lunes, 4 de octubre de 2010

UNA REFORMA JUSTA Y RAZONABLE

Luis Foncerrada Pascal / El Universal
1. El plan de gobierno. En un plan de gobierno el objetivo final, la razón de todas las políticas públicas y de todas las medidas de política económica, debe ser el bienestar de la población. Hay que tener claridad en esto.
2. ¿Qué tipo de bienestar? Un bienestar permanente y creciente, que incluya calidad de vida: salud, educación, vivienda, pensiones que permitan una vida digna durante la vejez. Un bienestar que permita la capacidad de participar en todos los eventos que nos definen como personas y ciudadanos. Tener la posibilidad de expresarse, de vivir la vida que se elija vivir, que ningún mexicano tenga que dejar su país o vivir lejos de su familia. Una existencia digna y plena para todos los mexicanos.
3. El trabajo como condición indispensable. La condición fundamental para esta integración plena es el trabajo. Un trabajo digno y bien remunerado que garantice, por el hecho de participar en la vida productiva del país, el acceso a todas las dimensiones de dicho bienestar. El trabajo es la mejor manera de formar parte del país. Es lo único que puede empoderar al ciudadano. Urge remover cualquier obstáculo que impida crear puestos de trabajo.
4. Inversión, productividad, certeza jurídica y seguridad. El salario real es reflejo de la productividad. Ésta, a su vez, es un efecto de la inversión física, en tecnología, en capital humano. El bajo crecimiento de la productividad no es sólo por bajo crecimiento económico, es por no invertir. Capacitar, también inversión, propicia actitudes más eficientes.
Necesitamos remover los obstáculos a la inversión, ya que, además de mejorar la productividad, es la única variable que genera empleo. De ahí la enorme importancia de una reforma fiscal para propiciar la inversión y no sólo la recaudación; de un presupuesto que privilegie la creación de empleos y no los subsidios a grupos que mantienen prebendas.
Requerimos políticas de fomento a las actividades productivas, a la industria y al campo, para ser competitivos en el interior y exterior. El exterior es un parámetro de productividad, de calidad y, por lo tanto, de competitividad. Hoy no existen.
Un punto fundamental para que haya inversión es la certeza jurídica, que reconozca la propiedad y respalde la ejecución de los contratos. La existencia del ejido es una vergüenza y un obstáculo para el bienestar. Los juicios orales siguen pendientes. Si no hay justicia inmediata, no hay justicia.
La política monetaria es central. Puede hacernos más competitivos en el exterior. Requerimos tasa de interés que aliente negocios y un tipo de cambio que haga competitivos los productos mexicanos.
La seguridad es esencial, tanto para promover nuevas inversiones como para evitar que nos abandonen las que ya existen. Hay que afinar la estrategia contra el crimen organizado y reconsiderar la multiplicidad de sus causas. El presupuesto no debe estar limitado. La inversión en materia de seguridad debe planearse con inteligencia con el fin de recuperar la tranquilidad lo más pronto posible.
5. La reforma laboral. Necesitamos una reforma laboral razonable, que concilie la eficiencia del mercado laboral con la protección de los trabajadores. Hay que complementar la inversión con un mercado laboral eficiente. Debemos facilitar la inversión incrementando la contratación. Junto a esta eficiencia, a esta flexibilización en el mercado laboral, es esencial proteger a los trabajadores. Tenemos que remover los obstáculos para emplear. Debemos reducir los costos asociados a la formalidad; de lo contrario, todos terminaremos en el sector informal.
Hay que premiar la duración en los puestos de trabajo y reconocer al patrón y al empleado. Tenemos que ofrecerle seguridad a los trabajadores y a los empleadores. La permanencia en el trabajo es central para incrementar la productividad. Necesitamos capacitar a nuestros trabajadores.
Todas las políticas públicas y medidas de política económica deben estar dirigidas a que el binomio inversión–empleo logre el mandato más relevante del gobierno: generar bienestar. Es lo único que nos permitirá detener el desperdicio de nuestro bono demográfico. Ya lo estamos desperdiciando, pero todavía no es demasiado tarde.
Director del Centro de Estudios Económicos del Sector Privado

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