jueves, 8 de julio de 2010

LA ASIGNACIÓN DE RECURSOS EN MÉXICO

Mario Rodarte E. / EL Financiero
Uno de los principales problemas que enfrentamos en nuestro país, si no es que el principal, es el del bajo crecimiento económico. Este hecho es el responsable de que no haya empleos de calidad en cantidad suficiente para absorber a los jóvenes que se integran a la fuerza de trabajo, y de paso empezar a ganarle terreno a la informalidad y a la repatriación de mexicanos que trabajan en condiciones paupérrimas fuera de nuestras fronteras.
Como esto no sucede, la pobreza no disminuye y no existe presión social suficiente para que las condiciones de vida de la población aumenten.
En los seminarios del Grupo Huatusco, al que convocó Javier Beristain, este problema del porqué México no crece era el que convocaba a expertos en diversas disciplinas a plantear la problemática, pero sobre todo a proponer soluciones. Uno de los problemas causantes del raquítico crecimiento de nuestra economía es que en México no sabemos asignar los recursos que tenemos.
Para ilustrar esta aseveración podemos empezar mencionando el problema del uso del agua en el país, en donde vemos que más de 70 por ciento del agua en la agricultura se desperdicia.
Luego seguimos con el asunto del agua en usos urbanos, y la mayoría de los municipios, que tienen la autoridad para establecer una política de precios y tarifas del agua, tienen lo que se podría interpretar como una política discrecional para el uso de este recurso. Es decir que cobran lo que les da la gana a sus cuates, y a los no cuates les aplican la tarifa oficial, si es que existe, o bien inventan algo para desplumarlos.
El resultado neto para el país es un desperdicio impresionante de este recurso y un desdén de los municipios a una fuente muy sólida de financiamiento para sus labores.
Podemos seguir en esta enumeración de desencuentros con una política pública coherente de precios para una correcta asignación de recursos, con el problema de los usos del suelo. Como una resultante del desarrollo de países y ciudades, los usos del suelo tienen transformaciones que resultan en precios del suelo impresionantemente elevados en algunos sitios.
Desafortunadamente en nuestro país hemos desdeñado este aspecto y lo hemos convertido más en uno de los cotos reservados para la corrupción de presidentes municipales, quienes cambian las reglas para mejor acomodar su negocio de venta de terrenos y otorgamiento de concesiones para casi cualquier cosa que se nos pueda ocurrir, desde una guardería o escuela hasta una tienda de narcomenudeo.
Con los productos del sector energía pasa algo no muy extraño para nadie, ya que mientras se subsidian los precios al consumidor de gasolina y diesel, electricidad y gas, seguimos importando cantidades impresionantes de estos productos, y no podemos hacer que el país sea autosuficiente en los mismos, que generan un cuantioso déficit en la balanza comercial.
Adicionalmente, esta política de subsidios genera un problema ambiental no despreciable, que hace que empresas y familias no decidan irse por la solución más acertada, debido a esta absurda política de precios, tarifas y subsidios,
En terrenos del transporte público prácticamente no hay nada que añadir, ya que los gobiernos a todo lo largo y todo lo ancho del país han decidido privilegiar las obras para automóviles, que las orientadas a las mayorías que utilizan transporte público.
Es entendible que los políticos privilegien las obras que se ven, como pasos a desnivel, puentes, túneles y demás, en lugar de ofrecer un sistema de transporte digno para las mayorías. Si las mayorías son la gente pobre, que no tiene auto y en su vida van a utilizar puentes y túneles, hace sentido trabajar para ellos.
En materia de finanzas públicas seguimos asignando recursos a programas y proyectos que no han contribuido en nada al desarrollo del país. Por ejemplo, Agricultura dedica una parte impresionante de su presupuesto a programas que no dejan nada, a juzgar por la dependencia que seguimos teniendo de importaciones como maíz, trigo, arroz y frijol.
Ni que decir de los escasos avances que hemos registrado en materia de inversión en el campo, donde vemos condiciones similares a las observadas hace dos siglos.
Padecemos en México una trágica situación de mala administración de recursos, sin idea de lo que debemos hacer, hacia donde orientarnos y que resulta en una muy mala asignación de recursos. Por eso México no crece.

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