José Gil Olmos / Proceso
Satanizado entre líneas por el presidente Felipe Calderón, quien intenta apropiarse del ¡Ya basta! ciudadano y reciclarlo políticamente para justificar la ineptitud de su gobierno ante el crimen organizado, el poeta Javier Sicilia critica “la terquedad, la ceguera política y la ambición desmedida” del mandatario. Hasta el plantón que mantiene en Cuernavaca el colaborador de Proceso han llegado, armadas de valor, cientos de personas que por primera vez denuncian desapariciones, ejecuciones, extorsiones y secuestros, y no precisamente a manos de la delincuencia organizada. La marcha nacional a la que convoca Sicilia para el próximo 8 de mayo ya toma forma como sed de justicia y seguridad para todos los mexicanos…
En sólo ocho días una simple mesa frente al Palacio de Gobierno recibió cientos de denuncias de desapariciones, asesinatos, extorsiones y secuestros en Morelos que, por desconfianza, no se presentaron ante las autoridades. Muchas familias vencieron el miedo y le pusieron cifras a la guerra contra el narcotráfico en la entidad: mil 200 desaparecidos y 3 mil 500 muertos en el último lustro.
En esta cascada de denuncias Javier Sicilia reconoce el inicio de un movimiento nacional ciudadano por la paz y la reconstitución del país que se gesta en esta entidad, donde las organizaciones de derechos humanos aún muestran huellas de la Teología de la Liberación impulsada aquí por el obispo Sergio Méndez Arceo en los setenta.
Pero el poeta advierte:
“Ahora el país levantó antorchas y están sirviendo para alumbrar el camino, pero también pueden servir para incendiarlo. La respuesta la tienen ellos, los actores políticos, los empresarios, las iglesias, los gobiernos, no yo.
“Yo, junto con todos, encendí las antorchas y estamos iluminando el camino. Ellos serán los responsables. Si se incendia el país, que no me vayan a cargar el muerto. Estas antorchas han estado bastante bien iluminadas y han trazado un camino. Lo demás ya no depende de mí y no quiero que dependa de mí: depende de los actores políticos.”
Proceso entrevistó a Sicilia el martes 12 y mientras el escritor hablaba de ponerle un alto a esta guerra, cerca del centro de esta ciudad, a las dos de la tarde era ejecutado Enai Luciano Sánchez en su camioneta. En el vehículo viajaban también su mujer embarazada y sus dos hijos, de dos y cuatro años, quienes quedaron salpicados de sangre y cubiertos de vidrios. Horas antes, en el municipio de Emiliano Zapata eran ejecutados tres hombres, cuyos cuerpos fueron arrojados a la banqueta.
“Por desgracia, lo que estamos viendo es el fracaso de la transición a la democracia que se está tiñendo de la sangre de los 40 mil muertos de esta guerra”, expresa con preocupación el poeta y colaborador de este semanario.
–¿Todos estos muertos y el crecimiento del crimen organizado son el saldo del fracaso?
–Es el horror del fracaso. Por eso hay que rehacer la nación, quizás a partir de ese pacto pensar en un nuevo constituyente, una nueva Constitución, porque la que tenemos la han violado, reformado, omitido, y ya está rebasada; fue hecha para un país que nació a principios del siglo XX y que ahora es diferente.
Extracto del reportaje que se publica en la edición 1798 de la revista Proceso, ya en circulación.
Satanizado entre líneas por el presidente Felipe Calderón, quien intenta apropiarse del ¡Ya basta! ciudadano y reciclarlo políticamente para justificar la ineptitud de su gobierno ante el crimen organizado, el poeta Javier Sicilia critica “la terquedad, la ceguera política y la ambición desmedida” del mandatario. Hasta el plantón que mantiene en Cuernavaca el colaborador de Proceso han llegado, armadas de valor, cientos de personas que por primera vez denuncian desapariciones, ejecuciones, extorsiones y secuestros, y no precisamente a manos de la delincuencia organizada. La marcha nacional a la que convoca Sicilia para el próximo 8 de mayo ya toma forma como sed de justicia y seguridad para todos los mexicanos…
En sólo ocho días una simple mesa frente al Palacio de Gobierno recibió cientos de denuncias de desapariciones, asesinatos, extorsiones y secuestros en Morelos que, por desconfianza, no se presentaron ante las autoridades. Muchas familias vencieron el miedo y le pusieron cifras a la guerra contra el narcotráfico en la entidad: mil 200 desaparecidos y 3 mil 500 muertos en el último lustro.
En esta cascada de denuncias Javier Sicilia reconoce el inicio de un movimiento nacional ciudadano por la paz y la reconstitución del país que se gesta en esta entidad, donde las organizaciones de derechos humanos aún muestran huellas de la Teología de la Liberación impulsada aquí por el obispo Sergio Méndez Arceo en los setenta.
Pero el poeta advierte:
“Ahora el país levantó antorchas y están sirviendo para alumbrar el camino, pero también pueden servir para incendiarlo. La respuesta la tienen ellos, los actores políticos, los empresarios, las iglesias, los gobiernos, no yo.
“Yo, junto con todos, encendí las antorchas y estamos iluminando el camino. Ellos serán los responsables. Si se incendia el país, que no me vayan a cargar el muerto. Estas antorchas han estado bastante bien iluminadas y han trazado un camino. Lo demás ya no depende de mí y no quiero que dependa de mí: depende de los actores políticos.”
Proceso entrevistó a Sicilia el martes 12 y mientras el escritor hablaba de ponerle un alto a esta guerra, cerca del centro de esta ciudad, a las dos de la tarde era ejecutado Enai Luciano Sánchez en su camioneta. En el vehículo viajaban también su mujer embarazada y sus dos hijos, de dos y cuatro años, quienes quedaron salpicados de sangre y cubiertos de vidrios. Horas antes, en el municipio de Emiliano Zapata eran ejecutados tres hombres, cuyos cuerpos fueron arrojados a la banqueta.
“Por desgracia, lo que estamos viendo es el fracaso de la transición a la democracia que se está tiñendo de la sangre de los 40 mil muertos de esta guerra”, expresa con preocupación el poeta y colaborador de este semanario.
–¿Todos estos muertos y el crecimiento del crimen organizado son el saldo del fracaso?
–Es el horror del fracaso. Por eso hay que rehacer la nación, quizás a partir de ese pacto pensar en un nuevo constituyente, una nueva Constitución, porque la que tenemos la han violado, reformado, omitido, y ya está rebasada; fue hecha para un país que nació a principios del siglo XX y que ahora es diferente.
Extracto del reportaje que se publica en la edición 1798 de la revista Proceso, ya en circulación.
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