Jorge Camil / La Jornada
En mi colaboración anterior advertí que Estados Unidos, con la complacencia de Felipe Calderón y la ignorancia del Senado, había iniciado una peligrosa escalada de actividades militares en México y Centroamérica, nuevo refugio de los cárteles mexicanos: http://bit.ly/i5N2XZ. Dije que México, por su posición geográfica, la experiencia de su Ejército en la lucha con el narco y la postura condescendiente de Calderón, se había convertido en el centro de la guerra contra el crimen en Centroamérica. Esa fue mi interpretación de las comparecencias legislativas de los principales comandantes estadunidenses reportadas en La Jornada: http://bit.ly/h8n98J.
Añadí que planeaban hacer de México el socio ideal para combatir a las organizaciones criminales trasnacionales (TCO por sus siglas en inglés), identificadas hoy como uno de los mayores riesgos para la seguridad nacional de Estados Unidos.
Para mi sorpresa, el mismo día del artículo, confirmando mis sospechas, aparecieron en las noticias de la tarde dos notas sobre una misteriosa reunión sostenida ese día entre los principales comandantes militares de Estados Unidos y sus contrapartes mexicanas. Estuvieron aquí Michael Mullen, jefe del estado mayor conjunto de Estados Unidos; James Winnefeld, comandante del norte, y Douglas Fraser, comandante del sur. Vino además una comparsa formada por militares de Guatemala y Canadá. La presencia del alto mando de Estados Unidos confirma cuán cerca estamos de entregarles el control militar, así como el grado de desesperación del gobierno mexicano. Vinieron a discutir el crecimiento de las TCO en la frontera sur de México. Quizá debieron llamarla "la nueva frontera sur de Estados Unidos", porque hasta allá se extienden las ambiciones de Barack Obama y la ignorancia de sus asesores en seguridad nacional.
Hemos llegado al punto peligroso en el que la "guerra" contra el narco lo justifica todo: el aumento de 44 por ciento en el gasto militar (en detrimento de salud y educación) y las violaciones constantes a la soberanía nacional, como lo demostraron en días pasados los sobrevuelos militares y el contrabando de armas instigado por Estados Unidos y tolerado por México; una cuestionable estrategia para "atrapar" criminales.
Hoy que la PGR, en un golpe simplemente mediático, sueña con procesar en Estados Unidos a los agentes que manejaron Rápido y furioso, poderosos comités legislativos de Estados Unidos están a punto de declarar a los superiores de esos mismos agentes en desacato judicial por negar la información. ¿Está dispuesta la PGR a procesar a Obama, porque hasta allá llega el encubrimiento? ¿Va a demandar a fabricantes protegidos por el invencible gun lobby? Es obvio que abogados sin experiencia los engañan.
Que nadie acuse a Calderón de no ser nacionalista. El académico Andrew Seely reconoció en The New York Times que "es intensamente nacionalista, pero también muy pragmático. No es fan de Estados Unidos pero los necesita": http://nyti.ms/gQbxxN. En ese mismo artículo funcionarios entrevistados reconocieron que hace poco ese nivel de cooperación hubiese sido impensable, y que los temas son hoy secretos, "para no herir las susceptibilidades políticas de México y el tema de la soberanía".
Milenio Diario reportó la reciente reunión de militares con un título inocuo: "EU y Canadá asisten a reunión de frontera México-Guatemala": http://bit.ly/fIrVHQ. Pero El Universal, más enfocado, habló de un supuesto "acuerdo trilateral" para combatir al narco en la frontera sur: http://bit.ly/eFpvry. Es preocupante que la reunión no haya sido reportada en los medios de Estados Unidos, y que a la mañana siguiente la noticia haya sido sepultada en la prensa nacional. Por México asistieron los secretarios Guillermo Galván Galván y Francisco Saynez. Sin embargo, la reunión fue extrañamente presidida por la ubicua Patricia Espinosa, mujer de las confianzas de Calderón, que se ha convertido en experta en temas militares y de seguridad nacional: una Hillary mexicana. Quizá asistió como traductora, o para aparentar que la reunión fue sobre temas "estrictamente diplomáticos".
Mullen, supremo comandante de las fuerzas estadunidenses, ha estado obsesionado con el tema de México. En marzo de 2010 se reunió con Obama para "analizar la posibilidad de una intervención militar". Mullen declaró a Global Research que, "con pleno respaldo de Estados Unidos, Calderón había estado incrementando la militarización (de México) desplegando decenas de miles de tropas": http://bit.ly/hpJTj9.
En esa reunión con Obama, Mullen anunció que la ayuda futura podría consistir en el sobrevuelo de aviones militares, tripulados y no tripulados (algo que ya está ocurriendo), y el despliegue de "fuerzas especiales" o "contratistas militares" (estilo Blackwater, hoy operando de nuevo como Xe Services: culpables de enormes atrocidades en Irak). ¿Para eso requieren las armas ilegales? Todo esto podría ser el legado de la "guerra de Calderón" en términos de soberanía nacional. Porque en el terreno humano su legado histórico no dejará de ser la sangre de los 40 mil muertos: ¡todos mexicanos!
En mi colaboración anterior advertí que Estados Unidos, con la complacencia de Felipe Calderón y la ignorancia del Senado, había iniciado una peligrosa escalada de actividades militares en México y Centroamérica, nuevo refugio de los cárteles mexicanos: http://bit.ly/i5N2XZ. Dije que México, por su posición geográfica, la experiencia de su Ejército en la lucha con el narco y la postura condescendiente de Calderón, se había convertido en el centro de la guerra contra el crimen en Centroamérica. Esa fue mi interpretación de las comparecencias legislativas de los principales comandantes estadunidenses reportadas en La Jornada: http://bit.ly/h8n98J.
Añadí que planeaban hacer de México el socio ideal para combatir a las organizaciones criminales trasnacionales (TCO por sus siglas en inglés), identificadas hoy como uno de los mayores riesgos para la seguridad nacional de Estados Unidos.
Para mi sorpresa, el mismo día del artículo, confirmando mis sospechas, aparecieron en las noticias de la tarde dos notas sobre una misteriosa reunión sostenida ese día entre los principales comandantes militares de Estados Unidos y sus contrapartes mexicanas. Estuvieron aquí Michael Mullen, jefe del estado mayor conjunto de Estados Unidos; James Winnefeld, comandante del norte, y Douglas Fraser, comandante del sur. Vino además una comparsa formada por militares de Guatemala y Canadá. La presencia del alto mando de Estados Unidos confirma cuán cerca estamos de entregarles el control militar, así como el grado de desesperación del gobierno mexicano. Vinieron a discutir el crecimiento de las TCO en la frontera sur de México. Quizá debieron llamarla "la nueva frontera sur de Estados Unidos", porque hasta allá se extienden las ambiciones de Barack Obama y la ignorancia de sus asesores en seguridad nacional.
Hemos llegado al punto peligroso en el que la "guerra" contra el narco lo justifica todo: el aumento de 44 por ciento en el gasto militar (en detrimento de salud y educación) y las violaciones constantes a la soberanía nacional, como lo demostraron en días pasados los sobrevuelos militares y el contrabando de armas instigado por Estados Unidos y tolerado por México; una cuestionable estrategia para "atrapar" criminales.
Hoy que la PGR, en un golpe simplemente mediático, sueña con procesar en Estados Unidos a los agentes que manejaron Rápido y furioso, poderosos comités legislativos de Estados Unidos están a punto de declarar a los superiores de esos mismos agentes en desacato judicial por negar la información. ¿Está dispuesta la PGR a procesar a Obama, porque hasta allá llega el encubrimiento? ¿Va a demandar a fabricantes protegidos por el invencible gun lobby? Es obvio que abogados sin experiencia los engañan.
Que nadie acuse a Calderón de no ser nacionalista. El académico Andrew Seely reconoció en The New York Times que "es intensamente nacionalista, pero también muy pragmático. No es fan de Estados Unidos pero los necesita": http://nyti.ms/gQbxxN. En ese mismo artículo funcionarios entrevistados reconocieron que hace poco ese nivel de cooperación hubiese sido impensable, y que los temas son hoy secretos, "para no herir las susceptibilidades políticas de México y el tema de la soberanía".
Milenio Diario reportó la reciente reunión de militares con un título inocuo: "EU y Canadá asisten a reunión de frontera México-Guatemala": http://bit.ly/fIrVHQ. Pero El Universal, más enfocado, habló de un supuesto "acuerdo trilateral" para combatir al narco en la frontera sur: http://bit.ly/eFpvry. Es preocupante que la reunión no haya sido reportada en los medios de Estados Unidos, y que a la mañana siguiente la noticia haya sido sepultada en la prensa nacional. Por México asistieron los secretarios Guillermo Galván Galván y Francisco Saynez. Sin embargo, la reunión fue extrañamente presidida por la ubicua Patricia Espinosa, mujer de las confianzas de Calderón, que se ha convertido en experta en temas militares y de seguridad nacional: una Hillary mexicana. Quizá asistió como traductora, o para aparentar que la reunión fue sobre temas "estrictamente diplomáticos".
Mullen, supremo comandante de las fuerzas estadunidenses, ha estado obsesionado con el tema de México. En marzo de 2010 se reunió con Obama para "analizar la posibilidad de una intervención militar". Mullen declaró a Global Research que, "con pleno respaldo de Estados Unidos, Calderón había estado incrementando la militarización (de México) desplegando decenas de miles de tropas": http://bit.ly/hpJTj9.
En esa reunión con Obama, Mullen anunció que la ayuda futura podría consistir en el sobrevuelo de aviones militares, tripulados y no tripulados (algo que ya está ocurriendo), y el despliegue de "fuerzas especiales" o "contratistas militares" (estilo Blackwater, hoy operando de nuevo como Xe Services: culpables de enormes atrocidades en Irak). ¿Para eso requieren las armas ilegales? Todo esto podría ser el legado de la "guerra de Calderón" en términos de soberanía nacional. Porque en el terreno humano su legado histórico no dejará de ser la sangre de los 40 mil muertos: ¡todos mexicanos!
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