lunes, 14 de diciembre de 2009

CHINA 2020: CARA Y CRUZ PARA AMÉRICA LATINA

El desplazamiento de los centros económicos hacia Asia ha sido una de las principales novedades económicas de esta década. El eje Atlántico esta dejando de ser el centro de gravedad de las relaciones económicas y financieras, dejando paso a un mayor protagonismo del eje Pacífico. Esta tectónica de las relaciones internacionales queda reflejada en particular por la mayor relevancia de China para una región como América latina. La crisis del año 2008, lejos de haber frenado estas tendencias, las está al contrario acelerando.
En el 2008, China se ha convertido así en uno de los principales socios comerciales de América latina. Ese año el comercio entre las dos regiones superó los 140 mil millones de dólares. En el 2009, China se ha convertido en el mayor socio comercial de Brasil, la principal economía latino-americana. Esto no es obviamente una tendencia específica a la región: en 2009, China se ha también convertido en el mayor socio comercial de África del Sur y de India, sólo por mencionar otros continentes y países.
El consumo chino está tirando a la alza de nuevo los precios de las materias primas exportadas por los países de América latina. Mientras las ventas de coches se desploman en Estados-Unidos - impactando las exportaciones de componentes de México -, éstas se disparan en China, induciendo más y más importaciones de materias energéticas, petróleo, cobre y otros minerales. En los próximos diez años, según estimaciones de Deutsche Bank, las importaciones chinas de petróleo deberían crecer otro 21%, las de cobre de 16%, las de madera 13%, y las carne de cerdo 11%, materias primas y agrícolas todas ellas producidas y exportadas por los diferentes países de las Américas, sean Brasil, Argentina, Perú o Chile.
A esta dimensión comercial se le suma una dimensión financiera. Hoy en día el stock de inversiones extranjeras directas chinas en el mundo apenas alcanza 170 mil millones de dólares, una cantidad cierto relevante, pero muy alejada de las magnitudes alcanzadas por sus reservas, las cuales superan los 2 000 mil millones de dólares en 2009. Proyecciones de JP Morgan apuntan a que los ahorros chinos alcanzarán en el 2020 más de 16 000 mil millones de dólares. Una parte de esta liquidez tendrá que colocarse fuera y en particular vía inversiones directas, participaciones minoritarias u otras formas de inversiones fuera del país.
Los países y zonas que sepan captar este potencial saldrán ganando del auge chino. América latina, con sus fuertes capacidades agrícolas y producciones de materias primas es sin duda una zona que puede salir ganando. Brasil, Argentina y Paraguay por ejemplo, con respectivamente 28%, 21% y 3% de la producción total mundial. Igualmente, Chile, Perú y México concentran respectivamente 29%, 11% y 7% de las reservas mundiales de cobre. En ambos casos, sólo ilustrativos de muchos más, la región dispone de un 50% del total de la producción o reservas del mundo.
En la próxima década China será una suerte pero también un reto para la región. Lo que ocurra o deje de ocurrir en el país tendrá repercusiones mayúsculas en América latina. En 2009 ya lo estamos viendo (en este caso de manera positiva): mientras México está presenciando un desplome histórico de su PIB, debido en gran parte a su proximidad con Estados-Unidos, el epicentro actual de la crisis global, Brasil por su parte apenas sufrió un ajuste y en 2010 ya estará creciendo a su potencial de casi 5%, según los pronósticos de la OCDE.
Es decir este último país, también en parte por una mayor diversificación de sus exportaciones hacia Asia y hacia China en particular, y un repunte de los precios de las materias primas, petróleo, mineral de hiero o soja, experimenta la suerte de estar aspirada en parte por la demanda china. Simbólico del acercamiento entre Brasil y China, son empresas como Vale, uno de los mayores productores de minerales del mundo y cuyos ingresos y ventas se derivan a casi 45% en 2009 del mercado chino, o como Petrobras que acaba de concluir un acuerdo gigantesco por 10 mil millones de dólares con socios chinos.
En el futuro los ajustes a la alza o a la baja del PIB chino no dejarán indiferentes a la región. Si bien decía el refrán tanto utilizado, cuando Estados-Unidos estornuda, América latina se resfría, esto será también válido para China: cuando Beijing acelere o desacelere el ritmo de su crecimiento, la región también percibirá los vientos y mareas del lejano Oriente.
Fuente: Infolatam

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