lunes, 21 de febrero de 2011

¿QUIEN MATO AL PRD?

Denise Maerker / El Universal
Ayer, en pleno mitin en Texcoco, López Obrador quiso que Alejandro Encinas sellara la ruptura definitiva del PRD y que lo acompañara como candidato de su movimiento, sin el PRD, a la gubernatura del Estado de México. Anunció que él “pinta su raya” y se hace a un lado del PRD “mientras se mantenga el contubernio”. La razón de esta decisión fue que el día anterior en el Consejo Nacional del PRD se votó someter a una consulta ciudadana si el PRD y el PAN van juntos en las próximas elecciones para gobernador del Estado de México. Los grupos afines a López Obrador se oponían, pero perdieron la votación por 129 votos contra 72. Ante la derrota había aparentemente dos caminos: asumir la decisión mayoritaria o romper y salirse del partido. López Obrador optó por la figura inexistente de la licencia temporal, una ruptura que evita decir su nombre y que López Obrador quiso endosar a otro.
Alejandro Encinas fue conminado a tomar la decisión de si sería el candidato de una alianza del PT, Convergencia “con organizaciones sociales con organizaciones ciudadanas, con mujeres y hombres libres sin partido y de buena voluntad”, aunque eso sí, López Obrador le aclaró a Encinas que “no lo quería forzar”, pero que la planteaba “para que lo fuera pensando”; Alejandro resistió. Y planteó abiertamente lo que implicaba la decisión: “Lo que está en juego aquí en el Estado de México no es solamente cómo participamos por la gubernatura, lo que está en juego es además de definir la modalidad que adoptemos para participar en la elección presidencial de 2012, es definir el futuro de la izquierda. Una definición como la que se me plantea rebasa con mucho el ámbito de la decisión personal, porque implica la decisión de romper con el PRD y avanzar en un escenario de dos candidatos y dos proyectos distintos en 2012. El PRD no es patrimonio de sus dirigentes. Al PRD lo formamos muchos y es el resultado de la lucha de muchas generaciones de la izquierda mexicana. […] Y eso lo tenemos que defender. Si queremos un PRD y una izquierda unida a 2012 y al futuro dependerá de la decisión que tomemos en el Estado de México. […] Y espero que sea una decisión colectiva con una visión estratégica de largo plazo”. López Obrador le pedía una decisión individual y de corto plazo, Alejandro no se dejó. Arrastrar a Encinas en la ruptura hubiera significado un gran triunfo para Andrés Manuel y una herida mortal para el partido. Pero Encinas se resistió a ser el enterrador del PRD. Explícitamente dijo: “¡Ahora sí que no me quieran cargar el muertito a mí solo”. Fue también una confrontación de estilos. Alejandro pedía una posición consensada y reflexiva de todos los involucrados, López Obrador planteó su posición y pidió para legitimarla un voto a mano alzada de los ahí presentes. Andrés Manuel piensa en su candidatura de 2012, Encinas sintió el aliento de la historia en la nuca. Para Andrés Manuel es un hecho la ruptura y las dos candidaturas en 2012, Encinas se aferra a la posibilidad de que la izquierda no vuelva a ser una constelación de partiditos mortalmente enfrentados y sin opción al poder.
En cualquier caso, el PRD huele a muerto y es una tristeza —como bien lo recordó Alejandro— para quienes lucharon durante décadas por construir un partido de izquierda que tuviera posibilidades de llegar al poder y en general para la democracia mexicana porque se empobrece la oferta de formas distintas de gobernar.

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