El presidente de EE UU lanza unos presupuestos condenados al fracaso
ANTONIO CAÑO - EL PAÍS
Haciendo malabarismos entre su compromiso de reducir el déficit a largo plazo y su voluntad de aumentar la inversión en áreas decisivas para mantener la competitividad de la economía norteamericana, Barack Obama presentó ayer un presupuesto para 2012 que representa un gasto de 3,73 billones de dólares (2,7 billones de euros) y eleva el déficit nacional hasta la cifra récord de 1,65 billones de dólares, considerablemente más de lo previsto hasta hace pocos meses.
"La única forma de que podamos invertir en nuestro futuro es que el Gobierno empiece a vivir de acuerdo a sus posibilidades", declaró el presidente en un acto celebrado en una escuela de Baltimore, lugar elegido para escenificar que la educación es uno de los apartados a los que se dedicará más dinero porque constituye uno de los pilares de la prosperidad de las próximas generaciones. "Conseguiremos eso eliminando el derroche y recortando todo aquello que no resulta imprescindible para vivir", añadió.
Junto a la educación, las infraestructuras, la investigación y las energías alternativas serán los objetivos principales. Los recortes -unos 100.000 millones de dólares anuales durante una década- afectarán a muchos programas sociales que Obama apoya, como las ayudas energéticas a familias pobres o la subvención de trabajadores sociales, pero que no ayudan a la competitividad.
Por primera vez en muchos años, se reduce el presupuesto de defensa. Aunque la guerra de Afganistán se lleva más de 100.000 millones de dólares, el Pentágono recibirá para el año fiscal que comienza el 1 de octubre 78.000 millones menos que al año anterior.
En cifras generales, el gasto calculado por Estados Unidos es cinco veces mayor al de España, notablemente superior al de Francia y Alemania juntos y más de tres veces por encima del de China. El déficit, al mismo tiempo, es 10 veces superior al de cualquiera de esos países.
Con toda la trascendencia de esas cantidades, este presupuesto es más una declaración de intenciones que un verdadero anticipo de las cuentas públicas norteamericanas, puesto que sus posibilidades de aprobación por el Congreso en su redacción actual son nulas. El presupuesto de 2011 todavía no ha recibido la luz verde del Capitolio, y eso que, hasta noviembre pasado, los demócratas tenían mayoría en el Senado y en la Cámara de Representantes.
El Gobierno está gastando este año conforme a una legislación de emergencia que debe ser renovada por el Congreso el mes próximo. Para obtenerla, la Casa Blanca tendrá que pactar con los republicanos, que exigen fuertes recortes en el presupuesto actual antes de abordar el de 2012.
Se avecina pues una dura batalla cuya consecuencia más dramática podría ser, como ya ha ocurrido en otras ocasiones, la paralización de la actividad estatal si no se alcanza un compromiso sobre cuánto y cómo gastar en los próximos años.
En este momento existe un consenso en Washington sobre la necesidad de reducir un déficit que, al ritmo actual, elevará la deuda federal norteamericana por encima de los siete billones de dólares para 2021. Las diferencias radican en qué gastos eliminar.
Los republicanos aseguran que no quieren tocar el presupuesto de defensa ni los principales programas sociales, Medicare (ayuda sanitaria), Medicaid (ayuda a los pobres) y Seguridad Social (pensiones), que representan más del 60% del gasto público total. Quieren hacerlo, además, sin elevar impuestos. Su propuesta es eliminar 61.000 millones del actual presupuesto de 2011 reduciendo drásticamente los apartados de ayuda internacional (incluido el pago a la ONU) y los presupuestos de algunas agencias estatales en las que no creen, como la NASA o la Administración de Alimentos y Medicinas.
Los recortes propuestos por los republicanos para este mismo año incluyen también la eliminación de algunos planes sociales, como el de ayudas escolares a niños sin recursos, que la Casa Blanca considera innegociables.
La alternativa ofrecida por Obama, al margen de lo que se negocie para 2011, es una reducción paulatina del déficit en 10 años. La cifra de 1,6 billones contemplada para 2011, que supone el 11% del PIB, se recortaría el año siguiente hasta 1,1 billones (7% del PIB) y así paulatinamente hasta llegar en 2015 a una cantidad equivalente al 3% del PIB, lo que los economistas consideran ya un margen razonable. Uno de los instrumentos para conseguirlo, según figura en el proyecto presentado ayer, es la eliminación dentro de dos años de las ayudas fiscales a los ingresos superiores a los 250.000 dólares anuales.
ANTONIO CAÑO - EL PAÍS
Haciendo malabarismos entre su compromiso de reducir el déficit a largo plazo y su voluntad de aumentar la inversión en áreas decisivas para mantener la competitividad de la economía norteamericana, Barack Obama presentó ayer un presupuesto para 2012 que representa un gasto de 3,73 billones de dólares (2,7 billones de euros) y eleva el déficit nacional hasta la cifra récord de 1,65 billones de dólares, considerablemente más de lo previsto hasta hace pocos meses.
"La única forma de que podamos invertir en nuestro futuro es que el Gobierno empiece a vivir de acuerdo a sus posibilidades", declaró el presidente en un acto celebrado en una escuela de Baltimore, lugar elegido para escenificar que la educación es uno de los apartados a los que se dedicará más dinero porque constituye uno de los pilares de la prosperidad de las próximas generaciones. "Conseguiremos eso eliminando el derroche y recortando todo aquello que no resulta imprescindible para vivir", añadió.
Junto a la educación, las infraestructuras, la investigación y las energías alternativas serán los objetivos principales. Los recortes -unos 100.000 millones de dólares anuales durante una década- afectarán a muchos programas sociales que Obama apoya, como las ayudas energéticas a familias pobres o la subvención de trabajadores sociales, pero que no ayudan a la competitividad.
Por primera vez en muchos años, se reduce el presupuesto de defensa. Aunque la guerra de Afganistán se lleva más de 100.000 millones de dólares, el Pentágono recibirá para el año fiscal que comienza el 1 de octubre 78.000 millones menos que al año anterior.
En cifras generales, el gasto calculado por Estados Unidos es cinco veces mayor al de España, notablemente superior al de Francia y Alemania juntos y más de tres veces por encima del de China. El déficit, al mismo tiempo, es 10 veces superior al de cualquiera de esos países.
Con toda la trascendencia de esas cantidades, este presupuesto es más una declaración de intenciones que un verdadero anticipo de las cuentas públicas norteamericanas, puesto que sus posibilidades de aprobación por el Congreso en su redacción actual son nulas. El presupuesto de 2011 todavía no ha recibido la luz verde del Capitolio, y eso que, hasta noviembre pasado, los demócratas tenían mayoría en el Senado y en la Cámara de Representantes.
El Gobierno está gastando este año conforme a una legislación de emergencia que debe ser renovada por el Congreso el mes próximo. Para obtenerla, la Casa Blanca tendrá que pactar con los republicanos, que exigen fuertes recortes en el presupuesto actual antes de abordar el de 2012.
Se avecina pues una dura batalla cuya consecuencia más dramática podría ser, como ya ha ocurrido en otras ocasiones, la paralización de la actividad estatal si no se alcanza un compromiso sobre cuánto y cómo gastar en los próximos años.
En este momento existe un consenso en Washington sobre la necesidad de reducir un déficit que, al ritmo actual, elevará la deuda federal norteamericana por encima de los siete billones de dólares para 2021. Las diferencias radican en qué gastos eliminar.
Los republicanos aseguran que no quieren tocar el presupuesto de defensa ni los principales programas sociales, Medicare (ayuda sanitaria), Medicaid (ayuda a los pobres) y Seguridad Social (pensiones), que representan más del 60% del gasto público total. Quieren hacerlo, además, sin elevar impuestos. Su propuesta es eliminar 61.000 millones del actual presupuesto de 2011 reduciendo drásticamente los apartados de ayuda internacional (incluido el pago a la ONU) y los presupuestos de algunas agencias estatales en las que no creen, como la NASA o la Administración de Alimentos y Medicinas.
Los recortes propuestos por los republicanos para este mismo año incluyen también la eliminación de algunos planes sociales, como el de ayudas escolares a niños sin recursos, que la Casa Blanca considera innegociables.
La alternativa ofrecida por Obama, al margen de lo que se negocie para 2011, es una reducción paulatina del déficit en 10 años. La cifra de 1,6 billones contemplada para 2011, que supone el 11% del PIB, se recortaría el año siguiente hasta 1,1 billones (7% del PIB) y así paulatinamente hasta llegar en 2015 a una cantidad equivalente al 3% del PIB, lo que los economistas consideran ya un margen razonable. Uno de los instrumentos para conseguirlo, según figura en el proyecto presentado ayer, es la eliminación dentro de dos años de las ayudas fiscales a los ingresos superiores a los 250.000 dólares anuales.
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