JORGE CHÁVEZ PRESA / EL UNIVERSAL
Los mexicanos no estamos contentos con nuestros políticos, su trabajo y sus resultados. Sin embargo, también debemos reconocer que como ciudadanos todavía hacemos muy poco para cambiarlo. Falta una participación más efectiva.
Es notable lo que los ciudadanos organizados, esto es la llamada sociedad civil, han venido efectuando durante los últimos 15 años, aunque su impacto sigue siendo muy bajo en las decisiones públicas. El acceso a las redes sociales por internet, que facilita la participación, está aún en el inicio, y cuando toca temas con potencial para incrementar el rating, la televisión abierta y la radio se suben a la ola.
Lo positivo es que cada vez tenemos más ejemplos de que los ciudadanos no estamos de brazos cruzados. Están: los seminarios y las publicaciones del Grupo Huatusco, que inició Javier Beristáin, enfocados a responder ¿por qué no crecemos?; la propuesta del Centro de Estudios Espinosa Yglesias "El México del 2012, Reformas a la Hacienda Pública y al Sistema de Protección Social"; el desplegado con 35 preguntas sobre 14 temas publicado el 27 de marzo de este año en los principales diarios; "Futuro para todos. Acciones inmediatas para México", patrocinado por el CEESP, IMCO y México Evalúa; "México frente a la crisis. Hacia un nuevo curso de desarrollo. Lineamientos de política para el crecimiento sustentable y la protección social universal", impulsado por la Universidad Nacional Autónoma de México, y "Un nuevo proyecto nacional de desarrollo" del Colegio Nacional de Economistas, por citar sólo algunos. A esto se suman libros como los de Carlos Elizondo Mayer-Serra Por eso estamos como estamos. La economía política de un crecimiento mediocre.
No obstante estos destacados esfuerzos ciudadanos, las
plataformas electorales de los tres principales partidos políticos los
toman poco en cuenta. De ahí que es importante pensar en el cómo y qué
hacer para que las ofertas de campaña de los partidos políticos
registradas en el IFE sean de mayor utilidad a los ciudadanos. Esto es,
que los partidos políticos, y en consecuencia sus candidatos, se
pronuncien de manera más explícita y sin ambigüedades sobre los asuntos
de interés público que van a incidir en el futuro de los próximos seis
años de gobierno.
Más aún, que los compromisos y definiciones sobre
políticas públicas queden expuestos claramente en las plataformas. Ahora
las campañas son el foro para ir haciendo promesas no incluidas en las
plataformas, a veces contrarias a ellas, como si el gobierno fuera botín
a repartir o patrimonio personal del candidato en caso de llegar al
cargo público. El patrimonialismo que prevalece en la política sigue
aniquilando el progreso. Es indispensable que las plataformas
electorales sean documentos aun más breves que las actuales, sin el afán
ni el protagonismo de reinventar el país cada seis años.
La política como un proceso para la toma de decisiones
colectivas de los asuntos que le conciernen a todos los mexicanos, con
la finalidad de mejorar su situación actual, no está funcionando
adecuadamente en México. Es indispensable sacar de la zona de confort de
lo "políticamente correcto" a quienes se dedican a la política, para
que se definan frente al electorado de lo que sí van a hacer, del cómo y
con qué.
No hay algo peor que la ambigüedad o las evasivas para
decidir el rumbo de una república. Nuestra política tiene que
modernizarse, y por ello necesitamos que en campaña los candidatos
promuevan y defiendan la plataforma electoral que registraron en el IFE.
Sería muy útil que el IFE se asegurara que lo que dicen los candidatos
se apegue a su plataforma.
Sin embargo, si las plataformas no son documentos de definiciones, ni de posturas o pronunciamientos respecto a temas centrales que inciden en la seguridad, el crecimiento económico y el desarrollo social, los electores estamos expuestos a la incertidumbre y quizá algo peor, a las ocurrencias. ¿No será que como las plataformas son tan débiles el IFE permite la guerra sucia para que no se caiga la votación? Es pregunta.
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