martes, 26 de abril de 2011

DOS VISIONES DE CÓMO RESPONDER A LOS RETOS ECONÓMICOS

Jesús Alberto Cano Vélez (*) / Excelsior
Mientras que México anda sin saber cómo enfrentar los retos económicos, que no sea esperar a que “el mercado” los resuelva; nuestro vecino del sur –Brasil-- suma el éxito de sus políticas económicas de los últimos años al de China, India y Rusia (los BRIC) y comunican al mundo que para el 2015 la suma de sus economías superará la norteamericana. Además, promueven la sustitución del dólar norteamericano como la moneda eje del sistema monetario internacional.
De las cuatro economías, la de China es la más dinámica. Por ello, desde 2010, es la segunda economía mundial, solo detrás de los Estados Unidos; y según proyecciones de economistas chinos, en cinco años la suma de los cuatro BRICs superará el Producto Interno Bruto (PIB) de EE UU, y en unos 20 años la de China, sola, podría superar a la de EE UU.
Las cuatro potencias emergentes (BRICs) y Sudáfrica celebrarán próximamente una cumbre en la isla china de Hainan, al sur de la nueva potencia económica, y dejarán a la agencia oficial Xinhua reportar de sus deliberaciones.
Esos países se presentan como la respuesta al neoliberalismo del bloque de países liderado por los Estados Unidos y, ambiciosos, parecen tener un plan para jugar un papel crucial en la economía del mundo, por su dimensión y porque traen el antecedente de crecimientos anuales consistentemente elevados, con estrategias y políticas económicas orientadas a ese fin, hasta ahora prudentes y sin inflación.
Todo lo anterior es una manifestación de los cambios que se están gestando en el mundo, en materia económica; se divide en bloques. Por ejemplo, Brasil no está solo en el continente americano. A él se la han sumado Argentina, Uruguay, Perú, Chile, Bolivia, Venezuela y un par de centroamericanos. Todos ellos rechazan sujetarse al esquema neoliberal del Consenso de Washington. Y obviamente, tendrán que tener mucho cuidado de no violar los límites propios de sus economías, porque de lo contrario sufrirán inflaciones que luego podrán controlar con dificultad.
¿Y nosotros qué?
Ahora, la pregunta fundamental para nosotros es: ¿Cuál será la ruta de México? Evidentemente hemos seguido de cerca el esquema planteado por el Consenso de Washington desde 1982, pero yo sostengo que por razones diferentes. Veamos:
Los primeros 14 años, hasta 1996, por la necesidad de poner orden en casa, después de los años inflacionarios y de inestabilidad económica que siguieron a 1982. Y de finales del siglo XX hasta hoy, otros 14 años, por razones ideológicas o por compromisos con los EE UU.
En todo ese período de casi 30 años, la economía mexicana no registró desarrollo, porque su crecimiento fue de 2% anual en promedio, y se lo comió el aumento de población y la inflación. De ahí que año tras año fue creciendo el desempleo abierto y el subempleo en el mercado informal.
Ese resultado ha sido trágico, porque México no pudo generar empleos, en todos esos años, para sus jóvenes entrantes a la edad de trabajar. Esa será una herencia maldita de esos años y de esos gobiernos, porque si sumamos la incapacidad de los gobiernos en turno de ofrecer espacios educativos para esos jóvenes, que tampoco encontraban empleos, tenemos que nació el ejercito de los ¡NINI..!
Es fundamental hilar un número importante de años con crecimientos económicos de por lo menos 6% a 7% anual; y todavía quedaríamos atrás de lo que está logrando China, Brasil y los demás proactivos en el campo del crecimiento y desarrollo.
Lo que la historia de México nos ha enseñado –y eso mismo lo refleja el pensamiento de la CEPAL (Comisión Económica para América Latina, de la ONU)-- es que el crecimiento dinámico sostenido por muchos años genera cambios estructurales que conllevan al DESARROLLO ECONÓMICO.
Eso mismo ya lo vieron China, India, Rusia, Brasil y algunos otros más.
Pero en México tenemos un gobierno que no escucha, o no tiene gente que sepa cómo hacer las cosas. Mientras tanto, estamos gestando una bomba de tiempo, de pobreza y de juventud inconforme. ¡Que Dios nos agarre confesados!
(*) Presidente de El Colegio Nacional de Economistas

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