En la gran discusión entre austeridad y crecimiento, todo apuntaba a que el
liderazgo de Alemania podía inclinar la balanza hacia la austeridad.
Jesús
Alberto Cano Vélez / Excelsior
Los últimos
diez días vieron debates de política económica —quizás los más importantes de
las últimas décadas— provocados por la amenaza de derrumbe de las economías
europeas y, con ellas, muchas otras en diversas partes del mundo, entre ellas
la mexicana.
La primera
reunión en nuestro continente fue en Guadalajara el 15 y 17 de mayo, donde se
congregaron los ministros de trabajo y empleo de los países del G20, de las
principales economías del orbe.
Su
preocupación era buscar la manera de proteger la generación de empleos,
salarios decentes y el mantenimiento de la red de protección social, actuando
los países en forma coordinada para resolver la crisis que flagela al mundo
desde 2008, y amenaza de nuevo.
Todo ello
fue en anticipación a las presiones de políticas de austeridad que podrían
proponer algunos de los presidentes de los países del G20 en la Cumbre
Económica programada para el próximo junio en Los Cabos, México.
En el gran
debate entre austeridad y crecimiento, todo apuntaba a que el liderazgo de
Alemania podía inclinar la balanza hacia la austeridad, peligrando con llevar a
sus economías a un proceso de deflación económica, con los gravísimos efectos
recesivos sobre la actividad económica y el empleo en los países.
Luego, como
parte de la misma preocupación, el jueves y viernes de la semana pasada el
presidente estadunidense, Barack Obama, convocó a Washington para una
reunión en el Campo David a los jefes de Estado del G8, el grupo de países con
las ocho economías más importantes del mundo.
Ahí los
grandes debates giraron en torno a la insistencia del flamante presidente
francés, el socialista François Hollande –recientemente electo en
sustitución de Sarkozy–, para que los países de la Comunidad Europea
acuerden aplicar políticas promotoras de crecimiento, posición que se confrontó
con la igualmente insistente postura de Angela Merkel, la canciller alemana,
que insistía en favorecer la estabilidad.
La propuesta
francesa de que el banco europeo emitiera eurobonos para generar recursos de
apoyo a los países de la comunidad que se encuentran en problemas, como son
Grecia, España, Portugal, Italia y quizás también, Francia, enfrentó el
problema —que no era menor— de que tanto Grecia como España fueron
excesivamente laxos en cumplir los acuerdos europeos de cuidar la sanidad de
sus finanzas públicas y la posición alemana de no utilizar la emisión de eurobonos
para hacer actos de rescate, ya que se emiten estos valores financieros con la
garantía solidaria de todos los países europeos y Alemania no quería subsidiar
el mal manejo de las políticas económicas de otros países.
Nosotros
hemos analizado el fenómeno del euro, la moneda única de muchos de los países
agrupados en la comunidad europea, y la intrínseca inestabilidad que lo
caracteriza, y estamos presenciando la crisis que temíamos. Es muy lamentable,
porque durante los años que ha durado ha sido de un gran apoyo para sus países.
Y resulta ahora muy peligroso porque no hay forma fácil de salir del embrollo,
ya que circulan en todo el mundo instrumentos financieros de ahorro y de
crédito denominados en euros y todavía no surge una idea que sea aceptable de cómo
solventar ese grave problema.
Esperemos
que encuentren una salida buena para todos; porque ahí también va México.
Y mientras
tanto, el desempleo
El problema
del desempleo y la chatarrización del mercado laboral por recurrir a los
mercados informales es consecuencia de políticas económicas que no han podido
generar buenos niveles de crecimiento en los países y, por lo tanto, tampoco
empleos.
Está
ocurriendo en Europa, en México y en los países que dejaron que el mercado
fuera la única guía para las decisiones económicas, extrayendo al Estado de su
papel orientador, para que se pudieran alcanzar las metas económicas que las
sociedades determinaron.
Se les
olvidó la lección aprendida durante casi todo el siglo XX —con todo y sus
errores— de que no hay un sistema perfecto y que tanto el mercado como el
Estado son fundamentales para un sano desenvolvimiento de las economías de
los países.
Hubo, sin
embargo, excepciones: entre ellas sobresalen las acciones de las autoridades
estadunidenses con Obama en la presidencia, que supieron reaccionar a
tiempo cuando se dio el inicio de la crisis con el segundo Bush, porque Obama
ha sabido salir al frente de la crisis con instrumentos gubernamentales de
apoyo.
Qué lástima
que nuestros neoliberales en el gobierno federal no supieron ni quisieron
reaccionar a tiempo con políticas públicas de apoyo económico. De ahí el
fortísimo desempleo en México, especialmente entre los jóvenes, y la
desesperación de éstos, que no ven cómo ni cuándo se van a poder insertar en el
mercado laboral.
*Presidente
Nacional del Colegio Nacional de Economista @acanovele
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