EL MUNDO EN
CIFRAS
Gonzalo Rosado / El Semanario Sin Límites
Gonzalo Rosado / El Semanario Sin Límites
Inversiones
en Derivados. ¿Necesarias o especulativas?
A finales de la semana pasada
se dio a conocer que JP Morgan, el mayor banco en activos en Estados Unidos
tuvo una pérdida de 2,000 millones de dólares provenientes de una inversión en
productos financieros derivados. Las pérdidas se incrementaron el día de ayer
en otros mil millones más. Desde entonces, las acciones de la compañía han
caído en 12%. Las calificadoras Fitch y Standard & Poor´s ajustaron
la calificación de la institución financiera a “A+” desde “AA-“ y de Estable a
Negativo, respectivamente, debido a que si bien el tamaño de la pérdida es
manejable, la magnitud de la pérdida y la evolución de estas posiciones implica
una falta de liquidez. Por si fuera poco, la SEC (Security Exchange Comission)
ha levantado una investigación para analizar si hubo alguna violación federal
con las operaciones.
Si bien nadie ha puesto en
duda la supervivencia de la institución financiera, se han revivido las
críticas acerca de las operaciones con productos financieros derivados debido
al mal uso que se les puede dar. Cabe mencionar que las operaciones con
derivados, según su naturaleza, pueden tener riesgos implícitos, o bien, pueden
verse como un costo de oportunidad. Se les llama Derivados debido a que es un
producto que basa su valor en el precio de otro activo, conocido como
subyacente. El subyacente puede ser prácticamente cualquier activo, desde maíz
y trigo hasta un índice bursátil, tipo de cambio o tasas de interés de bonos
soberanos. Hoy en día hay diferentes tipos de productos derivados como futuros,
opciones, warrants, swaps, notas estructuradas, cada uno de ellos con
características, riesgos y objetivos diferentes. Los primeros derivados
surgieron como una forma de asegurar el precio futuro de un bien y así poder
estar cubiertos a un cambio inesperado.
Como ejemplo, podemos
mencionar una aerolínea que dentro de su estrategia para proteger el costo
incremental de la turbosina, podría utilizar un producto derivado para cubrirse
del incremento en el precio del activo de referencia, el cual representa alrededor
de 40% de los costos operativos de la empresa. Si el precio llegara a
dispararse, la compañía estaría protegida al haber establecido con antelación
un precio a una fecha futura.
Sin embargo, dependiendo del
derivado adquirido, puede existir por un lado un costo, que sería el pago de
una prima, o un riesgo implícito de mercado en el que las diferentes variables
económicas que intervienen en el precio del subyacente, afecten su valor de
forma diferente a la prevista, de tal manera que la empresa termine con un
flujo negativo. Asimismo, el grado de apalancamiento puede llegar a ser muy
alto, de tal forma que tanto las ganancias como las pérdidas pueden sobrepasar
fácilmente el monto total invertido.
Esto se puede ver en casos que
han desembocado en grandes pérdidas. En 1995 el banco Barings tuvo una pérdida
multimillonaria al acumular 7,000 millones de dólares en futuros con posiciones
largas sobre índices bursátiles, especialmente el Nikkei. En este caso, la
ganancia provendría del alza en el índice Nikkei. Sin embargo, una
sobrevaluación del yen sobre el dólar, seguida de una disminución de las
exportaciones a Estados Unidos y un incremento en las tasas de interés de ese
país provocaron que el Nikkei se desplomara, causando una pérdida de 1,200
millones de dólares en las inversiones de Barings, el doble del capital
disponible del banco, lo que terminó en la banca rota de la institución. En
México fue muy conocido el tema de Comercial Mexicana, que perdió poco más de
mil millones de dólares con una operación en derivados que apostaba por una
apreciación el peso y del euro sobre el dólar.
La otra cara de la moneda
Si bien es verdad que este tipo de productos pueden tener un alto riesgo dado el alto nivel de apalancamiento y exposición a variables económicas imposibles difíciles de predecir, también existen aquellos sin riesgo y con un costo determinado que se traduce en la prima pagada. De hecho, no se puede dejar de lado que el objetivo primordial de los derivados es proteger a las empresas de variaciones bruscas en el precio de sus insumos, tipo de cambio, energéticos, etc. Si las compañías no pudieran protegerse de los riesgos de mercado, muchas de ellas estarían en jaque. Por eso, es justo decir que así como ha habido pérdidas millonarias en la utilización de derivados, el uso correcto de estos instrumentos probablemente ha evitado que cientos de empresas a lo largo del tiempo vayan a la quiebra.
Si bien es verdad que este tipo de productos pueden tener un alto riesgo dado el alto nivel de apalancamiento y exposición a variables económicas imposibles difíciles de predecir, también existen aquellos sin riesgo y con un costo determinado que se traduce en la prima pagada. De hecho, no se puede dejar de lado que el objetivo primordial de los derivados es proteger a las empresas de variaciones bruscas en el precio de sus insumos, tipo de cambio, energéticos, etc. Si las compañías no pudieran protegerse de los riesgos de mercado, muchas de ellas estarían en jaque. Por eso, es justo decir que así como ha habido pérdidas millonarias en la utilización de derivados, el uso correcto de estos instrumentos probablemente ha evitado que cientos de empresas a lo largo del tiempo vayan a la quiebra.
El problema viene cuando se
toman riesgos innecesarios que convierten el uso de derivados en una
especulación en lugar de una cobertura, buscando más que una protección, una
ganancia proveniente de una apuesta. Por eso, es indispensable crear políticas
y procedimientos internos para la operación y control de riesgos de estos
productos financieros. También, es indispensable identificar el activo a cubrir
y que este sea considerado como el factor de riesgo para la compañía. De esta
manera se determinará una guía para el uso de estos productos con la finalidad
de cubrir la exposición al riesgo y evitar especulación.
Mientras tanto, es probable
que sigamos viendo un fuerte debate entre los demócratas y republicanos de
Estados Unidos por aprobar regulaciones más estrictas respecto al uso de estos
productos.
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