domingo, 17 de octubre de 2010

UN PREMIO OPORTUNO

Marcel Jansen / El País
En España, el mal diseño de las instituciones ha sido determinante en el aumento del paro
El contrato indefinido único con indemnizaciones crecientes no perjudicaría a las contrataciones

El Premio Nobel de Economía de este año ha generado un entusiasmo unánime. Las aportaciones pioneras de Diamond, Mortensen y Pissarides sobre "mercados de búsqueda" han cambiado radicalmente nuestra manera de entender fenómenos como el paro. Y en el caso de España, sus enseñanzas indican que el mal diseño de las instituciones ha sido un factor determinante del aumento espectacular del paro durante la crisis actual.
La premisa de los modelos de búsqueda y emparejamiento es que empresas y trabajadores tienen que dedicar tiempo y recursos para localizar candidatos y formar una relación laboral. Estas fricciones y la falta de un mecanismo centralizado explican por qué en el mismo momento puede haber empresas con vacantes y trabajadores sin empleo. Además, los modelos de búsqueda ofrecen una explicación intuitiva de las diferencias salariales entre trabajadores idénticos y fenómenos como la sobreeducación, algo común, pero de difícil explicación en los modelo clásicos. Por último, es importante resaltar que la búsqueda está concebida como una actividad productiva -genera nuevos emparejamientos- y que los cambios en la tasa de paro son el resultado de varios flujos. Por un lado, el flujo de los parados que encuentran trabajo, y por el otro, el flujo de trabajadores que entran al paro desde el empleo o la inactividad.
Una aportación básica de los premiados, y generalizada más tarde por otros economistas, demuestra que las decisiones individuales en estos mercados suelen generar ineficiencias. Por ejemplo, una empresa que crea una vacante mejora las perspectivas de empleo de los desempleados, pero también congestiona el mercado para las demás empresas con vacantes. Los agentes privados suelen ignorar estas externalidades de búsqueda a la hora de tomar decisiones y de fijar los salarios, lo cual resulta en una tasa de paro ineficiente. Son, por tanto, necesarias instituciones laborales que tengan la capacidad de corregir estos fallos de mercado. Y una de las virtudes de los modelos de búsqueda y emparejamiento es precisamente su capacidad para identificar los efectos sobre el empleo, los salarios y el bienestar social de instituciones laborales tales como las prestaciones por desempleo, los salarios mínimos o las indemnizaciones por despido. De hecho, hoy día estos modelos son capaces de explicar casi todas las diferencias en el comportamiento del paro entre países en base a las diferencias en sus instituciones laborales.
En el caso de España, el interés de los investigadores se ha centrado principalmente en la volatilidad del empleo. Con más de un millón de contrataciones y separaciones cada mes, el mercado español es muy dinámico y genera incluso más volatilidad que el mercado estadounidense. Un reciente estudio de tres economistas del Banco de España confirma que la clave está en la dualidad de la protección del empleo, es decir, la brecha entre los costes de despido para contratos fijos y temporales. El salto en los costes de despido reduce la tasa de conversión de los contratos temporales en indefinidos, y esto aumenta la volatilidad. En una expansión de la economía genera una rápida creación de empleo temporal, pero gran parte de estos emparejamientos tienen un bajo nivel de productividad y no sobreviven durante una recesión.
Para solventar este problema, el Manifiesto de los 100 (en cuya elaboración he participado) propone la creación de un contrato indefinido único con indemnizaciones crecientes. Esta reforma elimina la brecha en los costes de despido y, con un diseño adecuado, el contrato único no perjudicaría las contrataciones. Según un estudio de dos de los promotores del manifiesto, basado también en modelos de búsqueda, la mejora sería considerable: con una brecha en indemnizaciones por despido menor e igual que la de Francia, el aumento del paro durante esta Gran Recesión se habría reducido prácticamente a la mitad.
Al final, estos argumentos parecen haber convencido al Gobierno. La reforma laboral aprobada el mes pasado también contempla medidas que acortan la diferencia en los costes de despido. Pero no comparten las virtudes del contrato único. Las restricciones al uso de los contratos temporales generan un aumento de los costes laborales. Y en el caso de la reforma de las causas objetivas para el despido, tardaremos años en conocer el verdadero alcance de la reforma. Por tanto, en un primer momento las reformas pueden complicar la salida de la crisis, y en el medio plazo las ganancias son inciertas. En este escenario, no es de extrañar que los empresarios sigan apostando por la contratación temporal, por lo menos hasta que no se haya resuelto la incertidumbre sobre las causas objetivas.
La reforma de los costes de despido es solo un ejemplo. El Manifiesto de los 100 también identifica otras medidas necesarias en el ámbito de la negociación colectiva, las políticas activas y las prestaciones por desempleo que se han quedado fuera de la reforma. En todos estos casos, los modelos de búsqueda nos pueden ayudar a diseñar mejores instituciones. Por ejemplo, se ha demostrado que la rigidez salarial y la negociación escalonada de los convenios colectivos también son factores que contribuyen a la volatilidad. Otros estudios han demostrado que las prestaciones por desempleo alargan los periodos de paro, como se ha mencionado en algunos medios. Pero las mismas prestaciones también permiten mejoras en la calidad de los emparejamientos, como las mejoras en las políticas activas y la intermediación.
Tarde o temprano, todas estas reformas necesarias volverán sobre la mesa. Esperemos que las decisiones estén entonces basadas en una rigorosa evaluación científica y no en un puro cálculo político.
Marcel Jansen es profesor de la Universidad Autónoma de Madrid.

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