miércoles, 2 de mayo de 2012

EL ECONOMISTA REY


Los economistas están tan convencidos de la bondad de sus modelos que nunca valoran la pérdida de autogobierno democrático que supone la implantación de sus recetas institucionales
Los economistas han acabado desempeñando el papel que Platón reservaba a los filósofos
 La crisis tendría que hacernos reconsiderar si los economistas están en posesión de la verdad
Ignacio Sánchez-Cuenca / El País


En la famosa obra de Ibsen, Un enemigo del pueblo, el doctor Stockmann descubre que las aguas del balneario del que depende económicamente el pueblo en el que reside están infectadas. Su obligación como médico es hacérselo saber a todo el mundo, aun si ello implica poner en riesgo la fuente de la prosperidad de la que disfrutan sus habitantes. Las autoridades y los poderosos consiguen, sin embargo, tapar la verdad, con el apoyo de una muchedumbre enfervorecida que sucumbe a la demagogia. Se trata de un conflicto entre la verdad científica y los intereses políticos y económicos de la comunidad. La tesis de Ibsen es que la democracia no es siempre compatible con la verdad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario