jueves, 17 de febrero de 2011

REFORMA HACENDARIA ¿PARA QUÉ?

Manlio Fabio Beltrones / Reforma
"Lo más difícil de entender del mundo es el impuesto sobre la renta". Albert Einstein
México es un país sobrediagnosticado. Tenemos múltiples opciones sobre lo que debemos de hacer para darle rumbo a la política hacendaria; sobre lo urgente y necesario que resulta una reforma integral que amplíe la base tributaria, recaude más, bajando las tasas impositivas. Desde luego, que gaste mejor y que acabe con los privilegios. ¿Quién estaría en contra de que el gobierno recaude más con menores tasas impositivas y que gaste mejor? ¿Quién estaría en contra de bajar los impuestos?
No podemos perder más tiempo. Actuemos y dejemos de seguir negándole a nuestro país la posibilidad de tener finanzas públicas ordenadas que nos lleven a tener rumbo en el gasto. El futuro es hoy. Es el momento de que el presidente de la República, la Secretaría de Hacienda, los diputados, los senadores, los gobernadores, los empresarios, organizaciones y los sindicatos actuemos con responsabilidad para analizar las diferentes propuestas de reforma fiscal y de gasto que requiere el país y tomemos decisiones definitivas.
A nadie le conviene seguir aplazando una reforma hacendaria urgente y necesaria que abandone la ruta de crear más impuestos (como el IDE y el IETU) y subir impuestos; que de no ser aprobada ahora, se tendría que posponer inevitablemente para algún momento del siguiente sexenio. Es la hora de construir los acuerdos necesarios para aprobar a la brevedad una reforma hacendaria que detone el crecimiento y el desarrollo económico de México.
Los senadores del PRI hemos presentado una propuesta de reforma hacendaria cuyo objetivo es el de reactivar el mercado interno y reconstruir el sistema fiscal del Estado. Se trata de buscar nuevas ideas que vayan más allá de la salida fácil de aumentar impuestos. Según datos del Fondo Monetario Internacional, el incremento del 15% al 16% en el IVA sólo aumentó el 0.24% la recaudación. Este camino fomenta la evasión. Estoy convencido de que la salida no está en estrangular aún más a la sociedad y seguir insistiendo en aumentar los impuestos cuando nuestro problema se llama capacidad recaudatoria y evasión fiscal. Mientras que los países de la OCDE recaudan con impuestos el 40% del PIB, en México, la recaudación sin incluir a Pemex es de alrededor del 10%. La evasión fiscal nos genera pérdidas superiores a los 300 mil millones de pesos anuales, lo que representa más de 14 veces el presupuesto de la UNAM. Por otra parte, los regímenes especiales en México generan pérdidas del 4% del PIB, lo que equivale a 83 veces la inversión federal en hospitales.
La reforma hacendaria que hemos propuesto busca reducir las tasas impositivas y el aumento de la base gravable a partir de la simplificación de los esquemas de tributación, la eliminación de los regímenes especiales, la progresividad y equidad del sistema fiscal y una mayor eficiencia en el gasto público.
En primer lugar, con dicha reforma buscamos disminuir el Impuesto al Valor Agregado del 16% al 12% y el Impuesto Sobre la Renta del 30% al 25%. Se aumenta la base gravable sin tocar medicinas ni canasta básica. La propuesta cobra menos a quienes menos tienen y más a quienes tienen mayor capacidad económica. No somos los primeros en el país, tampoco los únicos en el mundo, en esta década, Colombia, Costa Rica y Chile lograron incrementar la recaudación fiscal al disminuir la tasa impositiva; Rusia lo logró en los noventa; Estados Unidos en los ochenta. Hoy discuten esta idea en Francia y Alemania.
En segundo lugar, con la reforma fiscal buscamos simplificar el sistema fiscal y eliminar las puertas que dan lugar a evasiones y, conforme lo mandata la Constitución, proponemos que pague más quien gana más, y pague menos quien menos tiene.
En tercer lugar, buscamos simplificar el pago de impuestos con una tasa única opcional de 5% de los ingresos para la mediana empresa y de 3% de los ingresos para el campo y la pequeña empresa. Proponemos, adicionalmente, otorgar a las entidades y a los municipios potestades de recaudación y abrogar la ley del IETU e integrar los criterios de este impuesto al ISR.
En cuarto lugar, con nuestra propuesta hemos diseñado una serie de incentivos para combatir la informalidad por medio de premiar el cumplimiento fiscal con la reintegración del 3% del IVA a quienes adquieran productos y servicios en el mercado establecido.
Por otra parte, la propuesta de reforma incluye la revisión del gasto público, para darle más trasparencia y mejor rendición de cuentas, para elevar su eficiencia, su eficacia, su productividad. Una reforma hacendaria integral debe mejorar los ingresos, pero también debe darle rumbo al presupuesto. Por ello, sería conveniente revisar la Ley de Presupuesto y Responsabilidad Hacendaria y el Decreto Anual de Presupuesto de Egresos de la Federación, con el objetivo de hacer más productivo el gasto del gobierno.
Si nos ponemos de acuerdo en qué vamos a gastar y cómo debe ejercerse, será más fácil encontrar coincidencia sobre la política fiscal que necesitamos. ¿Quién se opondría a designar mayor presupuesto a la educación? ¿Quién se opondría a invertir más en ciencia y tecnología? ¿Quién se opondría a invertir más en infraestructura? ¿Quién se opondría a mejorar la seguridad pública?
No podemos aplazar la reforma hacendaria. Lo que los senadores del PRI hemos propuesto es una reforma dirigida a fomentar el crecimiento y la generación de empleo. Es la hora de actuar con responsabilidad para lograr la oportunidad de darle orden y rumbo a nuestro país. Si no es ahora, ¿cuándo?.
El autor es presidente del Senado de la República.

No hay comentarios:

Publicar un comentario