viernes, 18 de mayo de 2012

LOS "INDIGNADOS" Y LOS CANDIDATOS

JOSÉ FERNÁNDEZ SANTILLÁN / EL UNIVERSAL


A la memoria de Carlos Fuentes
 
Agitados como andamos por las campañas electorales, hemos centrado nuestra atención, casi exclusivamente, en el acontecer nacional. No obstante, debemos reconocer que las fronteras entre la política interna y la política internacional se están borrando.
Un flujo incesante entre una cosa y la otra aconseja no perder de vista lo que sucede más allá de nuestras fronteras. Ubicados en este mirador hemos de señalar que el martes de esta semana se conmemoró el primer aniversario del movimiento de los "Indignados", también conocido como el 15-M.
Ese día, en 50 ciudades españolas se organizaron manifestaciones de protesta contra el desempleo, los recortes al gasto social y la falta de oportunidades. Una veintena de jóvenes decidieron iniciar un plantón en la madrileña Puerta del Sol (Ana Anabitarte, El Universal, 15/V/12). Durante los siguientes días miles de personas se les unieron. Como quien tira una piedra en aguas mansas la onda expansiva fue creciendo, primero en decenas de localidades en España, luego en otras ciudades europeas hasta tocar 81 países del mundo.
El carácter global alcanzado por la protesta se puso de manifiesto el 15 de octubre de 2011, cuando en cerca de mil ciudades de los cinco continentes la gente salió a las calles y plazas para lanzar un solo grito: "basta ya".
Se trata de un movimiento construido desde la base social: las decisiones se toman en asambleas populares; no hay caudillos. Frente a un sistema económico que margina a un altísimo número de personas, se ha establecido, en contrapartida, una economía incluyente, de autoayuda. "La creatividad colectiva es nuestro mayor descubrimiento". El 15-M ha sido un éxito de la sociedad civil y de la democracia. De los tres principios inmortales enarbolados por la Revolución Francesa, liberté, égalité, fraternité el que los "indignados" han hecho brillar con más intensidad es, este último, el de la fraternidad.
Se ha dicho, correctamente, que el 15-M representa el fracaso del "pensamiento único", o sea, del dogma neoliberal; de aquellas tesis que quisieron ver en "el individualismo posesivo" la panacea que podía resolver los problemas del mundo. El asunto es que esa estrategia no sólo no resolvió los rezagos sociales, sino que los agravó; concentró la capacidad de decisión y la riqueza en unas cuantas manos. Tras las inexorables leyes del mercado se esconde la colusión entre empresarios, banqueros y políticos. "Esto no es una crisis, es un fraude".
¿Y qué de nosotros en México? Pues aquí el neoliberalismo sigue vivito y coleando. Es más, dos sexenios panistas lo han ahondado. ¿Qué pasará en la próxima administración? En el debate del domingo 6 de mayo entre los candidatos a la Presidencia de la República se tocó, precisamente, el tema del modelo económico. Josefina Vázquez Mota y Gabriel Quadri de la Torre se pronunciaron en favor del monetarismo, en tanto que Andrés Manuel López Obrador dijo, certeramente, que ya no funcionaba; pero no precisó mayor cosa. Inmediatamente, retomaron los ataques al abanderado priísta. Enrique Peña Nieto, por su parte, afirmó que el modelo neoliberal ya no tenía futuro y que debería ser sustituido por la combinación entre la eficiencia económica y la responsabilidad social.
Dado el corto tiempo de que se dispuso en ese evento para argumentar con más amplitud, me parece que, en referencia a la crítica del neoliberalismo como a su sustitución, tanto el tabasqueño como el mexiquense nos deben una explicación más amplia.
Andrés Manuel, en vez de perder el tiempo en el golpeteo político, ha de enarbolar y actualizar el tema de la justicia social (de cuño cardenista) y su posible instrumentación; Peña Nieto, por su parte, debe reivindicar, más explícitamente, el liberalismo social de Jesús Reyes Heroles y explicar cómo pretende llevarlo a la práctica. El reto consiste en abrir la perspectiva y observar que este país no es una isla. Lo surcan fenómenos que agobian al mundo contemporáneo.

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