Alberto Aziz Nassif / El Universal
La reciente VI Cumbre de las Américas en Cartagena estableció un nuevo escenario en la relación de América Latina con EU. Sin duda, el contexto ha cambiado, el conjunto de países abajo del Río Bravo muestran ahora un mejor entorno económico y político, a pesar de las deficiencias que persisten, como la mala distribución del ingreso o el reto de la inseguridad. En los parámetros internacionales de hoy, la crisis en EU y en Europa, nuestra región muestra signos positivos en crecimiento, inversión y estabilidad.
Si el contexto ha cambiado, la agenda también, por primera vez hay temas que estaban vetados y que hoy son parte del debate: ¿qué hacer con el paradigma prohibicionista y punitivo ante las drogas que ha dominado el escenario desde que Richard Nixon lo estableció a principio de los años setenta?, ¿y cómo lograr una integración de Cuba, que ha estado marginada durante décadas de los foros latinoamericanos? ¿Será Cartagena la última cumbre sin los cubanos?
Sin duda, la posición de los líderes de la Comisión sobre Drogas y Democracia —con los ex presidentes Fernando Henrique Cardoso, César Gaviria y Ernesto Zedillo al frente— ha sido fundamental para explorar nuevas alternativas, entre las que destacan dos: la descriminalización del consumo de drogas, lo cual lleva a tratar a los adictos, no como criminales, sino como enfermos, y así el tema de las drogas pasa a ser un problema de salud pública y no de guerra. La otra es la exploración de otros modelos y políticas de regulación, para superar el enfoque militar. Detrás de estas propuestas está el fracaso de la estrategia actual prohibicionista y militar. El caso más representativo es el de México con Felipe Calderón. A estas alturas ya queda claro que en el país debe cambiar el gobierno federal para que se modifique la política de “guerra” al narcotráfico que hemos padecido este sexenio. El fracaso de la estrategia calderonista se puede ver en el aumento de los indicadores de violencia. En este sexenio aumentó la portación de arma de fuego de 13,739 a 19,215; subió el ataque a servidores públicos de 1,910 a 3,352; se incrementaron los homicidios de 25, 133 a 37,100; los secuestros pasaron de 438 a 1,326 (El Universal, 13/04/2012).
Por contraste, Colombia muestra cambios importantes para abrir la discusión. En Cartagena también coincidieron en replantear el problema los presidentes de Guatemala y Costa Rica. Un avance notable es que los gobiernos de estos países coinciden con el grupo de ex presidentes de Brasil, Colombia y México. La formación de este nuevo consenso deja en posición un poco solitaria el empeño del actual gobierno mexicano que mantiene sus tesis y su estrategia, mientras en otros países latinos ya empezaron a plantear un cambio de paradigma. Pero esta situación no es nueva, lo mismo pasa con el modelo neoliberal: mientras México sigue siendo el alumno más aplicado y ortodoxo del Consenso de Washington, la mayoría de países en Sudamérica ya ha hecho cambios de política económica para ajustar el modelo y recuperar el Estado benefactor (Brasil, Argentina y Uruguay, incluso Chile).
El presidente Obama planteó otra vez en Cartagena la vieja tesis que EU no va a legalizar ni a despenalizar las drogas. Hay que tomar en cuenta que Obama está en su campaña de reelección y el propio marco electoral le impone restricciones para cualquier oferta nueva o audaz, tanto sobre los temas candentes como drogas, Cuba o migración, como en temas de desarrollo. Sin embargo, algo tendrá que hacer EU ante lo que parece ser un nuevo consenso latinoamericano, y, sobre todo, frente al protagonismo chino en el comercio con Sudamérica. En suma, es urgente revisar el paradigma ante las drogas porque, en palabras de Cardoso, Gaviria y Zedillo: “la violencia y la corrupción asociadas al tráfico de drogas representa una amenaza a la seguridad ciudadana y a la estabilidad democrática”.
La Cumbre de Cartagena no logró unanimidad para hacer una declaración única, pero dejó planteados los temas polémicos: la inclusión de Cuba y la búsqueda de un nuevo paradigma sobre las drogas. Tal vez la regulación está lejana todavía, pero aquí en México ya existe consenso latinoamericano para pensar en otras opciones y estrategias a partir de este 1 de diciembre.
La reciente VI Cumbre de las Américas en Cartagena estableció un nuevo escenario en la relación de América Latina con EU. Sin duda, el contexto ha cambiado, el conjunto de países abajo del Río Bravo muestran ahora un mejor entorno económico y político, a pesar de las deficiencias que persisten, como la mala distribución del ingreso o el reto de la inseguridad. En los parámetros internacionales de hoy, la crisis en EU y en Europa, nuestra región muestra signos positivos en crecimiento, inversión y estabilidad.
Si el contexto ha cambiado, la agenda también, por primera vez hay temas que estaban vetados y que hoy son parte del debate: ¿qué hacer con el paradigma prohibicionista y punitivo ante las drogas que ha dominado el escenario desde que Richard Nixon lo estableció a principio de los años setenta?, ¿y cómo lograr una integración de Cuba, que ha estado marginada durante décadas de los foros latinoamericanos? ¿Será Cartagena la última cumbre sin los cubanos?
Sin duda, la posición de los líderes de la Comisión sobre Drogas y Democracia —con los ex presidentes Fernando Henrique Cardoso, César Gaviria y Ernesto Zedillo al frente— ha sido fundamental para explorar nuevas alternativas, entre las que destacan dos: la descriminalización del consumo de drogas, lo cual lleva a tratar a los adictos, no como criminales, sino como enfermos, y así el tema de las drogas pasa a ser un problema de salud pública y no de guerra. La otra es la exploración de otros modelos y políticas de regulación, para superar el enfoque militar. Detrás de estas propuestas está el fracaso de la estrategia actual prohibicionista y militar. El caso más representativo es el de México con Felipe Calderón. A estas alturas ya queda claro que en el país debe cambiar el gobierno federal para que se modifique la política de “guerra” al narcotráfico que hemos padecido este sexenio. El fracaso de la estrategia calderonista se puede ver en el aumento de los indicadores de violencia. En este sexenio aumentó la portación de arma de fuego de 13,739 a 19,215; subió el ataque a servidores públicos de 1,910 a 3,352; se incrementaron los homicidios de 25, 133 a 37,100; los secuestros pasaron de 438 a 1,326 (El Universal, 13/04/2012).
Por contraste, Colombia muestra cambios importantes para abrir la discusión. En Cartagena también coincidieron en replantear el problema los presidentes de Guatemala y Costa Rica. Un avance notable es que los gobiernos de estos países coinciden con el grupo de ex presidentes de Brasil, Colombia y México. La formación de este nuevo consenso deja en posición un poco solitaria el empeño del actual gobierno mexicano que mantiene sus tesis y su estrategia, mientras en otros países latinos ya empezaron a plantear un cambio de paradigma. Pero esta situación no es nueva, lo mismo pasa con el modelo neoliberal: mientras México sigue siendo el alumno más aplicado y ortodoxo del Consenso de Washington, la mayoría de países en Sudamérica ya ha hecho cambios de política económica para ajustar el modelo y recuperar el Estado benefactor (Brasil, Argentina y Uruguay, incluso Chile).
El presidente Obama planteó otra vez en Cartagena la vieja tesis que EU no va a legalizar ni a despenalizar las drogas. Hay que tomar en cuenta que Obama está en su campaña de reelección y el propio marco electoral le impone restricciones para cualquier oferta nueva o audaz, tanto sobre los temas candentes como drogas, Cuba o migración, como en temas de desarrollo. Sin embargo, algo tendrá que hacer EU ante lo que parece ser un nuevo consenso latinoamericano, y, sobre todo, frente al protagonismo chino en el comercio con Sudamérica. En suma, es urgente revisar el paradigma ante las drogas porque, en palabras de Cardoso, Gaviria y Zedillo: “la violencia y la corrupción asociadas al tráfico de drogas representa una amenaza a la seguridad ciudadana y a la estabilidad democrática”.
La Cumbre de Cartagena no logró unanimidad para hacer una declaración única, pero dejó planteados los temas polémicos: la inclusión de Cuba y la búsqueda de un nuevo paradigma sobre las drogas. Tal vez la regulación está lejana todavía, pero aquí en México ya existe consenso latinoamericano para pensar en otras opciones y estrategias a partir de este 1 de diciembre.
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