jueves, 31 de mayo de 2012

¿SON CONFIABLES LAS ELECCIONES?

 
Ciro Murayama / El Universal
Investigador de la Facultad de Economía de la UNAM
Jóvenes participantes de la expresión estudiantil #YoSoy132, nacida contra la manipulación informativa, se han registrado como observadores electorales. Se trata de una buena noticia por al menos dos razones: 1) entre más vigilada sea la elección, mejor y, 2) los jóvenes observadores trascienden la denuncia y se involucran como actores responsables en las elecciones.
Junto con la disposición a participar en la observación, en las redes sociales empiezan a surgir dudas sobre la credibilidad de las elecciones (ya se alerta del riesgo de un algoritmo en las computadoras) y en la efervescencia de las marchas se ha llegado a decir: “si hay imposición, habrá revolución”. Es entonces buen momento para hacer recuento de algunos de los instrumentos de confianza de que disponemos para asegurar que sea el voto ciudadano, nada más, el que decida quién ha de gobernar y de llegar a los puestos de representación.
¿Quién vota? Sólo ciudadanos que se registraron en el padrón y que recogieron su credencial de elector. A diferencia del pasado, la lista de electores no la conforma el gobierno, sino una autoridad autónoma, el IFE, bajo la vigilancia de los partidos en cada distrito electoral (300 en el país), en cada estado y a nivel nacional. Así, no hay ni “rasurados” (gente borrada del padrón arbitrariamente) ni “muertos votantes” (podrá votar sólo la persona que se presente con su credencial con fotografía para evitar suplantaciones), y nadie puede votar dos veces porque el pulgar del elector se marca con líquido indeleble.
¿Quién recibe y cuenta los votos? A diferencia de 1988, no es la Secretaría de Gobernación quien designa a los funcionarios de casilla, sino que ahora son nuestros vecinos, que fueron sorteados (según la letra inicial de su apellido paterno y su mes de nacimiento) y capacitados para ello. Pero además, habrá representantes acreditados por los partidos y coaliciones vigilando la operación de las casillas y estarán presentes en el momento de contar los votos. Los funcionarios de casilla y los representantes de las fuerzas políticas firman el acta de escrutinio y cómputo en cada casilla, que es el documento con validez legal.
¿Qué información oficial tendremos la noche de la elección? En primer lugar el conteo rápido del IFE. Funciona así: a partir de una muestra representativa de casillas a nivel nacional, toma los resultados de la votación para proyectar una tendencia nacional, con lo que se conoce con alta confiabilidad el porcentaje de votos que le corresponderá a cada candidato. El afán del conteo es sólo informativo y no tiene efectos jurídicos. Además se tiene el Programa de Resultados Electorales Preliminares (PREP) que, como su nombre lo indica, brinda información preliminar, también sin efectos jurídicos. El PREP publica en internet información por casilla, por entidad y a nivel nacional de las elecciones federales. Este año se ofrecerán imágenes digitalizadas de todas las actas de escrutinio y cómputo de las casillas. Ningún otro país hace tal ejercicio de transparencia desde la noche misma de la elección.
¿Cómo se realiza el cómputo oficial de votos? Por ley, el miércoles siguiente a la jornada electoral empieza el cómputo en los distritos. Aunque se llama “cómputo” no se hace en un sistema informático sino que, en los Consejos Distritales del IFE (donde tienen voto seis ciudadanos independientes y están representados todos los partidos), se van revisando y sumando una a una las actas de escrutinio y cómputo de las casillas del distrito en sesiones públicas. Al terminar la revisión de todas las casillas del distrito se obtienen los resultados del mismo. La suma de los 300 distritos nos da al ganador de la elección. No puede haber algoritmo que cambie la sumatoria hecha ante los ojos de todos los partidos, coaliciones, medios de comunicación, observadores y ciudadanía.
Así las cosas la incógnita del momento no es si el voto se respetará, sino por quién votará la gente, que es una incertidumbre propiamente democrática.

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