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Comercio
China, Japón y Corea del Sur dan los primeros pasos en busca de cimentar la integración económica de Asia. Foto Reuters
Periódico La Jornada
Los tres principales exportadores de Asia –China,
Japón y Corea del Sur– han acordado empezar negociaciones con vistas a
un tratado trilateral de libre comercio (TLC). Ese pacto tendría enormes
beneficios potenciales, dado el tamaño y, hasta cierto punto, la
complementariedad de las tres economías. Sin embargo, se requerirán
prolongadas negociaciones, y entre los muchos obstáculos están los
poderosos cabildos proteccionistas en cada país y las recurrentes
tensiones geopolíticas en la región.
Las planes de negociar un TLC fueron anunciados luego de una cumbre
trilateral el 20 de mayo, en la cual también se firmó un tratado de
inversión y compromisos de trabajar de común acuerdo para resolver
disputas regionales. En una declaración conjunta, los gobernantes de los
tres países describieron un pacto trilateral como medio no sólo de
impulsar el comercio, sino de cimentar la integración económica de Asia
del este y construir confianza política. Se espera que las pláticas
formales comiencen este año.En principio, un TLC China-Japón-Corea del Sur tendría enorme significado económico. Los tres países son importantes exportadores mundiales y su peso combinado podría rivalizar con el de la Unión Europea y el TLC de América del Norte. Según datos del FMI, el comercio entre los tres países, medido por exportaciones totales, sumó 745 mil mdd en 2011, contra 163 mil mdd en 2001. El valor total de esta medida de comercio trilateral se ha expandido en un promedio de 17% anual en la década pasada.
La rápida tasa de crecimiento refleja en parte el desarrollo de cadenas regionales de suministro en productos que terminan en los mercados occidentales. Sin embargo, exportadores de China, Japón y Corea del sur también se benefician de la creciente demanda final de sus mercados vecinos. Contra este trasfondo, no es sorpresa que las principales economías exportadoras de Asia buscan comerciar más entre sí en momentos en que las crisis fiscales y el lento crecimiento proyectan una sombra sobre las perspectivas de la demanda en EU y Europa.
Pese al impacto potencial del TLC China-Japón-Corea del Sur,
existen varios motivos de cautela. Primero, las negociaciones serán sin
duda prolongadas y contenciosas. El precedente histórico sugiere que
negociar acuerdos de comercio bilaterales puede llevar años, y en este
caso la necesidad de conversaciones tripartitas conlleva dificultades
adicionales. Se han necesitado años tan sólo para que los tres países
accedieran a comenzar negociaciones.
Intereses proteccionistas arraigados en cada país representarán un obstáculo formidable. Por ejemplo, no es probable que China haga concesiones que amenacen la capacidad del Estado de controlar las industrias estratégicas, y productores agrícolas de Japón y Corea del Sur tienen el poder político para defender las extensas barreras comerciales que los protegen. Enfrentados a tales desafíos, los negociadores comerciales de los tres países podrían optar por suavizar las pláticas excluyendo sectores especialmente delicados, lo cual limitará la importancia económica del acuerdo resultante. Como caso relevante, China ha concluido con rapidez una serie de TLC en años anteriores, pero varios de esos pactos son relativamente estrechos y carecen de mecanismos rigurosos de aplicación.
Una advertencia final es que las tensiones geopolíticas subyacentes pueden complicar las cosas. Si bien los tres países prometen de rutina expandir la cooperación y resolver en paz sus diferencias, las relaciones diplomáticas se tensan con frecuencia debido a la animosidad histórica y las disputas territoriales. También, Japón estará ansioso por tranquilizar al principal garante de su seguridad, EU, de que un TLC con China no socavará las perspectivas de la sociedad transpacífica, acuerdo de comercio propuesto que Washington apoya pero al que no es probable que China se adhiera.
En suma, un pacto comercial China-Japón-Corea del Sur sin duda acercaría a los tres países, pero las posibilidades de que un acuerdo de largo alcance se concluya en breve plazo parecen tenues.
Traducción de texto: Jorge Anaya
Intereses proteccionistas arraigados en cada país representarán un obstáculo formidable. Por ejemplo, no es probable que China haga concesiones que amenacen la capacidad del Estado de controlar las industrias estratégicas, y productores agrícolas de Japón y Corea del Sur tienen el poder político para defender las extensas barreras comerciales que los protegen. Enfrentados a tales desafíos, los negociadores comerciales de los tres países podrían optar por suavizar las pláticas excluyendo sectores especialmente delicados, lo cual limitará la importancia económica del acuerdo resultante. Como caso relevante, China ha concluido con rapidez una serie de TLC en años anteriores, pero varios de esos pactos son relativamente estrechos y carecen de mecanismos rigurosos de aplicación.
Una advertencia final es que las tensiones geopolíticas subyacentes pueden complicar las cosas. Si bien los tres países prometen de rutina expandir la cooperación y resolver en paz sus diferencias, las relaciones diplomáticas se tensan con frecuencia debido a la animosidad histórica y las disputas territoriales. También, Japón estará ansioso por tranquilizar al principal garante de su seguridad, EU, de que un TLC con China no socavará las perspectivas de la sociedad transpacífica, acuerdo de comercio propuesto que Washington apoya pero al que no es probable que China se adhiera.
En suma, un pacto comercial China-Japón-Corea del Sur sin duda acercaría a los tres países, pero las posibilidades de que un acuerdo de largo alcance se concluya en breve plazo parecen tenues.
Traducción de texto: Jorge Anaya
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