jueves, 10 de diciembre de 2009

AUDACIA EN POLÍTICA CAMBIARIA

José Luis Calva
Mientras nuestro país vive un inquietante proceso de revaluación del peso, sin que nuestras autoridades hagan nada por detenerlo, Brasil ha establecido un impuesto sobre flujos de inversión extranjera de cartera, desde el 20/X/09, con el fin de evitar una mayor apreciación de su moneda. En su análisis de este impuesto, el profesor Dani Rodrik observó: “Las entradas de capital especulativo crean dificultades para que las economías financieramente abiertas —como Brasil— mantengan una moneda competitiva, privándolas de lo que de facto es la forma de política industrial más eficaz que se pueda imaginar” (D. Rodrik, The IMF Needs Fresh Thinking on Capital Controls, 11/XI/09). Desde luego, existen otros mecanismos para lograr una moneda competitiva.
Actualmente, el país que utiliza con mayor audacia y éxito esta “eficaz forma de política industrial” es China. La subvaluación de su moneda como palanca de competitividad-precio de sus productos ha sido nodal para su acelerada industrialización. Baste recordar que entre 1994-2008 acumuló un superávit comercial de 1417,982.3 millones de dólares, lo que constituye el indicador estructural más fehaciente de la enorme subvaluación de su moneda. ¿Cómo? En condiciones normales, el torrente de divisas por exportaciones netas —sumado al enorme flujo de inversión extranjera directa— habría provocado la acelerada apreciación del yuan. Pero China ha comprado los dólares que ingresan al país con yuanes y, al mismo tiempo, ha evitado los efectos inflacionarios de estas compras con la venta de certificados de deuda del banco central. Como resultado, sus reservas de divisas saltaron de 21,199 millones de dólares en 1993 a 1,946,030 millones en 2008.
En contraste, la política cambiaria de México —desde el Pacto de Solidaridad Económica hasta el presente, con excepción de 1995-1996— en vez de ser palanca de la competitividad-precio de nuestros productos, ha sido usada como instrumento antiinflacionario y ancla de la estabilidad financiera en condiciones de mercado abierto. El resultado: la sistemática sobrevaluación del peso —no obstante las depreciaciones hasta marzo de 2009—, porque los precios de los productos mexicanos han acumulado un crecimiento mayor que los precios externos, trayendo déficits comerciales que sumaron 98,476 millones de dólares en 1994-2008, como señal incuestionable de la sobrevaluación de nuestra moneda.
Gracias a su estrategia económica hereje al Consenso de Washington —que en general no aplica las “reformas estructurales” y las “disciplinas macroeconómicas” que FMI y Banco Mundial preconizaron en el siglo XX—, China ha conseguido un crecimiento económico espectacular: en 1994-2009 su PIB percápita real (medido en dólares a paridad de poder adquisitivo: PPA) creció a una tasa media del 8.9% anual, mientras el PIB percápita real de México (en dólares a PPA) apenas creció a una tasa media de 0.9% anual (0.5% si se incluyen los mexicanos emigrantes al extranjero durante ese lapso).
Por eso, desde el 15 de mayo de 1995 en este espacio hemos recomendado —parte de una nueva estrategia económica— una política cambiaria permanente para apoyar la competitividad-precio de la planta productiva nacional. Manteniendo el régimen de flotación hacia arriba, es necesario introducir un piso cambiario real próximo a la paridad de equilibrio estructural o de largo plazo (la tasa de cambio bajo la cual la balanza comercial sin maquiladoras y sin ingresos petroleros extraordinarios se encuentra en equilibrio, señal de que la planta productiva es globalmente competitiva con esa tasa de cambio, lo que se observó en 1988 y nuevamente en el primer semestre de 1996). En consecuencia, Banxico debe evitar que el dólar baje del piso de equilibrio de largo plazo —comprando dólares y colocando a cambio títulos de deuda—, ajustando el piso cambiario periódicamente conforme a la diferencia entre las tasas de inflación mexicana y de EU.
De esta manera —para decirlo con Rodrik— contaremos con ese eficaz instrumento de política industrial para apuntalar la competitividad-precio de nuestros productos e impulsar el crecimiento acelerado del producto nacional y del empleo.
Fuente: El Universal

Investigador del IIEc de la UNAM

No hay comentarios:

Publicar un comentario