Alberto Tovar / El Financiero
Ante
la escalada del dólar, muchos se quejaron de la falta de tino por no
haber comprado esta divisa antes del repunte. Despreocúpese, este
pensamiento seguramente lo tuvieron importantes empresarios, connotados
economistas y avezados analistas financieros.
Observar la
ganancia que toma el dólar en unos cuantos días, ante movimientos como
los registrados recientemente, da la tentación de entrar a participar en
este mercado que resulta sumamente riesgoso e impredecible.
Perdón
por la obviedad, pero es fundamental que lo entendamos así de simple:
una depreciación súbita de la moneda en un mercado y, por supuesto, una
eventual devaluación anunciada por el gobierno, siempre serán
sorpresivas. De tal manera que el precio de las divisas se convierte en
una de las variables más complicadas para pronosticar.
El
término "devaluación" es frecuentemente utilizado y se convierte en un
viejo fantasma, pues técnicamente está mal aplicado en la mayoría de las
ocasiones y sólo sería válido cuando se tiene un régimen fijo y el
gobierno decide elevar la cotización del tipo de cambio. Desde el
momento en que hoy estamos bajo un régimen de libre flotación, las
autoridades monetarias pueden tratar de influir, pero no determinarla
arbitrariamente.
Esto último fue lo acontecido
recientemente, la eventual salida de Grecia de la Unión Económica
Europea ha provocado la apreciación del dólar y la consecuente
depreciación del resto de divisas, incluyendo el peso. Es importante
señalar que esto ha sucedido, a pesar de análisis que evidencian una
subvaluación del peso; es decir, por arriba del valor de una paridad
técnica.
Además, se tienen reservas internacionales
superiores a los 153 mil millones de dólares y hay disciplina fiscal y
monetaria. Significa entonces que estos movimientos son meramente
especulativos en torno a la situación de Europa y probablemente
complementada con la incertidumbre normal del proceso electoral en
México.
Quien ha entrado a especular en este mercado sin
conocerlo, es muy probable que haya tenido pérdidas o rendimientos muy
bajos. La evidencia indica que sería una mala opción si busca una
inversión para su patrimonio y una sabia acción si quiere protegerse de
algún pasivo o gasto programado en dólares.
Quien tiene el
temor de que ocurra algo similar al periodo comprendido entre finales
de 1994 y principios de 1995, debemos de considerar que el contexto es
muy diferente. El tipo de cambio apenas había aumentado en esos dos
últimos años en 40 centavos, situándose estable en poco menos de 3.50.
Las
autoridades lo habían sostenido artificialmente y, en poco tiempo, la
cotización llegó a casi el doble después del famoso error de diciembre.
Ahora,
nos encontramos con una divisa que fluctúa con la oferta y la demanda, y
para entenderlo basta recordar que en septiembre de 1998 superó los
10.60, para luego bajar hasta los nueve en abril de 2001. De nuevo llegó
hasta los 11.60 en mayo de 2004 y cayó hasta niveles de prácticamente
diez en julio de 2008, previo a la crisis financiera internacional.
Participar en este mercado tiene altos niveles de riesgo y si hubiera
comprado en los periodos en donde se elevó, las pérdidas serían grandes.
Hagamos
un ejercicio: supongamos que hace diez años, por estas mismas fechas,
adquirió dólares que se vendían a 9.50 y los vendió ahora en 14, lo cual
equivale a una ganancia de 47 por ciento. En ese mismo lapso, el Índice
de Precios y Cotizaciones de la Bolsa Mexicana de Valores ganó 408 por
ciento, o si hubiera depositado el dinero en Cetes a 28 días hubiese
obtenido un rendimiento de 90.37 por ciento. Incluso, si los dólares se
hubieran depositado en un Certificado de Depósito en Estados Unidos, la
tasa sería de 80.81 por ciento, por debajo de las otras dos opciones
obvias.
Los mercados reaccionan en forma anticipada y si
quiere intentar ganar grandes montos en el de divisas, deberá de tener
una información privilegiada (recuerde, hasta los expertos fallan). Por
lo tanto, si entra en la categoría de novato sería verdaderamente un
azar si lo logra.
Sin embargo, bien puede hacerse de
algunos dólares como una forma de protección para compromisos
financieros o de gasto en esa moneda. Esto le permitiría dormir
tranquilo y saber que si llegan a darse movimientos bruscos, ya tiene
asegurada la cantidad respectiva.
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