Susana Chacón / El Universal
“Sólo después de que el último árbol sea cortado, de que el último río sea envenenado, de que el último pez sea apresado, sólo entonces sabrás que el dinero no se puede comer”. Profecía india.
Por iniciativa de Aurelio Peccei y Alexander King, fundadores del Club de Roma, en Italia 1968, el profesor Denis Medows con su equipo del MIT en Boston, publicaron el primer informe denominado Los límites del crecimiento en 1972. Trabajaron modelos con una metodología de sistemas, proyecciones intersectoriales y una visión de largo plazo. Concluyeron sobre los riesgos que la humanidad enfrentaría de no hacer cambios en la forma de utilizar los recursos materiales y humanos.
Desde entonces se proyectó lo que pasa en la actualidad: la crisis económica sería insostenible; se sufrirían mayores niveles poblacionales de los esperados; habría cada vez menos agua; faltarían alimentos; escasearía la energía; existirían grandes desigualdades en el ingreso. Desde entonces se habló sobre el cambio climático, así como de posibles sucesos tales como terremotos, tsunamis, alteraciones inesperadas de temperaturas, sequías y deshielos.
Fue ignorado. No se le creyó. Se le acusó de fatalista. Todo lo contrario, se optó por el crecimiento económico como la única solución al desarrollo. Esa era la visión del futuro. Hoy, el modelo económico internacional muestra sus límites. Se acepta que el mundo es finito y sus recursos también. Se sufren las consecuencias y se repiensa el principio. Es claro que se requiere de un cambio de rumbo en las decisiones públicas y privadas, de lo global, regional y local.
El Club de Roma trabaja en la búsqueda de soluciones y respuestas. Además de las reuniones internacionales, sus miembros, quienes son funcionarios, empresarios y académicos de alto nivel y capacidad de influencia de 34 países, se reúnen sin fines de lucro y de manera continua, para asesorar a gobiernos y particulares con estudios de diversos temas. Los latinoamericanos han estado presentes en foros nacionales e internacionales.
Del 18 al 20 de abril del presente, se llevó a cabo la Primera Reunión Regional en Argentina. Por primera vez, desde 1968, se hace un planteamiento latinoamericano en este marco. La situación actual obliga una participación regional inminente para hacer escuchar la realidad y las necesidades de este hemisferio desde una mirada propia. Además de los representantes mexicanos, Gerardo Gil Valdivia y Susana Chacón, participaron los brasileños con Heitor Gurgulino y los argentinos con Alfredo Davérède, Osvaldo Canziani, Silvia Zimmermann y varios miembros más. Se contó con la presencia del representante del Consejo Directivo Internacional, Roberto Peccei, hijo de uno de los fundadores y a su vez, científico estadounidense de gran reconocimiento internacional.
La voz de México, Brasil y Argentina llegó a conclusiones y sugerencias importantes: necesitamos de una nueva economía para resolver el problema de la humanidad y para avanzar en la sustentabilidad. Se requiere anteponer el bienestar de los seres humanos, antes que incrementar la riqueza por la riqueza. Debemos ser custodios del planeta y buscar otro tipo de justicia social. Se trabajó, como lo señala el Club de Roma, en el análisis y definición de soluciones actuales pero siempre con visión de largo plazo. El punto de partida fue contribuir y enriquecer el debate del New Path for World Development, documento internacional que se discute entre todos los países miembros.
Así, la proyección regional se llevará a cabo a partir del desarrollo de mecanismos de cooperación para temas específicos de medio ambiente; recursos naturales tales como agua, energía y alimentos; educación para el siglo XXI; ciencia, tecnología e innovación; impulsar la formación de una ciudadanía con un sistema de valores democráticos y éticos; favorecer instrumentos que conlleven la solución pacífica de controversias; el trabajo para combatir pobreza y la reducción de las desigualdades. Todo ello, dentro del marco de los siguientes valores: ética, justicia, libertad, igualdad, respeto y trabajo.
Y a todo esto, ¿cómo es posible pensar una nueva economía? Se necesitan instrumentos jurídicos y sociales fuera de los existentes en la teoría económica dominante. Centrados en la sustentabilidad como concepto clave y no en el crecimiento. Requerimos un cambio de paradigma. La realidad es distinta de la que se vivía cuando surgió la economía keynesiana y la propuesta neoliberal. Los actores no son hoy sólo estatales; los servicios son el principal motor de la economía; el mundo está tan globalizado que las transacciones financieras son un fin en sí mismo.
La prioridad sería la sustentabilidad que custodie los recursos del planeta con nuevos marcos de justicia social. Hoy es fundamental, antes que la riqueza, resolver el bienestar de los seres humanos. Requerimos de una economía basada en el empleo y no en el mercado. Es decir, centrada en la vida productiva de los individuos. Sin duda la riqueza del capital social y humano es fundamental para el uso y distribución adecuada de los recursos. No así el mercado. El futuro de la humanidad debería de enfocarse en el hombre mismo y no como hasta hoy, en la dinámica empresarial.
No todas las regiones en América Latina están ancladas en su totalidad en la economía de mercado, de ahí la importancia regional, ya que puede facilitar el cambio de rumbo. Con esto, introducimos aquí algunos ideales del Club de Roma con los que se comenzó a trabajar. Sin duda se abrió la puerta hacia una mirada distinta pero el camino se irá construyendo paso a paso y con los intereses de todos. Bienvenida la iniciativa, actuemos, éste es nuestro momento.
Secretaria general de la Sección Mexicana del Club de Roma
“Sólo después de que el último árbol sea cortado, de que el último río sea envenenado, de que el último pez sea apresado, sólo entonces sabrás que el dinero no se puede comer”. Profecía india.
Por iniciativa de Aurelio Peccei y Alexander King, fundadores del Club de Roma, en Italia 1968, el profesor Denis Medows con su equipo del MIT en Boston, publicaron el primer informe denominado Los límites del crecimiento en 1972. Trabajaron modelos con una metodología de sistemas, proyecciones intersectoriales y una visión de largo plazo. Concluyeron sobre los riesgos que la humanidad enfrentaría de no hacer cambios en la forma de utilizar los recursos materiales y humanos.
Desde entonces se proyectó lo que pasa en la actualidad: la crisis económica sería insostenible; se sufrirían mayores niveles poblacionales de los esperados; habría cada vez menos agua; faltarían alimentos; escasearía la energía; existirían grandes desigualdades en el ingreso. Desde entonces se habló sobre el cambio climático, así como de posibles sucesos tales como terremotos, tsunamis, alteraciones inesperadas de temperaturas, sequías y deshielos.
Fue ignorado. No se le creyó. Se le acusó de fatalista. Todo lo contrario, se optó por el crecimiento económico como la única solución al desarrollo. Esa era la visión del futuro. Hoy, el modelo económico internacional muestra sus límites. Se acepta que el mundo es finito y sus recursos también. Se sufren las consecuencias y se repiensa el principio. Es claro que se requiere de un cambio de rumbo en las decisiones públicas y privadas, de lo global, regional y local.
El Club de Roma trabaja en la búsqueda de soluciones y respuestas. Además de las reuniones internacionales, sus miembros, quienes son funcionarios, empresarios y académicos de alto nivel y capacidad de influencia de 34 países, se reúnen sin fines de lucro y de manera continua, para asesorar a gobiernos y particulares con estudios de diversos temas. Los latinoamericanos han estado presentes en foros nacionales e internacionales.
Del 18 al 20 de abril del presente, se llevó a cabo la Primera Reunión Regional en Argentina. Por primera vez, desde 1968, se hace un planteamiento latinoamericano en este marco. La situación actual obliga una participación regional inminente para hacer escuchar la realidad y las necesidades de este hemisferio desde una mirada propia. Además de los representantes mexicanos, Gerardo Gil Valdivia y Susana Chacón, participaron los brasileños con Heitor Gurgulino y los argentinos con Alfredo Davérède, Osvaldo Canziani, Silvia Zimmermann y varios miembros más. Se contó con la presencia del representante del Consejo Directivo Internacional, Roberto Peccei, hijo de uno de los fundadores y a su vez, científico estadounidense de gran reconocimiento internacional.
La voz de México, Brasil y Argentina llegó a conclusiones y sugerencias importantes: necesitamos de una nueva economía para resolver el problema de la humanidad y para avanzar en la sustentabilidad. Se requiere anteponer el bienestar de los seres humanos, antes que incrementar la riqueza por la riqueza. Debemos ser custodios del planeta y buscar otro tipo de justicia social. Se trabajó, como lo señala el Club de Roma, en el análisis y definición de soluciones actuales pero siempre con visión de largo plazo. El punto de partida fue contribuir y enriquecer el debate del New Path for World Development, documento internacional que se discute entre todos los países miembros.
Así, la proyección regional se llevará a cabo a partir del desarrollo de mecanismos de cooperación para temas específicos de medio ambiente; recursos naturales tales como agua, energía y alimentos; educación para el siglo XXI; ciencia, tecnología e innovación; impulsar la formación de una ciudadanía con un sistema de valores democráticos y éticos; favorecer instrumentos que conlleven la solución pacífica de controversias; el trabajo para combatir pobreza y la reducción de las desigualdades. Todo ello, dentro del marco de los siguientes valores: ética, justicia, libertad, igualdad, respeto y trabajo.
Y a todo esto, ¿cómo es posible pensar una nueva economía? Se necesitan instrumentos jurídicos y sociales fuera de los existentes en la teoría económica dominante. Centrados en la sustentabilidad como concepto clave y no en el crecimiento. Requerimos un cambio de paradigma. La realidad es distinta de la que se vivía cuando surgió la economía keynesiana y la propuesta neoliberal. Los actores no son hoy sólo estatales; los servicios son el principal motor de la economía; el mundo está tan globalizado que las transacciones financieras son un fin en sí mismo.
La prioridad sería la sustentabilidad que custodie los recursos del planeta con nuevos marcos de justicia social. Hoy es fundamental, antes que la riqueza, resolver el bienestar de los seres humanos. Requerimos de una economía basada en el empleo y no en el mercado. Es decir, centrada en la vida productiva de los individuos. Sin duda la riqueza del capital social y humano es fundamental para el uso y distribución adecuada de los recursos. No así el mercado. El futuro de la humanidad debería de enfocarse en el hombre mismo y no como hasta hoy, en la dinámica empresarial.
No todas las regiones en América Latina están ancladas en su totalidad en la economía de mercado, de ahí la importancia regional, ya que puede facilitar el cambio de rumbo. Con esto, introducimos aquí algunos ideales del Club de Roma con los que se comenzó a trabajar. Sin duda se abrió la puerta hacia una mirada distinta pero el camino se irá construyendo paso a paso y con los intereses de todos. Bienvenida la iniciativa, actuemos, éste es nuestro momento.
Secretaria general de la Sección Mexicana del Club de Roma
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