"Dejamos el pan por galletas"
DESESPERACIÓN. La familia Garnica Aburto asegura que 6 mil pesos no son suficientes para poder solventar todos los gastos que se generan mensualmente
Noé Garnica Chimán, de 32 años, regresa a su casa a las ocho de la noche con el semblante enfadado, tras salir de ella desde las siete de la mañana para laborar en la empresa constructora, donde percibe un salario de 4 mil 200 pesos, que más prestaciones suman un total de 6 mil pesos mensuales. Su esposa Eva Aburto Trujillo, de 30 años, y sus hijos Jesús, de siete, Marco, de seis, y Francisco Javier, de cuatro, lo esperan con cierta ansia por dos razones: papá llega para ayudarles con la tarea y porque trae consigo las galletas y la leche o refresco, según sea el caso, con los cuales habrán de cenar. La familia Garnica Aburto vive en Tarimbaro, en la zona conurbada con el norte de Morelia, Michoacán, en uno de los tantos conjuntos habitacionales de clase media, donde pagan mil 200 pesos de renta mensual por una casa de dos cuartos, baño, sala-comedor, cocina y patio de servicio. En esta ocasión, Noé encuentra la sorpresa de que hay un kilo de huevo en la mesa. “Estamos arañando la quincena, nos quedamos sin dinero, y pensé que sólo habría para cenar galletas y refresco”, sonríe el padre de familia tras alegrarse de que Eva consiguiera el huevo con una vecina. Desglosan el gasto de esos 6 mil pesos: “Debemos estirar el dinero al máximo, pues es poco como para solventar educación, ropa, renta, agua, luz, transporte, gasolina. Andamos pidiendo dinero, porque a estas alturas no tenemos ni para el transporte y así es normalmente todas las quincenas. Gastamos más de lo que ganamos, pero no es porque queramos, sino que las necesidades son más”. Luego de hacer las cuentas, llegan a la conclusión de que gastan mil pesos por quincena en alimentos, sin contar la despensa que básicamente es café, leche, chocolate y a veces cereal. Tampoco se incluyen en estos mil pesos las tortillas ni el pan, “bueno, ya cambiamos el pan por galletas, porque son mucho más baratas”, corrige Noé. Lo anterior más 600 pesos en transporte para dos semanas, “y lo que nos resta es para sacar la quincena como podamos. Salimos siempre con números en contra”, se lamentan ambos padres. Además, refieren que su carro, el Volkswagen 88 que compraron con los años en que Noé se fue a EU, está varado porque no cuentan con los 250 pesos que se necesitan para la reparación de los frenos. —¿Esparcimiento familiar? —En los siete años que tiene mi hijo mayor, sólo hemos ido en dos ocasiones a nadar —comenta Eva. Marco le dice a su papá que tiene hambre. Noé le da un abrazo al tiempo que relata que “lo hacemos por ellos. Nosotros llegamos a la prepa, pero queremos que ellos lleguen lejos”. —¿Qué piensan de las declaraciones hechas por el secretario de Hacienda, quien dijo que con 6 mil pesos alcanza para pagar colegiaturas, comprar casa y dar el enganche de un carro? —Que ojalá él viviera con un sueldo de 6 mil pesos, a ver cómo le haría.
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