lunes, 25 de abril de 2011

EL RIESGO DE MORIR DE ÉXITO

Latinoamérica disfruta de la recuperación sin atender en exceso a las amenazas
ALICIA GONZÁLEZ / EL PAÍS
"En este momento, Latinoamérica se divide entre los países para los que sopla el viento del Pacífico y los países para los que sopla el viento del Norte. Para los primeros, ligados al ciclo de materias primas y con una fuerte dependencia del comercio asiático, la economía va a toda máquina. Los segundos, con lazos más estrechos con las economías desarrolladas, aún tienen que consolidar el ritmo de recuperación. Pero ninguno puede confiarse". Es el análisis que un experimentado diplomático regional hacía en una reciente cena en Madrid sobre la situación en Latinoamérica, una vez que la región ha superado con éxito la peor crisis financiera global desde la Gran Depresión.
Es la misma tesis que defiende el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) en el informe Una región, dos velocidades, que presentó en su reunión anual de gobernadores en Calgary (Canadá). Ahí se describe una región dividida en torno a dos polos: Brasil, como líder de los países exportadores de materias primas que comercia principalmente con otras economías emergentes, y México, con fuertes vínculos comerciales con Estados Unidos y la Unión Europea, y que arrastra tras de sí a Centroamérica, más dependiente de las remesas que envían a casa sus inmigrantes.
José Juan Ruiz, economista jefe para América Latina del Santander, matiza esa tesis: la diferencia entre ambos reside más en el destino de las exportaciones que en el peso de las mismas en el PIB [ver gráfico de la página 6]. Junto a Brasil se encontrarían economías como Argentina, Bolivia, Chile, Colombia, Ecuador, Paraguay, Perú, Uruguay y Trinidad y Tobago. A Venezuela, pese a ser un productor de materias primas, se le considera caso aparte.
"Es un entorno de fuerzas contradictorias, pero para eso está el margen de actuación de las políticas domésticas. Ambos deben aprovechar las oportunidades que se presentan y hacer cambios", defiende desde Washington Alejandro Izquierdo, autor del informe del BID junto a Ernesto Talvi.
Sean vientos del Este o vientos del Oeste -parafraseando el título de la novela de Pearl S. Buck-, lo cierto es que la brisa sopla favorablemente para la región latinoamericana. El crecimiento en 2010 alcanzó el 6,1%, y el Fondo Monetario Internacional (FMI) prevé que este año haya una ligera moderación hasta situarse en un todavía robusto 4,7% y en un 4,2% en 2012. "Después de la fuerte recuperación de 2010 [el PIB se contrajo un 1,7% en 2009], muchos analistas ven la actual ralentización como un hecho positivo y una vuelta al crecimiento tendencial", señala Guillermo Mondino, de Barclays Capital, en el informe trimestral de la entidad sobre mercados emergentes. "Frente a ese optimismo regional, los observadores externos se están preguntando qué puede ir mal. Nosotros pensamos que la región afronta riesgos en los dos lados del espectro y que las políticas que están en marcha no se dirigen a minimizar esos riesgos poco probables, pero que podrían ser muy dañinos", puntualiza Mondino.
El propio FMI ha advertido que observa un riesgo significativo de recalentamiento y de formación de burbujas en buena parte de la región. "Estas condiciones favorables también podrían desencadenar un descalabro en la demanda interna y el crédito en varias economías. Si no se controlan, podrían ocasionar un posible descalabro", sostiene la institución en el informe sobre Perspectivas económicas mundiales que ha presentado este mes.
El economista jefe del FMI, Olivier Blanchard, ha puesto nombres y apellidos a esos riesgos. Como ejemplos del posible recalentamiento, Blanchard citó el crecimiento de entre 10% y el 20% del crédito real en Colombia y Brasil, donde además el crédito per cápita casi se ha duplicado en los últimos cinco años.
La teoría económica identifica el recalentamiento evidente de la economía en esa situación en la que la capacidad productiva no puede seguir el ritmo de crecimiento de la demanda agregada y cuando las economías agotan la capacidad productiva ociosa. Ese bien puede ser el diagnóstico de la región. "La recuperación de la economía ha permitido cerrar rápidamente las brechas de capacidad ociosa y ya la mayoría de la región debería alcanzar un nivel del PIB superior al de tendencia a finales de 2011", apuntan los economistas del BBVA en su informe trimestral sobre la situación en Latinoamérica. "Mientras Argentina y Venezuela enfrentan una situación de sobrecalentamiento que se extiende ya por algunos años, Brasil, Chile y Perú se ubicarán ligeramente por encima de su PIB de tendencia a finales de año, mientras Colombia y México todavía tienen espacios para crecer antes de alcanzar su potencial", recalcan.
Con semejantes evidencias, la mayoría de los países de la región debería proceder con cierta urgencia a adoptar medidas para enfriar el crecimiento, pero la región tiene tradicionalmente dificultades con el ajuste del gasto público. "La política fiscal continúa ausente del esfuerzo de ajuste, con la excepción de Brasil", sentencia el informe del BBVA.
"Claramente, los países con mayor ritmo de crecimiento deben empezar a aplicar políticas fiscales contracíclicas, que frenen el recalentamiento que ya se observa, y deshacer la expansión de las cuentas públicas que pusieron en marcha durante la crisis", insiste Alejandro Izquierdo. "Para los países con menor ritmo de crecimiento, quizá lo más eficiente es repensar sus estrategias comerciales y ampliar mercados". [Izquierdo no cita países concretos "porque eso haría mi trabajo aquí más difícil"].
La necesidad de llevar a cabo ese ajuste fiscal puede agudizarse ante el repunte de la inflación, derivado de los altos precios de las materias primas y la fuerte entrada de capitales extranjeros a la región. Los precios se situarán por encima de los objetivos de los bancos centrales en la segunda mitad del año, según los economistas del BBVA, y en algunos casos (Argentina y Venezuela) rozarán cifras astronómicas, en torno al 25%. Las autoridades monetarias han respondido a las tensiones inflacionistas con subidas de tipos, aunque el sesgo sigue siendo expansivo, en opinión de la mayoría de los analistas.
"El margen de la política monetaria, sin embargo, es más difícil en economías tan abiertas y con tanta liquidez a nivel global. Puede ser incluso contraproducente, porque unos tipos de interés elevados atraen más capital extranjero, y eso se traduce en una apreciación de las divisas que los países tratan de frenar", apunta Izquierdo.
La entrada masiva de capitales se ha convertido en la gran batalla a librar por las principales economías latinoamericanas. Una inversión en muchos casos de corto plazo, que aprovecha el diferencial de tipos de interés y de tipo de cambio, y que está llevando a países como Brasil, Perú, México y, más recientemente, Chile a aplicar medidas para intentar frenar la entrada del capital más especulativo y, así, frenar en parte la apreciación de la divisa.
Según los datos del Instituto de Finanzas Internacionales (IIF, por sus siglas en inglés) -asociación que agrupa a los principales bancos privados del mundo-, los flujos de capital en la región aumentaron un 53% en 2010 hasta alcanzar los 220.000 millones de dólares, una cifra cuatro veces superior al déficit por cuenta corriente de la región y que convierte al año pasado en el segundo mejor ejercicio en términos de entradas de capitales, tras los 233.000 millones registrados en 2007.
El FMI se había opuesto históricamente a cualquier limitación en el libre flujo de capitales en el mundo, pero su reciente cambio de postura, justificado -dice- por las circunstancias excepcionales que atraviesan algunas regiones [ver página 7, entrevista con Nicolás Eyzaguirre], levanta las sospechas de los países emergentes, que defienden su derecho a utilizar cualquier medida a su alcance para frenar la entrada de lo que denominan capital golondrina.
"Nos oponemos a cualquier tipo de guía, código de conducta o marco de actuación que intente limitar, directa o indirectamente, las respuestas de los países que sufren repuntes en la entrada de capitales volátiles", advirtió el ministro de Finanzas de Brasil, Guido Mantega, en una de las reuniones celebradas en el marco de las asambleas de primavera del Fondo.
"Estas circunstancias exigen una intensa coordinación internacional o, de lo contrario, podemos entrar en guerras cambiarias que a todos nos interesa evitar", advierte el economista del BID.
Lo cierto es que en Latinoamérica confluyen en este momento unas condiciones internas de sólido crecimiento y relativo saneamiento de las cuentas públicas con unas condiciones externas de extremada liquidez sin precedentes y fuerte demanda de materias primas que obliga a la región a manejar con tino "la abundancia para evitar el colapso", como señala el documento de trabajo del FMI elaborado por Nicolás Eyzaguirre, Martin Kaufman, Steven Philips y Rodrigo Valdés. "Riesgos de una explosión de la demanda, elevados déficits por cuenta corriente y un exceso de intermediación financiera son amenazas de primer orden, comparables a las amenazas de la enfermedad holandesa", advierten los autores.
En economía, la enfermedad holandesa es un término acuñado en 1977 por el semanario The Economist para explicar la relación entre el aumento de la explotación de recursos naturales y la caída de la producción en el sector industrial. Un mecanismo por el que el aumento de los ingresos procedentes de las materias primas conlleva una apreciación de la divisa, lo que reduce el atractivo del resto de los productos nacionales, al hacerlos menos competitivos en términos de precios. Eso fue lo que le sucedió a Holanda en 1959 cuando descubrió un importante yacimiento de gas natural. Porque si no se sabe manejar apropiadamente la abundancia, las economías también pueden morir de éxito.

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