martes, 22 de mayo de 2012

INVERSIONES EN DERIVADOS. ¿NECESARIAS O ESPECULATIVAS?


EL MUNDO EN CIFRAS
Gonzalo Rosado / El Semanario Sin Límites

Inversiones en Derivados. ¿Necesarias o especulativas?
A finales de la semana pasada se dio a conocer que JP Morgan, el mayor banco en activos en Estados Unidos tuvo una pérdida de 2,000 millones de dólares provenientes de una inversión en productos financieros derivados. Las pérdidas se incrementaron el día de ayer en otros mil millones más. Desde entonces, las acciones de la compañía han caído en 12%.  Las calificadoras Fitch y Standard & Poor´s ajustaron la calificación de la institución financiera a “A+” desde “AA-“ y de Estable a Negativo, respectivamente, debido a que si bien el tamaño de la pérdida es manejable, la magnitud de la pérdida y la evolución de estas posiciones implica una falta de liquidez. Por si fuera poco, la SEC (Security Exchange Comission) ha levantado una investigación para analizar si hubo alguna violación federal con las operaciones.
Si bien nadie ha puesto en duda la supervivencia de la institución financiera, se han revivido las críticas acerca de las operaciones con productos financieros derivados debido al mal uso que se les puede dar. Cabe mencionar que las operaciones con derivados, según su naturaleza, pueden tener riesgos implícitos, o bien, pueden verse como un costo de oportunidad. Se les llama Derivados debido a que es un producto que basa su valor en el precio de otro activo, conocido como subyacente. El subyacente puede ser prácticamente cualquier activo, desde maíz y trigo hasta un índice bursátil, tipo de cambio o tasas de interés de bonos soberanos. Hoy en día hay diferentes tipos de productos derivados como futuros, opciones, warrants, swaps, notas estructuradas, cada uno de ellos con características, riesgos y objetivos diferentes. Los primeros derivados surgieron como una forma de asegurar el precio futuro de un bien y así poder estar cubiertos a un cambio inesperado.
Como ejemplo, podemos mencionar una aerolínea que dentro de su estrategia para proteger el costo incremental de la turbosina, podría utilizar un producto derivado para cubrirse del incremento en el precio del activo de referencia, el cual representa alrededor de 40% de los costos operativos de la empresa. Si el precio llegara a dispararse, la compañía estaría protegida al haber establecido con antelación un precio a una fecha futura.
Sin embargo, dependiendo del derivado adquirido, puede existir por un lado un costo, que sería el pago de una prima, o un riesgo implícito de mercado en el que las diferentes variables económicas que intervienen en el precio del subyacente, afecten su valor de forma diferente a la prevista, de tal manera que la empresa termine con un flujo negativo. Asimismo, el grado de apalancamiento puede llegar a ser muy alto, de tal forma que tanto las ganancias como las pérdidas pueden sobrepasar fácilmente el monto total invertido. 
Esto se puede ver en casos que han desembocado en grandes pérdidas. En 1995 el banco Barings tuvo una pérdida multimillonaria al acumular 7,000 millones de dólares en futuros con posiciones largas sobre índices bursátiles, especialmente el Nikkei. En este caso, la ganancia provendría del alza en el índice Nikkei. Sin embargo, una sobrevaluación del yen sobre el dólar, seguida de una disminución de las exportaciones a Estados Unidos y un incremento en las tasas de interés de ese país provocaron que el Nikkei se desplomara, causando una pérdida de 1,200 millones de dólares en las inversiones de Barings, el doble del capital disponible del banco, lo que terminó en la banca rota de la institución. En México fue muy conocido el tema de Comercial Mexicana, que perdió poco más de mil millones de dólares con una operación en derivados que apostaba por una apreciación el peso y del euro sobre el dólar.
La otra cara de la moneda
Si bien es verdad que este tipo de productos pueden tener un alto riesgo dado el alto nivel de apalancamiento y exposición a variables económicas imposibles difíciles de predecir, también existen aquellos sin riesgo y con un costo determinado que se traduce en la prima pagada. De hecho, no se puede dejar de lado que el objetivo primordial de los derivados es proteger a las empresas de variaciones bruscas en el precio de sus insumos, tipo de cambio, energéticos, etc. Si las compañías no pudieran protegerse de los riesgos de mercado, muchas de ellas estarían en jaque. Por eso, es justo decir que así como ha habido pérdidas millonarias en la utilización de derivados, el uso correcto de  estos instrumentos probablemente ha evitado que cientos de empresas a lo largo del tiempo vayan a la quiebra.
El problema viene cuando se toman riesgos innecesarios que convierten el uso de derivados en una especulación en lugar de una cobertura, buscando más que una protección, una ganancia proveniente de una apuesta. Por eso, es indispensable crear políticas y procedimientos internos para la operación y control de riesgos de estos productos financieros. También, es indispensable identificar el activo a cubrir y que este sea considerado como el factor de riesgo para la compañía. De esta manera se determinará una guía para el uso de estos productos con la finalidad de cubrir la exposición al riesgo y evitar especulación.
Mientras tanto, es probable que sigamos viendo un fuerte debate entre los demócratas y republicanos de Estados Unidos por aprobar regulaciones más estrictas respecto al uso de estos productos.

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