Salvador García Soto / 24 Horas El Diario Sin Límites
Se ven con desconfianza y recelo muto, pero la relación entre ellos nunca ha rebasado ciertos parámetros de civilidad. Aunque adversarios, su trato ha sido siempre institucional y nunca, al menos en público, se les ha escuchado un ataque o una crítica directa ni personalizada, como si en el fondo ambos guardaran cierto margen de maniobra por lo que pueda ocurrir.
Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto son sin duda los dos polos en la lucha de poder que se libra en la sucesión presidencial y, sin embargo, ambos parecen cuidadosos de no tocarse con el filo discursivo y evitan alusiones directas que los enfrenten públicamente. Peña, por ejemplo, como candidato opositor ha forjado un discurso crítico sobre la situación del país y ha hablado de problemas como el incremento de la pobreza, el desempleo, la mala calidad educativa.
Pero hasta ahora, el candidato priista evita en todo momento una
mención directa del presidente por su nombre. Incluso, cuando llega a
hablar de la violencia y la inseguridad que padecen varias regiones del
país, evita referirse a las escandalosas cifras de muertos en lo que va
de este sexenio –50 mil según las cifras oficiales— y Peña prefiere
hablar de “los problemas que se agravan en el país en los últimos 12
años”.
Del otro lado, Calderón, si bien todos coinciden que desde hace rato
actúa como el jefe de la campaña del PAN, ha sido especialmente
cauteloso de no agredir en público al ex gobernador, a quien visitó como
mandatario mucho más que a cualquier otro estado cuando despachaba en
el estado de México. Aún ahora, ya como candidato del PRI, Peña ha
tenido comunicación telefónica con Los Pinos.
En el fondo, dentro de su acendrada rivalidad política, el presidente
y el candidato puntero parecen entender que entre ellos debe prevalecer
un cierto margen de trato que les permita interactuar en caso de una
transición de poderes, si ese fuera el caso después del 1 de Julio.
Es posible que en lo que resta de las campañas se vean aún más
ataques y que el candidato priista sea el blanco de los llamados
“obuses” panistas con los que traten de bajarlo en las encuestas. Pero
es poco probable que en esos ataques previsibles aparezca, al menos
abiertamente, la mano o las huellas del presidente que, dificilmente a
estas Alturas y en las circunstancias en que se encuentra la pelea por
la Presidencia, se jugará su resto y se peleará con quien puede
revisarle sus cuentas y las espaldas.
Una anécdota que cuentan personajes de muy alto nivel en la campaña
del PRI es que, en una de sus últimas visitas a Los Pinos, al despacho
presidencial, antes de que fuera candidato, Peña escuchó del inquilino
de esa casona una frase que fue todo un guiño político: “Yo a ti te veo
sentado en esta silla”.
NOTAS INDISCRETAS… Con el resbalón del Rey Juan
Carlos en África, que le costó algo más que una cirugía de cadera, nos
acordamos de una anécdota que muestra que el rey no siempre está dentro
de lo políticamente correcto. Cuando el monarca español visitó
Guadalajara en 1991 para asistir a la primera Cumbre Iberoamericana,
durante la cena de Gala, en el patio mayor del Hospicio Cabañas, el
cantante Juan Gabriel deleitaba a los mandatarios iberoamericanos cuando
en la mesa principal, el rey le comentó al presidente anfitrión Carlos
Salinas. “Hombre presidente, que este señor no es el más representativo
de los machos mexicanos ¿verdad?”. A lo que Salinas, con su agudeza
respondió de inmediato: “No Rey pero es que desde que vinieron de España
Rafael, Miguel Bosé y otros más impusieron moda”… Los dados abren con
Escalera. La semana promete.
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