En
pasadas entregas nos hemos preguntado ¿A cambio de qué hizo esto
nuestro gobierno? ¿Fue alguna contraprestación por algo que haya hecho
alguna de estas naciones por nosotros? Lamentablemente la respuesta es
NO.
Así,
a cambio de absolutamente nada, el gobierno mexicano estableció un
calendario de desgravación que implicaba que a partir del año 2009,
2,213 productos entrarían a México libre de arancel y para el año 2010 se sumarían otras 4,412 fracciones también con arancel cero.
Al final de cuentas, se estipuló que para el 1 de enero de 2013, la meta es que todos los productos de consumo final que lleguen a México tengan un arancel máximo de 20%;
los bienes intermedios, de entre 15 y 10%, y los bienes básicos de 5 o
de 0%. Cabe señalar que los bienes que provienen de naciones con las que
tenemos tratado de libre comercio, en su gran mayoría entran al país
sin arancel.
Ante
esto el gobierno federal ha dicho que todo se hizo para que las
empresas sean más competitivas y para beneficiar al consumidor a través
de precios más bajos, pero esto último ha resultado ser una gran
mentira; ya que la realidad es que la baja en los aranceles no se ha
traducido en menores precios, y lo que si ha provocado es que los importadores ingresen el producto del extranjero más barato y de esta manera amplíen sus márgenes de ganancia mientras que matan o lastiman seriamente a varias ramas de la industria manufacturera nacional.
¿Y
porque decimos que se afecta negativamente a algunas industrias
manufactureras nacionales? Pues porque varias ramas nacionales no pueden
competir con empresas extranjeras porque el terreno de competencia no
está parejo. ¿A qué me refiero con esto? Pues a 3 aspectos principalmente:
1. La apertura económica de México no fue homogénea para todos los sectores;
es decir, se pone al sector manufacturero nacional a competir con el
exterior, pero no se da una apertura en el sector energético,
telecomunicaciones, sólo se da parcialmente en el sector financiero,
aeronáutica, entre muchos más. Paralelamente a esto, nuestra
infraestructura de comunicaciones es insuficiente y tenemos un problema
creciente de inseguridad, y todo esto se traduce en mayores costos de
producción para las empresas nacionales. Y esto no se debe pues a las
ineficiencias del empresario mexicano, sino a que muchos insumos no
remplazables para la producción son considerablemente más caros en
México que en otras partes del mundo.
2. Está bien documentado que varias naciones, sobre todo las asiáticas, realizan prácticas desleales de comercio internacional,
y esto lo hacen a través de el otorgamiento de apoyos disfrazados,
subsidios, exención de impuestos, créditos a tasas preferenciales y no
recuperables, violación de derechos de autor, entre muchas prácticas más
que dan una ventaja. Es evidente que cuando los gobiernos entran
deliberadamente a dar este tipo de apoyos a sus empresas, se crea una
distorsión y entonces estas empresas son fuertes en la exportación
gracias a los apoyos que reciben, y con eso incursionan en más mercados y
destruyen el empleo y la planta productiva de otras naciones.
3. Las aduanas mexicanas siguen siendo porosas y el nivel de subvaluación de los productos importados es realmente preocupante. Existen
casos documentados de zapatos que entran a México a un precio inferior a
un dólar; o bien chamarras con un precio de $2 dólares, y muchos,
muchos más. Así pues, al subvaluar la mercancía, los
importadores pagan menos impuestos de los que deberían y con ello
ingresan la mercancía pagando también un IVA inferior al que deberían.
Así, mientras que el productor nacional es fiscalizado y debe pagar un
IVA al 100%, el importador trae una mercancía, la
declara a una fracción de su costo y entonces paga solamente una
fracción de los impuestos que debería, con ello generando una ventaja
competitiva respecto al productor nacional.
Así,
queda claro que el gobierno nacional decidió bajar aranceles
unilateralmente en detrimento de la planta productiva nacional, sin que
hubiese una política industrial de apoyo y preparación para mitigar los
efectos negativos de dicha baja de impuestos, y lo peor es que esto no
ha beneficiado a los consumidores, sino que solamente se ha enriquecido a
los grandes importadores y comercializadores.
Varias
industrias se han quejado formalmente de esto con el gobierno federal y
han demandado un ajuste a este decreto. Tenemos el caso de la industria del acero,
cuyo sindicato interpuso un amparo en contra de la desgravación
arancelaria y ya obtuvo una suspensión de un juez, pero lamentablemente
la Secretaría de Economía no ha atendido la resolución del juez y se
encuentra en desacato. Otro ejemplo es el de la industria del calzado,
la cual presentó en 2011 una solicitud formal de revaloración de
solamente 17 fracciones arancelarias, y dicha solicitud no ha sido
respondida satisfactoriamente por parte de la Secretaría de Economía, ya
que no ha esgrimido argumentos sólidos para negar dicha solicitud.
Ante
la pérdida de empleos y de producción que esta medida ha ocasionado, es
lamentable ver como los funcionarios de la Secretaría de Economía la
presumen como un logro de esta Administración. E inclusive, el propio
Presidente de la República se ha sumado a esto y habla de la
desgravación arancelaria como algo verdaderamente positivo que hizo su
gobierno.
Tenemos que el pasado 14 de mayo Felipe Calderón dijo, en el marco de la inauguración de la 16 Business Future of the Americas Conference en los Estados Unidos, que uno de sus logros alcanzados y fortalecidos en su administración, y que han convertido a México
en una potencia exportadora, es la reducción de aranceles, incluso con
aquellas naciones con las que no se tenían acuerdos comerciales.
Al
actual gobierno le quedan solamente poco más de 6 meses, y se ve
difícil que vaya a cambiar el decreto presidencial de diciembre de 2008,
ya que para ellos es más importante salir y quedar ante el mundo como
un gobierno aperturista y de libre mercado (aunque ocasionen grandes
problemas a la planta productiva nacional); pero es importante que los
candidatos a la presidencia de la república se pronuncien en relación a
este tema. ¿Está a favor de esta desgravación arancelaria o piensan revertirla de ganar la presidencia? A
ver quien es el valiente y se atreve a pronunciarse al respecto de
revertir esta baja de aranceles, algo que sería aplaudido por la planta
manufacturera nacional, pero repudiado por los importadores.
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