José Antonio Rojas Nieto / La Jornada
Los indicadores oficiales sobre la evolución de la economía estadunidense no permiten asegurar –como algunos analistas ya parecen sugerir– que la economía de nuestros vecinos ya superó la tremenda crisis a que se condujo desde finales de 2007 y que explotó en 2009.
Hay elementos que, efectivamente, obligan a reconocer mejoría en muchos aspectos, pero hay otros que siguen siendo lamentables, profundamente lamentables. Básicamente porque aún muestran un deterioro terrible, grave y doloroso de las condiciones de vida de muchos estadunidenses y –más todavía– muchísimos migrantes, entre ellos muchisísimos mexicanos. Menciono algunos: 1) en enero, el periodo promedio para conseguir empleo alcanzó 36.9 semanas, valor máximo en toda la historia, cerca de nueve meses; 2) también en enero, en la industria de la construcción, todavía hubo despidos, en este caso 32 mil, con lo que en este sector se registran 26 meses de continua expulsión de trabajadores, con un monto acumulado de un millón 305 mil; 3) en relación con estos ceses, otro indicador que muestra el deterioro es el del inicio de la construcción de viviendas particulares, en picada desde su máximo de poco más de 2 millones en enero de 2006, detenido desde hace casi dos años en un promedio ligeramente mayor al medio millón de viviendas al mes; 4) este indicador de la depresión en la industria de la construcción se confirma con otro, el del número de viviendas unifamiliares vendidas, con un promedio de 350 mil en los dos últimos años, luego de haber alcanzado más de un millón 100 mil en promedio en 2005 y 2006; 5) un quinto indicador de la persistente crisis estadunidense es el número de desempleados –acaso el más grave–, pues si bien es cierto que la tasa actual es de 9.0 por ciento, luego de una máxima de 10.10 en octubre de 2009, el número de trabajadores que aún no recobra el empleo perdido como resultado de la crisis es del orden de 6 millones, considerando como mes clave de inicio de la crisis diciembre de 2007; 6) un último indicador "terrible" de la hondura de la crisis es el del crédito global –al consumo, hipotecario, comercial e industrial–, que después de su expansión extraordinaria de 2003 en adelante se ha desplomado en un volumen cercano a 10 por ciento de finales de 2008 en adelante, sin mostrar señales de recuperación (22 por ciento de caída en el crédito hipotecario y 25 por ciento en el comercial e industrial, líneas que aún no muestran ninguna recuperación).
Es cierto, sin embargo, que la producción industrial se ha recuperado 11 por ciento luego de su punto más bajo en junio de 2009. No obstante, apenas se encuentra a 95 por ciento del más alto nivel que registrara en diciembre de 2007, mes de inicio de un descenso industrial continuo durante 18 meses. Pero también hay que decir que esta recuperación industrial se centra de manera sustancial en las esferas de bienes de consumo no duradero, pues pese a la recuperación de la manufactura de automóviles y electrodomésticos su nivel en enero de este año todavía fue inferior en casi 20 por ciento al registrado en el mes de julio de 2007.O sea, luego de tres años y medio de alternar un crecimiento cada vez menor, una caída fuerte, un descenso cada vez menor y una recuperación, los niveles de 2007 no están presentes en la economía estadunidense.
Termino dando un ejemplo más de un importante indicador que, efectivamente, está mejor que hace un año, pero que todavía no alcanza el alto nivel que tenía a finales de 2007. Me refiero al de capacidad utilizada en la industria. En enero de este año fue de 76 por ciento. Este nivel todavía es inferior en seis puntos porcentuales de capacidad utilizada al de abril de 2007, en el que el equipo y todo lo instalado para la producción industrial vecina operó a 82 por ciento de sus posibilidades, monto muy elevado pero inferior al máximo histórico de los primeros meses de 1968 y, asimismo, de los primeros meses de 1973, épocas "doradas" en las que casi operó a 90 por ciento.
Todo este juego de números para decir que luego de casi 36 meses de desaceleración, de 12 meses más de caída, de casi 70 meses de recuperación ficticia –sustentada básicamente en una expansión sin precedentes del crédito– y de 24 meses de derrumbe se viven 12 meses de recuperación. Desde la perspectiva de la producción y la operación industrial, esto significa un nivel equivalente al de hace 27 meses. Todavía no se llega al máximo de finales de 2007.
De continuar al ritmo de 2010 se alcanzaría el alto nivel de finales de 2007 en el primer semestre de 2012. Esto representa poco más de cuatro años de retraso en la economía, con una secuela de deterioro social sin precedente, que pone a nuestros vecinos en niveles de bienestar de hace muchos años. Sólo hay que pensar que se trata de la economía más fuerte del mundo. Ni más ni menos. ¿Cómo defender al capitalismo frente a eso? ¿Cómo?
Los indicadores oficiales sobre la evolución de la economía estadunidense no permiten asegurar –como algunos analistas ya parecen sugerir– que la economía de nuestros vecinos ya superó la tremenda crisis a que se condujo desde finales de 2007 y que explotó en 2009.
Hay elementos que, efectivamente, obligan a reconocer mejoría en muchos aspectos, pero hay otros que siguen siendo lamentables, profundamente lamentables. Básicamente porque aún muestran un deterioro terrible, grave y doloroso de las condiciones de vida de muchos estadunidenses y –más todavía– muchísimos migrantes, entre ellos muchisísimos mexicanos. Menciono algunos: 1) en enero, el periodo promedio para conseguir empleo alcanzó 36.9 semanas, valor máximo en toda la historia, cerca de nueve meses; 2) también en enero, en la industria de la construcción, todavía hubo despidos, en este caso 32 mil, con lo que en este sector se registran 26 meses de continua expulsión de trabajadores, con un monto acumulado de un millón 305 mil; 3) en relación con estos ceses, otro indicador que muestra el deterioro es el del inicio de la construcción de viviendas particulares, en picada desde su máximo de poco más de 2 millones en enero de 2006, detenido desde hace casi dos años en un promedio ligeramente mayor al medio millón de viviendas al mes; 4) este indicador de la depresión en la industria de la construcción se confirma con otro, el del número de viviendas unifamiliares vendidas, con un promedio de 350 mil en los dos últimos años, luego de haber alcanzado más de un millón 100 mil en promedio en 2005 y 2006; 5) un quinto indicador de la persistente crisis estadunidense es el número de desempleados –acaso el más grave–, pues si bien es cierto que la tasa actual es de 9.0 por ciento, luego de una máxima de 10.10 en octubre de 2009, el número de trabajadores que aún no recobra el empleo perdido como resultado de la crisis es del orden de 6 millones, considerando como mes clave de inicio de la crisis diciembre de 2007; 6) un último indicador "terrible" de la hondura de la crisis es el del crédito global –al consumo, hipotecario, comercial e industrial–, que después de su expansión extraordinaria de 2003 en adelante se ha desplomado en un volumen cercano a 10 por ciento de finales de 2008 en adelante, sin mostrar señales de recuperación (22 por ciento de caída en el crédito hipotecario y 25 por ciento en el comercial e industrial, líneas que aún no muestran ninguna recuperación).
Es cierto, sin embargo, que la producción industrial se ha recuperado 11 por ciento luego de su punto más bajo en junio de 2009. No obstante, apenas se encuentra a 95 por ciento del más alto nivel que registrara en diciembre de 2007, mes de inicio de un descenso industrial continuo durante 18 meses. Pero también hay que decir que esta recuperación industrial se centra de manera sustancial en las esferas de bienes de consumo no duradero, pues pese a la recuperación de la manufactura de automóviles y electrodomésticos su nivel en enero de este año todavía fue inferior en casi 20 por ciento al registrado en el mes de julio de 2007.O sea, luego de tres años y medio de alternar un crecimiento cada vez menor, una caída fuerte, un descenso cada vez menor y una recuperación, los niveles de 2007 no están presentes en la economía estadunidense.
Termino dando un ejemplo más de un importante indicador que, efectivamente, está mejor que hace un año, pero que todavía no alcanza el alto nivel que tenía a finales de 2007. Me refiero al de capacidad utilizada en la industria. En enero de este año fue de 76 por ciento. Este nivel todavía es inferior en seis puntos porcentuales de capacidad utilizada al de abril de 2007, en el que el equipo y todo lo instalado para la producción industrial vecina operó a 82 por ciento de sus posibilidades, monto muy elevado pero inferior al máximo histórico de los primeros meses de 1968 y, asimismo, de los primeros meses de 1973, épocas "doradas" en las que casi operó a 90 por ciento.
Todo este juego de números para decir que luego de casi 36 meses de desaceleración, de 12 meses más de caída, de casi 70 meses de recuperación ficticia –sustentada básicamente en una expansión sin precedentes del crédito– y de 24 meses de derrumbe se viven 12 meses de recuperación. Desde la perspectiva de la producción y la operación industrial, esto significa un nivel equivalente al de hace 27 meses. Todavía no se llega al máximo de finales de 2007.
De continuar al ritmo de 2010 se alcanzaría el alto nivel de finales de 2007 en el primer semestre de 2012. Esto representa poco más de cuatro años de retraso en la economía, con una secuela de deterioro social sin precedente, que pone a nuestros vecinos en niveles de bienestar de hace muchos años. Sólo hay que pensar que se trata de la economía más fuerte del mundo. Ni más ni menos. ¿Cómo defender al capitalismo frente a eso? ¿Cómo?
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