La leyenda
dice que un campesino de Anatolia había anudado de tal manera una yunta de
bueyes que era imposible desatarla. La tradición aseguraba que aquél que
deshiciera el nudo se convertiría en rey de Frigia. Y tuvo que ser Alejandro
Magno quien solucionara el problema cortando el nudo con su espada. Allá por el
333 A. C., deshizo el nudo, conquistó el imperio persa, se hizo con Frigia y se
convirtió en su rey. "Tanto monta cortar como desatar", se dice que
dijo al cortar la cuerda.
Ha pasado
una eternidad desde aquel entonces y los dirigentes de la Europa del euro han
sido capaces de construir un nudo gordiano que, desgraciadamente, no está
apretando a una yunta de bueyes sino a las economías de la Eurozona, y con
ello a todos sus ciudadanos y a su porvenir.
¿Tiene Grecia cura?
El caso
griego muestra ya síntomas de patología incurable. Y lo que es peor: tiene al
resto de países de la Eurozona en contagio permanente. A los del sur (incluido
Irlanda) por ser los más afectados por la crisis. Y a los del norte porque
penden del hilo que les conecta con éstos. Y tampoco se salva el Reino Unido,
que sin estar en el euro ve el peligro por tener su economía estrechamente
enlazada con el resto. De ahí el clamor del primer ministro británico, David
Cameron, instando a los líderes europeos a ponerse de acuerdo sobre la
necesidad de disponer de un fondo suficiente para detener la crisis o de
"actuar en una dirección distinta".
Y en este
río revuelto aparecen otros comentaristas de ocasión para tratar de echar nueva
leña al fuego. Así, el fin de semana pasado, el laureado nobel de economía Paul
Krugman vino a hablar del "final del juego", con sus drásticas
previsiones: salida de Grecia del euro en junio y salidas masivas de fondos de
bancos españoles e italianos. Poniendo a Alemania en la picota, para optar por
fuertes inyecciones de fondos desde el BCE a los bancos españoles o italianos
para evitar el colapso financiero, o simplemente terminar con el euro y volver
a un ignoto lugar. Y en paralelo para evitar la salida masiva de capitales,
organizar un corralito en España. Idea a la que, quizás por ausencia de
información o por desconocimiento, se ha sumado algún medio de información
español, cuando es técnicamente imposible, como apuntó el ministro Montoro.
Primero, porque España es una economía abierta de la zona euro y todo el
mercado financiero se realiza en euros, con lo que no es factible conversiones
a una posible peseta, como ocurrió en 2001 en Argentina entre el peso y el
dólar. Y segundo porque las tasas de interés no las fija el Banco de España,
sino que vienen determinadas por el BCE, con lo que difícilmente se podrían
ofrecer intereses distintos para un euro operado desde nuestro país. Sí es un
interesante titular de prensa, sin embargo, sin mucho fundamento económico, lo
cual sorprende en tan afamado economista experto en geografía económica.
¿Expulsión del euro y de la UE?
Y respecto
de la salida de Grecia del euro hay que volver a los fundamentos de la Unión
Monetaria y al Tratado de Maastricht. Dicho tratado no contempla la expulsión
de ningún miembro sino la exigencia del cumplimiento de los acuerdos del Pacto
de Estabilidad respecto de déficit y deuda. Ya que la expulsión del euro
implicaría la expulsión de la UE, pues ambos conceptos están ligados: se
puede estar en el euro, pero la salida de éste representa la salida de la UE,
salvo el caso británico, que desde el inicio se mantuvo como miembro de la UE
sin adherirse a la moneda única. Y todo ello sin contar los enormes problemas
jurídicos de tal decisión.
Y, mientras
tanto, los mercados y especialmente los hedge funds jugando a corto
contra las emisiones de deuda de los países con más problemas, a la vez que
crece la especulación desbocada de los opacos CDS (credit default swaps).
Y no solo contra las emisiones de los más débiles, sino también apostando por
el futuro rebote del bono alemán hoy en sus cotas más bajas. Una situación en
la que todos pueden ir a peor.
Sin embargo,
lo que resulta evidente es la parálisis o la falta de determinación de los
dirigentes europeos para tomar de una vez medidas eficaces. Una parálisis que
se nota en el BCE, cuya política de cuentagotas no hace sino empeorar la
situación, y donde la debilidad política interna de los principales líderes
europeos les corta la visión creyendo que la solución de sus problemas están en
Renania, por poner un ejemplo.
Y hay que
decir con contundencia que es España el único país de la Eurozona que, con
enorme esfuerzo, se ha tomado en serio el camino de unas reformas que no
por necesarias son menos dolorosas. Y es preciso, como ya parece que está
haciendo el Gobierno español, exigir a los dirigentes europeos que cumplan con
su responsabilidad, pues a ellos les toca en gran medida lanzar las políticas
de crecimiento económico que se precisan y desatar el nudo que nos aprieta.
Eduardo
Olier, presidente del Instituto Choiseul España.
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