Eduardo
Olier / elEconomista.es
YPF era
hasta la fecha de la intervención política del Gobierno Kirchner la filial
argentina de la multinacional española Repsol, que poseía el 57,43% de su
capital. Formando parte de este relevante grupo petrolero, YPF realizó en
Argentina en 2011 inversiones superiores a los 3.000 millones de dólares y pagó
6.400 millones en impuestos, lo que la convirtió en el primer contribuyente del
país, además de ser el mayor productor de hidrocarburos, gestionando el 32% de
la explotación de petróleo y el 23% de gas: nada más lejos, sin embargo, de
constituir un monopolio, pues allí operan también Esso, Oil Combustibles y
Shell.
Repsol-YPF
ha sido el objetivo fácil de unos dirigentes sin escrúpulos que, al hilo de
una demagogia populista, pretenden tapar sus muchas faltas y,
probablemente, enriquecerse con ello. Sin embargo, les será difícil ocultar que
Argentina tiene la economía destrozada. La política de subsidios que los
encumbró al poder ha llegado a su fin. Lo que empezó con una subida del 30% de
los salarios de los funcionarios, y se acompañó con un caudal de subvenciones a
múltiples sectores que superó, en 2011, la enorme cifra de 63.000 millones de
pesos, se ha terminado. Subsidios que incluso llegaban al metro de la capital
-el subte- cuyo precio se ha incrementado un 127% después de que el Gobierno
actual lo traspasara a la ciudad de Buenos Aires quitándole la subvención. Un
país que sin subsidios verá crecer la inflación y, con ello, la pobreza, que
estadísticas fiables sitúan ya en el 44% de la población.
A lo
anterior se añade la liberalización de los precios de los combustibles, que
llevó a incrementos del precio del gasoil cercanos al 50% en 2011. Una
situación que empeorará con la llegada del invierno, a lo que habrá que sumar
los habituales cortes de electricidad. Un problema tradicional en Argentina,
necesitada aún de cuantiosas inversiones en infraestructuras, que se completa
con unos hábitos de consumo desproporcionados. Sin olvidar el precio del gas,
cuyas compras realiza la sociedad pública Enarsa que, sorprendentemente,
importa gas a un precio muy superior al obtenido localmente. Una empresa creada
por Néstor Kirchner en diciembre de 2004 con el objetivo aparente de introducir
la presencia estatal en un mercado privatizado desde los años noventa por
Carlos Menem.
Argentina, ¿un Estado fallido?
Además, la
crisis internacional aumenta las incertidumbres. A lo que se añaden otros
factores como la actual sequía, la política de fuerte ajuste fiscal y,
últimamente, las restricciones a las importaciones. Un escenario en el que
ya se anuncia una contracción de la economía y, por tanto, menores ingresos
para el Estado. La economía dejó de crecer hace meses, y las estimaciones para
2012 prevén un crecimiento del 3,4%, muy lejos del 9% de 2011. De ahí que el populismo
del actual Gobierno le haya llevado a reclamar de nuevo las Malvinas, y a
intervenir Repsol-YPF sin ningún soporte legal, utilizando para ello una
incomprensible decisión política.
Un país que,
según The Economist de marzo de 2011, estaría ya en la cabecera de
los cinco Estados fallidos mundiales. Una sufrida Argentina dominada por
una facción peronista que, al decir de este medio de comunicación, no tiene
ningún interés en seguir las reglas del juego democrático y se opone
violentamente a cualquier avance en este sentido; como tampoco le importa
mejorar las condiciones de vida de los argentinos, muchos de los cuales tratan
de huir del país. Un grupo donde la corrupción masiva se practica con total
impunidad, y donde la justicia, según esta revista, está repleta de jueces
politizados que incluso por orden del Gobierno negaron el año pasado un
requerimiento de un alto tribunal suizo que investigaba un asunto de blanqueo
de capitales proveniente de Argentina.
Y no sólo
son los ingleses. También los Estados Unidos en este mes de marzo retiraron a
Argentina la calificación de país preferente, sacándola del GSP (Generalized
System of Preferences), con la justificación de que "Argentina no ha
actuado de buena fe para reforzar las decisiones de arbitraje en favor de
ciudadanos o empresas americanas". A lo que han añadido el embargo de
importaciones de vino y aceite de oliva.
Repsol ha
sido la fácil excusa y la demostración palpable de la corrupción generalizada
del Gobierno argentino actual, al cual no le serán suficientes las movilizaciones que en su favor
realice la organización juvenil La Cámpora dirigida por el hijo de la
presidenta, Máximo Kirchner, cuyo lema La fuerza de la juventud, la fuerza
de un pueblo son huecas palabras que no evitarán el aislamiento
internacional y el aumento de la pobreza del sufrido pueblo argentino.
Eduardo
Olier, presidente del Instituto Choiseul España
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