jueves, 31 de mayo de 2012

OTRA VEZ EL DÓLAR

Alberto Tovar / El Financiero
Ante la escalada del dólar, muchos se quejaron de la falta de tino por no haber comprado esta divisa antes del repunte. Despreocúpese, este pensamiento seguramente lo tuvieron importantes empresarios, connotados economistas y avezados analistas financieros.
Observar la ganancia que toma el dólar en unos cuantos días, ante movimientos como los registrados recientemente, da la tentación de entrar a participar en este mercado que resulta sumamente riesgoso e impredecible.
Perdón por la obviedad, pero es fundamental que lo entendamos así de simple: una depreciación súbita de la moneda en un mercado y, por supuesto, una eventual devaluación anunciada por el gobierno, siempre serán sorpresivas. De tal manera que el precio de las divisas se convierte en una de las variables más complicadas para pronosticar.
El término "devaluación" es frecuentemente utilizado y se convierte en un viejo fantasma, pues técnicamente está mal aplicado en la mayoría de las ocasiones y sólo sería válido cuando se tiene un régimen fijo y el gobierno decide elevar la cotización del tipo de cambio. Desde el momento en que hoy estamos bajo un régimen de libre flotación, las autoridades monetarias pueden tratar de influir, pero no determinarla arbitrariamente.
Esto último fue lo acontecido recientemente, la eventual salida de Grecia de la Unión Económica Europea ha provocado la apreciación del dólar y la consecuente depreciación del resto de divisas, incluyendo el peso. Es importante señalar que esto ha sucedido, a pesar de análisis que evidencian una subvaluación del peso; es decir, por arriba del valor de una paridad técnica.
Además, se tienen reservas internacionales superiores a los 153 mil millones de dólares y hay disciplina fiscal y monetaria. Significa entonces que estos movimientos son meramente especulativos en torno a la situación de Europa y probablemente complementada con la incertidumbre normal del proceso electoral en México.
Quien ha entrado a especular en este mercado sin conocerlo, es muy probable que haya tenido pérdidas o rendimientos muy bajos. La evidencia indica que sería una mala opción si busca una inversión para su patrimonio y una sabia acción si quiere protegerse de algún pasivo o gasto programado en dólares.
Quien tiene el temor de que ocurra algo similar al periodo comprendido entre finales de 1994 y principios de 1995, debemos de considerar que el contexto es muy diferente. El tipo de cambio apenas había aumentado en esos dos últimos años en 40 centavos, situándose estable en poco menos de 3.50.
Las autoridades lo habían sostenido artificialmente y, en poco tiempo, la cotización llegó a casi el doble después del famoso error de diciembre.
Ahora, nos encontramos con una divisa que fluctúa con la oferta y la demanda, y para entenderlo basta recordar que en septiembre de 1998 superó los 10.60, para luego bajar hasta los nueve en abril de 2001. De nuevo llegó hasta los 11.60 en mayo de 2004 y cayó hasta niveles de prácticamente diez en julio de 2008, previo a la crisis financiera internacional. Participar en este mercado tiene altos niveles de riesgo y si hubiera comprado en los periodos en donde se elevó, las pérdidas serían grandes.
Hagamos un ejercicio: supongamos que hace diez años, por estas mismas fechas, adquirió dólares que se vendían a 9.50 y los vendió ahora en 14, lo cual equivale a una ganancia de 47 por ciento. En ese mismo lapso, el Índice de Precios y Cotizaciones de la Bolsa Mexicana de Valores ganó 408 por ciento, o si hubiera depositado el dinero en Cetes a 28 días hubiese obtenido un rendimiento de 90.37 por ciento. Incluso, si los dólares se hubieran depositado en un Certificado de Depósito en Estados Unidos, la tasa sería de 80.81 por ciento, por debajo de las otras dos opciones obvias.
Los mercados reaccionan en forma anticipada y si quiere intentar ganar grandes montos en el de divisas, deberá de tener una información privilegiada (recuerde, hasta los expertos fallan). Por lo tanto, si entra en la categoría de novato sería verdaderamente un azar si lo logra.
Sin embargo, bien puede hacerse de algunos dólares como una forma de protección para compromisos financieros o de gasto en esa moneda. Esto le permitiría dormir tranquilo y saber que si llegan a darse movimientos bruscos, ya tiene asegurada la cantidad respectiva.

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