Al menos seis de cada 10 pesos se irán a los acreedores. Se creará una agencia para regular mercado hipotecario
El Congreso de Estados Unidos aprobó la mayor reforma al sistema financiero desde la Gran Depresión, y envió el proyecto al presidente Barack Obama para su promulgación, que se espera sea la próxima semana.
El Congreso de Estados Unidos aprobó la mayor reforma al sistema financiero desde la Gran Depresión, y envió el proyecto al presidente Barack Obama para su promulgación, que se espera sea la próxima semana.
Con 60 votos a favor y 39 en contra, el Senado otorgó la aprobación final a la reestructuración, que endurece las regulaciones a toda la industria financiera, en un intento de evitar que se repita la crisis que duró de 2007 a 2009.
La legislación, a la que se han opuesto los bancos, deja pocos sectores de la industria financiera sin cambios.
El texto fija nuevas reglas para los bancos, establece un nuevo procedimiento para el desmantelamiento de los prestamistas en problemas y crea una agencia gubernamental para regular los mercados hipotecario y de tarjetas de crédito.
La ley limita, además, el riesgo de las transacciones de los bancos, lo que puede acotar sus ganancias.
“A menos que su modelo de negocio dependa de tomar atajos o engañar a los clientes, no hay nada que temer con esta reforma”, dijo Barack Obama.
Importante avance
La votación en el Senado estadounidense culmina más de un año de trabajo legislativo desde que el presidente Obama propuso la reforma, en junio de 2009. La Cámara de Representantes ya la había avalado el mes pasado.
Si bien Barack Obama originalmente esperaba el respaldo de los dos grandes partidos a la reforma, solo tres senadores republicanos votaron a favor del proyecto, y se unieron a los 55 demócratas y dos independientes que la apoyaron. Un demócrata se opuso.
“Lamento que no podamos recuperar sus empleos, devolverles las casas ejecutadas o poner dinero en sus cuentas de jubilación”, dijo el senador demócrata, Christopher Dodd, uno de los autores del proyecto. “Lo que podemos hacer es ver que nunca jamás pasemos por lo que este país ha pasado”.
JPMorgan Chase & Co, el segundo mayor banco de Estados Unidos, comentó que el proyecto no comprometería su modelo de negocio, pero que podría perjudicar su rentabilidad.
“Tendremos algún efecto sobre los ingresos, los márgenes y los volúmenes”, dijo en una conferencia telefónica su presidente ejecutivo, Jamie Dimon.
El mayor operador de derivados de Estados Unidos puede ser el que más tiene que perder con el proyecto, que apunta a restringir las lucrativas operaciones con derivados extrabursátiles, muy riesgosos.
Fuerte apretón
Según el proyecto de 2 mil 300 páginas, los operadores hipotecarios, prestamistas para estudiantes y otras firmas financieras tendrán que responder a una nueva autoridad de protección a los consumidores, pero los concesionarios de autos escaparán al escrutinio.
Los reguladores, que debatieron para contener el daño provocado por colapsos como el de Lehman Brothers en la última crisis, tendrán una nueva autoridad para desmantelar las firmas en problemas si amenazan a la economía.
Un consejo de reguladores controlará los riesgos del sistema financiero y los grandes bancos tendrán que proveer más capital.
Los fondos de capital privado y de cobertura tendrán un mayor escrutinio de los reguladores y las calificadoras pueden ver su modelo de negocio completamente cambiado.
La legislación, a la que se han opuesto los bancos, deja pocos sectores de la industria financiera sin cambios.
El texto fija nuevas reglas para los bancos, establece un nuevo procedimiento para el desmantelamiento de los prestamistas en problemas y crea una agencia gubernamental para regular los mercados hipotecario y de tarjetas de crédito.
La ley limita, además, el riesgo de las transacciones de los bancos, lo que puede acotar sus ganancias.
“A menos que su modelo de negocio dependa de tomar atajos o engañar a los clientes, no hay nada que temer con esta reforma”, dijo Barack Obama.
Importante avance
La votación en el Senado estadounidense culmina más de un año de trabajo legislativo desde que el presidente Obama propuso la reforma, en junio de 2009. La Cámara de Representantes ya la había avalado el mes pasado.
Si bien Barack Obama originalmente esperaba el respaldo de los dos grandes partidos a la reforma, solo tres senadores republicanos votaron a favor del proyecto, y se unieron a los 55 demócratas y dos independientes que la apoyaron. Un demócrata se opuso.
“Lamento que no podamos recuperar sus empleos, devolverles las casas ejecutadas o poner dinero en sus cuentas de jubilación”, dijo el senador demócrata, Christopher Dodd, uno de los autores del proyecto. “Lo que podemos hacer es ver que nunca jamás pasemos por lo que este país ha pasado”.
JPMorgan Chase & Co, el segundo mayor banco de Estados Unidos, comentó que el proyecto no comprometería su modelo de negocio, pero que podría perjudicar su rentabilidad.
“Tendremos algún efecto sobre los ingresos, los márgenes y los volúmenes”, dijo en una conferencia telefónica su presidente ejecutivo, Jamie Dimon.
El mayor operador de derivados de Estados Unidos puede ser el que más tiene que perder con el proyecto, que apunta a restringir las lucrativas operaciones con derivados extrabursátiles, muy riesgosos.
Fuerte apretón
Según el proyecto de 2 mil 300 páginas, los operadores hipotecarios, prestamistas para estudiantes y otras firmas financieras tendrán que responder a una nueva autoridad de protección a los consumidores, pero los concesionarios de autos escaparán al escrutinio.
Los reguladores, que debatieron para contener el daño provocado por colapsos como el de Lehman Brothers en la última crisis, tendrán una nueva autoridad para desmantelar las firmas en problemas si amenazan a la economía.
Un consejo de reguladores controlará los riesgos del sistema financiero y los grandes bancos tendrán que proveer más capital.
Los fondos de capital privado y de cobertura tendrán un mayor escrutinio de los reguladores y las calificadoras pueden ver su modelo de negocio completamente cambiado.
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