Samuel García /24 Horas El Diario Sin Límites
Hay ‘ventanas de oportunidad’ que cuando se presentan no deben
ser desaprovechadas porque el costo-beneficio de pasar de largo puede
ser muy alto. Es el caso de la economía mexicana que tiene frente a sí
una de esas ‘ventanas de oportunidad’.
Vamos por pasos.
Primero.- El país tiene una reputación ganada de
estabilidad económica y de manejo responsable de sus políticas fiscales y
monetarias que los inversionistas ven como un ‘piso de confianza’ en
coyunturas de crisis como la que hoy enfrenta el mundo. Ante la
volatilidad cambiaria global, el manejo con reglas claras, consistentes y
preestablecidas de la política cambiaria ha añadido certezas que los
inversionistas valoran.
Segundo.- Después de la crisis, y durante los
últimos 3 años, se ha configurado una perspectiva de crecimiento
económico mayor a la media de crecimiento de las últimas dos décadas
gracias al comportamiento de la economía estadounidense y, también, a un
mayor dinamismo de su mercado interno. Afortunadamente la violencia de
los grupos criminales no ha sido factor determinante en ello.
Tercero.- Brasil, el principal competidor de México
en la región por los capitales productivos y financieros, ha entrado en
una etapa de agotamiento del modelo de crecimiento que en 2010 le
permitió crecer más de 7%. El dinamismo que la economía brasileña mostró
en el pasado por la exportación de materias primas se ha reducido
notablemente ante la desaceleración de China y la recesión en Europa.
Pero el desafío brasileño va más allá, hacia la calidad de sus políticas
públicas y de sus instituciones. Y es que las recientes decisiones
fiscales del gobierno brasileño, la injerencia política en el banco
central, así como los vaivenes de la economía en los últimos meses, han
despertado fuertes suspicacias y críticas de los inversionistas y
analistas. Ello se ha traducido en que los inversionistas ya asentados
en Brasil busquen diversificarse hacia nuevos destinos en América
Latina, entre los que México aparece como el que ofrece mayor confianza,
junto a Colombia, Chile y Perú.
Cuarto.- La crisis que azota a Europa y la
desaceleración de las economías asiáticas ha impulsado verdaderas
oleadas de capital hacia mercados emergentes confiables en busca de
mayores rentabilidades y aquí México aparece como uno de los candidatos
más atractivos en términos relativos.
Quinto.- En esta coyuntura México está con el socio
correcto. La recuperación económica estadounidense y un consenso
bastante amplio de que el desenlace griego y sus potenciales
afectaciones a Europa no tendrán impactos considerables sobre los
pronósticos de crecimiento en Estados Unidos, fortalecen la posición de
México como potencial receptor de inversiones. Lo anterior se refuerza
con la política de apertura comercial que ha mantenido y ampliado el
país en los últimos años.
Sexto.- El costo político del no avance en las
reformas hacendaria y energética –puntales para la inversión y el
crecimiento económico esperado para el corto y mediano plazos- se ha
encarecido notablemente, por lo que su concreción con un nuevo gobierno
que asumirá este año, parece ineludible.
Todos estos factores están atrayendo capitales al país, pero ahora
las ‘ventanas de oportunidad’ requieren de mayor fortaleza del marco
jurídico-institucional, de más credibilidad en sus órganos reguladores y
de políticas públicas que alienten la inversión y no la estorben.
¿Aprovecharemos estas oportunidades?
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