Samuel García / 24 Horas El diario Sin Límites
La economía
mexicana marchó bien al inicio del año, incluso mejor de lo que el grueso de
los analistas había pensado y pronosticado originalmente. El muy favorable
reporte sobre la producción al primer trimestre que ayer dio a conocer el INEGI
y que muestra un crecimiento de 4.6% a tasa anual, es prueba fehaciente de
ello.
Seguramente
que con este dato en ciernes el secretario de Economía, Bruno Ferrari, se soltó
–otra vez- el pelo hace unos días cuando dijo que ‘la economía mexicana está
mejor pese a quien le pese’, según reportaron los medios de comunicación.
La frase del
funcionario, que si bien se encuadra en un ineludible escenario electoral, deja
entrever cierto dejo de intolerancia con quienes plantean señalamientos
críticos al desempeño y resultados de las políticas públicas en materia
económica. Incluso en las redes sociales circulan ideas semejantes como aquella
de que ‘hablar bien de México parece políticamente incorrecto’.
Aquí hemos
señalado, sin ningún rubor, los problemas de toda índole que atascan el
crecimiento de la inversión, o los riesgos que se advierten en las finanzas
públicas. Pero también hemos puntualizado con toda claridad la buena gestión
que ha realizado una secretaría como la de Turismo, o el estupendo desempeño
que ha visto la industria automotriz.
El pasado 3
de mayo decíamos que la economía había mostrado un dinamismo inusitado al
primer trimestre y que, con ello, era probable que el promedio anual de
crecimiento del PIB estuviera más cercano al 4%. Mantengo mi optimismo razonado
por una razón que explicamos en aquella ocasión y que el reporte de INEGI ahora
corrobora: El buen crecimiento trimestral que vimos respondió, principalmente,
a dos razones: Primero, a un fuerte crecimiento en productos agrícolas que
contrastó con la grave sequía ocurrida el año pasado, exacerbando la tasa de
crecimiento en este año; y segundo, al dinamismo mostrado en la industria y el
consumo estadounidense especialmente durante enero y febrero que ‘arrastró’ al
sector manufacturero del país, especialmente a la industria automotriz que
tiene un peso preponderante en el sector.
Sin
demeritar el dinamismo de los servicios financieros o al mejor comportamiento
de la construcción, son estos dos factores los que ‘jalaron’ a la economía en
el primer trimestre.
Ahora, este
comportamiento de los tres primeros meses del año tampoco garantiza que
continuará con ese ritmo en el resto del año. Sin embargo los primeros indicios
que tenemos del segundo trimestre, correspondientes a abril, parecen sugerir
que el ritmo se mantiene por las mismas razones que explicaron el dinamismo del
trimestre anterior.
A todo lo
anterior hay que agregar el efecto en la demanda agregada de la economía
(consumo e inversión) que provoca el ejercicio del presupuesto público –nada
despreciable- que, como vimos en el informe al primer trimestre de las finanzas
públicas emitido recientemente por la secretaría de Hacienda, propició un gasto
público de 12.5% superior al del mismo periodo del año pasado.
La buena
noticia es que la economía está creciendo aunque la advertencia no se ha
levantado: Buena parte de ese crecimiento aún tiene soportes temporales y los
nubarrones globales tampoco han desaparecido. Allí están los reportes del Banco
de México que los señalan. Así es, aunque sea políticamente incorrecto
señalarlo.
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