viernes, 29 de abril de 2011

HACIA UNA INTEGRACIÓN MÁS PROFUNDA EN LA CUENCA DEL PACÍFICO

Luis Alberto Moreno (*) / El Universal
Los presidentes de Chile, Colombia, México y Perú han expresado su interés en avanzar hacia una integración más profunda entre los cuatro países, no solo a nivel intrarregional, sino con el mundo, y mirando con especial interés el Asia.
Debemos congratular a los mandatarios de estos países por esta iniciativa y mirarla con especial atención. El mundo está viviendo un reordenamiento geopolítico de proporciones históricas. El centro de gravedad económico se mueve con rapidez hacia el "Este" y hacia el "Sur". No hay duda de que, por un lado, el dinamismo asiático seguirá siendo el motor económico a nivel mundial, pero, por otro, los términos de la relación Norte-Sur se están alterando en esta primera década del siglo y estos cambios se reflejan ya en una nueva "arquitectura regional" en Asia. China ha pasado a ser el primer socio comercial de la región.
Ante esta nueva realidad, América Latina deberá también reposicionarse y recalibrar sus alianzas estratégicas a nivel regional y global. Estas no pueden ser estrategias "individuales" en el caso de países de tamaño medio. En un mundo donde el peso de las grandes economías emergentes es cada vez más importante, la integración entre economías de tamaño medio que compartan objetivos económico-políticos es prácticamente imprescindible para crear espacios económicos similares.
Un ejemplo claro de esta nueva realidad es el deseo de Chile, Colombia, México y Perú de avanzar conjuntamente hacia un Área de Integración Profunda. Con una superficie combinada de alrededor de 5 millones de km cuadrados, que incluye a más de 200 millones de personas y que genera un nivel de actividad económica de 1.5 billones de dólares en términos del PIB, y un comercio intrarregional de 18 mil millones de dólares, esta iniciativa debe mirarse con atención.
Los beneficios de una integración más profunda son claros. Por ejemplo, se podrían superar las desventajas asociadas a la falta de economías de escala, ofreciendo a las empresas de los países miembros un mercado interno ampliado y el desarrollo de cadenas productivas más integradas, que respondan a las nuevas formas de organizar la producción a nivel global. El desempeño reciente del comercio entre estos cuatro países sugiere que hay un gran potencial a explotarse en este sentido, ya que entre 2002 y 2008, antes de la crisis financiera, el comercio interregional se multiplicó por cuatro.
A ello se une la ubicación geográfica de Chile, Colombia, México y Perú, que comparten la cuenca del Pacífico, permitiendo aprovechar al máximo el dinamismo que experimentan hoy día los países del Asia emergente, creciendo a tasas realmente notables, generando con ello oportunidades de comercio e inversión. Un área de la cuenca del Pacífico latinoamericano integrada será también mucho más atractiva para la inversión extranjera directa de Asia que busque satisfacer demandas en el resto de América Latina, así como en EE.UU. y Europa.
Ciertamente los beneficios de una mayor integración son muy atractivos, pero materializarla significa retos importantes para sus países miembros, desde la concepción de un mercado ampliado con movimiento libre de bienes hasta objetivos de integración más profundos en el ámbito de los servicios, capitales y personas. Las buenas noticias son que para ciertos objetivos ya existen aspectos que facilitarán el camino: cada uno de los cuatro países ya tiene acuerdos de libre comercio con los otros tres, incluyendo el reciente acuerdo entre México y Perú; los países han avanzado en la integración financiera , y algunos de ellos han hecho progresos significativos en materia de infraestructura. El reto consiste en sumar a lo conseguido hasta hoy día, la formación de una verdadera área de integración económica a cuatro bandas, en la que circulen los bienes, servicios, capitales y personas, incluyendo la eliminación de otras barreras no tradicionales al comercio que subsisten, como son las ineficiencias y brechas en los sistemas de transporte y de logística.
Debemos ser optimistas para llevar a buen puerto esta iniciativa y, en general, frente a la perspectiva de una integración más profunda en la Cuenca del Pacífico latinoamericano. El proceso no estará libre de desafíos, pero los potenciales beneficios superarán sin duda los costos asociados al mismo.
(*): Presidente del BID.

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