofraude", "anestesiados". Múltiples declaraciones y entrevistas donde se mostraron incapaces de expresar -por un mínimo de honestidad intelectual- que perdieron, que los votantes los castigaron. Así de claro y sencillo. Trataron de negar la verdad de Perogrullo de la mayoría de las elecciones: los candidatos no gustaron, las campañas no prendieron, los mensajes no llegaron, no supieron leer las demandas ciudadanas. Los resultados desnudan la falta de convicciones democráticas básicas: si se aceptan las reglas de la competencia y también los dineros públicos, es que se piensa que las reglas son adecuadas y que con ellas pueden vencer. A nadie engañan. Ellos son constructores del andamiaje electoral. Pero si se acepta competir se está obligado a reconocer la responsabilidad de la derrota. La democracia sólo funciona con demócratas, en México escasean.
La dirigencia panista salió huyendo a Nayarit para alejarse de los 50 puntos porcentuales de ventaja sobre su candidato en el Estado de México. Escogieron el peor de los males, Nayarit, con 20 puntos, porque en Coahuila fueron alrededor de 23. Pero allá también denuncian todo tipo de irregularidades. ¿Con qué cara critican el conflicto postelectoral provocado por el 0.56%? La lejanía es tal que ni siquiera se percatan que el elector se siente engañado y los mira con desprecio. Qué poca seriedad, qué falta de madurez, qué cinismo. Y qué decir del candidato perdedor del PRD en el Estado de México que viene a invocar al dinosaurio resucitado, a reeditar un muy cómodo, pero pueril expediente, el país es el mismo de hace treinta años. Se buscó así inútilmente ocultar los 40 puntos que le sacó el candidato priista y que no se explican con una gracejada que envilece a Monterroso. Tampoco ha habido explicaciones de los 40 puntos de diferencia en Nayarit o los 58 de Coahuila. La humildad y autocrítica no son divisas perredistas. Nada se dice de las divisiones internas, de las imposiciones del caudillo que está enterrando a la izquierda. De regreso al gran fraude que es un insulto a los ciudadanos que organizaron la elección.
PAN Y PRD tienen mucho que explicar. Por qué sólo 6% de los jóvenes mexiquenses entre 18 y 25 años (Parametría) votó por el PAN, 27% lo hicieron por el PRD frente a una abrumadora mayoría, 67%, que lo hizo por el PRI. La versión panista y perredista de que el PRI representa la ignominia del pasado no pareciera convencer a los jóvenes con un agravante, México es todavía un país de jóvenes y serán esos jóvenes los que, en buena medida, decidirán el 2012. Tan lejanos están los opositores que reciclaron candidatos, como si el tiempo no pasara. Apoltronados en su discurso de superioridad moral no se percataron del hartazgo de los jóvenes hacia el quehacer político, incluida su propuesta que ya no es novedosa ni atractiva. No leyeron el mensaje de hartazgo del voto nulo de 2009 que incluía a todos.
Rodeados de corruptelas, ya tampoco pueden invocar que ellos gobiernan mejor o por lo menos distinto, basta con ver los arreglos de panismo con Elba Esther Gordillo como la entrega de tajadas administrativas incluida toda la educación básica. ¿Superioridad moral? La política "lodera" -negociar posiciones por votos- es ya también tradición azul. Y qué decir del perredismo doblegado por un caudillo que remite a los "usos y costumbres" del callismo cuando se imponían candidatos. Pero hay una diferencia, Calles terminó aceptando el peso de la institución que él creó y AMLO en su egoísta delirio es capaz de enterrar a la izquierda institucional. Que no metan la cabeza en el hoyo: el partido mejor acreditado hoy es el PRI, allí están las cifras y el más desacreditado el PRD. Algo han hecho muy mal y esa responsabilidad no se la pueden endilgar a nadie.
Hay una oportunidad importante para que todos los partidos se reivindiquen con ese México que les demanda cambios. Los que más lo necesitan son el PAN y el PRD, es claro que por donde van no obtendrán gran cosecha. El priismo en el Senado y la dirigencia de ese partido han lanzado un guiño a algunas reformas centrales para el país: la política, la laboral, la imprescindible aprobación de la Ley de Seguridad Nacional. Por fin se habla de un período extraordinario. El simple anuncio generaría una expectativa favorable que bien necesita la gestión panista ahogada en pilas de ejecutados y víctimas. El PRD por su lado podría mostrar un perfil de sensatez que, frente a su gran desprestigio, le sería muy útil. ¿Y qué gana el PRI? Sin moverse podría triunfar en el 12, pero sabe que postergar soluciones no ayuda a gobernar. A Calderón y al panismo, a Peña Nieto y al priismo y al perredismo que busca ser segunda opción, les conviene arreglar un poco la casa. Ojalá, después de las vergüenzas prive la sensatez.
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