Enrique Berruga Filloy / El Universal
Scaring people with the dead’s straw mat, sería la traducción más cercana de nuestro famoso adagio de “espantar con el petate del muerto”. Dada la creciente utilización de esta práctica en Estados Unidos, conviene ensayar su traducción al inglés. De hecho, en menos de una semana, tres funcionarios del más alto nivel de ese país lo aplicaron a conciencia.
Primeramente, el general Joseph Westphal, subsecretario del ejército, aseguró en una escuela en Utah que, dado el clima de inseguridad en México, estaba cercano el día en que las tropas estadounidenses debieran sellar la frontera e incluso debieran considerar la posibilidad de entrar a nuestro territorio para poner orden. A estas declaraciones siguieron las de la señora Janet Napolitano, secretaria de Seguridad Interna, quien deslizó la posibilidad de que nuestros Zetas se liguen con la red terrorista Al-Qaeda para sembrar el caos en México y de paso amagar al propio Estados Unidos. “Por razones de seguridad, no puedo revelar nada más al respecto”, dijo en forma enigmática la funcionaria, frente a miembros del Congreso. Un sudor frío recorrió la espalda de muchos congresistas que tienen vivo el recuerdo de los ataques sobre el Pentágono y el World Trade Center de Nueva York. Finalmente, el turno correspondió al señor James R. Clapper, director nacional de Inteligencia, quien se limitó a señalar que, dadas las condiciones de violencia e inseguridad en nuestro país, México alcanzaba oficialmente la categoría 1. Esto representa el nivel de prioridad más alto con que cuenta el gobierno de Estados Unidos en materia de seguridad internacional.
¿Será cierto que tengan planes de invadirnos o que realmente existan ligas entre la organización terrorista más peligrosa del mundo y nuestros Zetas? Algunas cosas no cuadran. Al general Westphal lo obligaron a retractarse de inmediato con al famoso ardid foxiano de que “eso no es lo que quiso decir el general”. En el caso de la señora Napolitano, llama la atención que ante la explosiva revelación de que Al-Qaeda pudiera encontrarse en el vecino del sur, ninguno de los principales diarios de Estados Unidos le hayan dado siquiera el honor de mencionarla. Ésta es precisamente la aplicación de ese principio tan mexicano de scaring people with the dead’s straw mat.
De las tres declaraciones, la advertencia del jefe del espionaje estadounidense es la única que tiene sustancia… y consecuencias reales. Al situar a México en categoría 1 —de máxima seguridad— el gobierno se obliga a generar planes de contigencia y, más importante aún, a reservar fondos federales para atender la problemática.
El meollo del asunto se encuentra en que el establishment de seguridad estadounidense está creciente y genuinamente preocupado por las condiciones imperantes en México. Pero está igualmente preocupado con los recortes presupuestales que se avecinan en el Congreso. De acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, la deuda federal de Estados Unidos podría igualar al Producto Nacional Bruto de ese país para el año 2015. Es decir, por cada dólar que produzca la economía estadounidense, su gobierno tendrá un dólar de deuda. Éste es exactamente el nivel de endeudamiento que alcanzó Grecia antes de desplomarse. Por ello Washington debe apretarse de inmediato el cinturón.
Ya está anunciado por los republicanos que los primeros recortes se aplicarán en los programas de ayuda internacional de Estados Unidos. Naturalmente, esto genera una grave preocupación en las agencias diplomáticas y de seguridad estadounidenses. En el caso concreto de México, una decisión presupuestal de este tipo pondría punto final a la Iniciativa Mérida de cooperación antinarcóticos. Si bien el monto es francamente reducido y en su mayoría entregado en especie (helicópteros usados, equipo y entrenamiento), esta iniciativa le ha permitido a Estados Unidos tener un pie metido en la lucha mexicana contra el narco.
Así las cosas, en la lógica de los cuerpos de seguridad estadounidenses resulta prioritario que México sea capaz de contener a las bandas criminales que ya empiezan a operar dentro del territorio de ese país. Es un dicho, ese sí muy gringo, que si la casa de tu vecino se está incendiando, tarde o temprano el fuego llegará hasta la tuya. Así, antes de que las flamas alcancen un nivel incontrolable, Napolitano y Cappel suenan la alarma en el Congreso para desalentar cualquier amago de recorte presupuestal en esta relación crucial para su seguridad. Del lado mexicano, si teníamos dudas respecto a la magnitud de nuestra problemática frente al crimen organizado, ahora sabemos perfectamente cómo se nos ve desde el extranjero. Con seguridad Al-Qaeda no está presente en México, pero los 30 mil muertos que llevamos en los últimos cuatro años, no nos hacen echarlos de menos.
Presidente del Consejo Mexicano de Asuntos Internacionales
Scaring people with the dead’s straw mat, sería la traducción más cercana de nuestro famoso adagio de “espantar con el petate del muerto”. Dada la creciente utilización de esta práctica en Estados Unidos, conviene ensayar su traducción al inglés. De hecho, en menos de una semana, tres funcionarios del más alto nivel de ese país lo aplicaron a conciencia.
Primeramente, el general Joseph Westphal, subsecretario del ejército, aseguró en una escuela en Utah que, dado el clima de inseguridad en México, estaba cercano el día en que las tropas estadounidenses debieran sellar la frontera e incluso debieran considerar la posibilidad de entrar a nuestro territorio para poner orden. A estas declaraciones siguieron las de la señora Janet Napolitano, secretaria de Seguridad Interna, quien deslizó la posibilidad de que nuestros Zetas se liguen con la red terrorista Al-Qaeda para sembrar el caos en México y de paso amagar al propio Estados Unidos. “Por razones de seguridad, no puedo revelar nada más al respecto”, dijo en forma enigmática la funcionaria, frente a miembros del Congreso. Un sudor frío recorrió la espalda de muchos congresistas que tienen vivo el recuerdo de los ataques sobre el Pentágono y el World Trade Center de Nueva York. Finalmente, el turno correspondió al señor James R. Clapper, director nacional de Inteligencia, quien se limitó a señalar que, dadas las condiciones de violencia e inseguridad en nuestro país, México alcanzaba oficialmente la categoría 1. Esto representa el nivel de prioridad más alto con que cuenta el gobierno de Estados Unidos en materia de seguridad internacional.
¿Será cierto que tengan planes de invadirnos o que realmente existan ligas entre la organización terrorista más peligrosa del mundo y nuestros Zetas? Algunas cosas no cuadran. Al general Westphal lo obligaron a retractarse de inmediato con al famoso ardid foxiano de que “eso no es lo que quiso decir el general”. En el caso de la señora Napolitano, llama la atención que ante la explosiva revelación de que Al-Qaeda pudiera encontrarse en el vecino del sur, ninguno de los principales diarios de Estados Unidos le hayan dado siquiera el honor de mencionarla. Ésta es precisamente la aplicación de ese principio tan mexicano de scaring people with the dead’s straw mat.
De las tres declaraciones, la advertencia del jefe del espionaje estadounidense es la única que tiene sustancia… y consecuencias reales. Al situar a México en categoría 1 —de máxima seguridad— el gobierno se obliga a generar planes de contigencia y, más importante aún, a reservar fondos federales para atender la problemática.
El meollo del asunto se encuentra en que el establishment de seguridad estadounidense está creciente y genuinamente preocupado por las condiciones imperantes en México. Pero está igualmente preocupado con los recortes presupuestales que se avecinan en el Congreso. De acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, la deuda federal de Estados Unidos podría igualar al Producto Nacional Bruto de ese país para el año 2015. Es decir, por cada dólar que produzca la economía estadounidense, su gobierno tendrá un dólar de deuda. Éste es exactamente el nivel de endeudamiento que alcanzó Grecia antes de desplomarse. Por ello Washington debe apretarse de inmediato el cinturón.
Ya está anunciado por los republicanos que los primeros recortes se aplicarán en los programas de ayuda internacional de Estados Unidos. Naturalmente, esto genera una grave preocupación en las agencias diplomáticas y de seguridad estadounidenses. En el caso concreto de México, una decisión presupuestal de este tipo pondría punto final a la Iniciativa Mérida de cooperación antinarcóticos. Si bien el monto es francamente reducido y en su mayoría entregado en especie (helicópteros usados, equipo y entrenamiento), esta iniciativa le ha permitido a Estados Unidos tener un pie metido en la lucha mexicana contra el narco.
Así las cosas, en la lógica de los cuerpos de seguridad estadounidenses resulta prioritario que México sea capaz de contener a las bandas criminales que ya empiezan a operar dentro del territorio de ese país. Es un dicho, ese sí muy gringo, que si la casa de tu vecino se está incendiando, tarde o temprano el fuego llegará hasta la tuya. Así, antes de que las flamas alcancen un nivel incontrolable, Napolitano y Cappel suenan la alarma en el Congreso para desalentar cualquier amago de recorte presupuestal en esta relación crucial para su seguridad. Del lado mexicano, si teníamos dudas respecto a la magnitud de nuestra problemática frente al crimen organizado, ahora sabemos perfectamente cómo se nos ve desde el extranjero. Con seguridad Al-Qaeda no está presente en México, pero los 30 mil muertos que llevamos en los últimos cuatro años, no nos hacen echarlos de menos.
Presidente del Consejo Mexicano de Asuntos Internacionales
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