Hollande saca ventaja en primera vuelta y supera a
Sarkozy antes de la votación del 6 de mayo
Los franceses castigan con dureza al actual presidente
Miguel Mora / El País
La deprimida izquierda europea ha empezado a salir del pozo esta
noche en Francia. Alejados del poder presidencial desde 1995, los
socialistas han salido de la primera vuelta de las presidenciales en una
posición de ventaja para volver al Elíseo 17 años después. Con el 99% de los
sufragios escrutados y una participación del 80%, el candidato socialista
François Hollande ha obtenido el 28,56% de los votos, y se jugará en dos
semanas como favorito la segunda vuelta con el actual presidente, Nicolas
Sarkozy, que ha pagado su desgaste personal y político en las urnas. El líder
conservador ha llegado segundo, con el 27%, cuatro puntos menos de los que
logró hace cinco años, y con un récord negativo: es el primer presidente de la
V República que no gana la primera ronda en su camino hacia la reelección.
Para salir reelegido, Sarkozy deberá conquistar a los
votantes antisistema de la ultraderechista
Marine Le Pen, segunda
ganadora de los comicios, que lleva al Frente Nacional (FN) a su mejor
resultado de su historia, con un 18,12% de los votos.
La tarea no
se da por descontada, porque solo el 40% de los electores de Le Pen afirman que
piensan apoyar en el desempate a Sarkozy. Las últimas encuestas para la segunda
vuelta publicadas apuntan hacia una derrota clara del presidente el 6 de mayo,
por una distancia de ocho puntos: 54% para Hollande frente al 46% para Sarkozy.
Con un
18,12% de los votos a su favor, Le Pen ha aparecido este domnigo especialmente
crecida, tras elevar la cuota de su partido en su primera cita con las
presidenciales más allá de lo que nunca logró su padre y fundador de FN,
Jean-Marie Le Pen, quien en 2002 se coló en la segunda vuelta con el 16,7% de
los votos y en 2007 bajó hasta el 10% ante el avance de Sarkozy.
El resultado revela que Le Pen roba muchos apoyos a Sarkozy. Pese a que este ha hecho suyas diversas
medidas y proclamas del Frente Nacional durante su campaña, el mensaje
antisistema de Le Pen ha mantenido toda su pujanza: “Hemos hecho temblar a las
élites del país, la batalla de Francia solo ha comenzado, nada será ya como
antes”.
Su
aspiración es “hacer explotar el sistema político” y, en un futuro no muy
lejano, convertirse en la “jefa de la oposición”. Eso significa que prefiere a
Hollande como presidente, y que fantasea con una derrota de Sarkozy que le abra
la puerta a liderar todas las derechas francesas. El presidente dejará la
política si pierde la reelección. Si la hipótesis se cumple, se abriría la
madre de todas las batallas en la agitada derecha.
Con una
participación estimada del 80%, solo seis puntos menor que la de hace cinco
años, Hollande sale reforzado de su primera apuesta presidencial. Consigue la
victoria más estrecha que anunciaban las encuestas, pero mejora en dos puntos
el resultado alcanzada por Ségolène Royal, su expareja y madre de sus cuatro
hijos, hace cinco años. También logra la primera victoria de un candidato de la
gauche en una primera vuelta desde la que obtuvo Lionel Jospin —que
luego acabaría perdiendo contra Jacques Chirac— hace 17 años, y consigue el
segundo mejor resultado alcanzado por un socialista en la primera vuelta,
aunque se queda lejos del 34% de Mitterrand en 1988.
Tras votar
en su feudo de Tulle (centro del país), Hollande compareció ante los suyos para
atribuirse la victoria con la calma que le caracteriza. Vitoreado al grito de
“François presidente”, mantuvo su estilo pragmático y su discurso de estadista,
subrayó la masiva participación, y dijo con una leve sonrisa y sin el menor
triunfalismo: “Estoy en cabeza del primer turno, y es una posición que me honra
y me obliga”.
Hollande
agregó que el segundo gran dato de esta elección “es que ha sido un castigo
para el mandato” de Sarkozy, “que acaba con la reprobación del presidente
saliente”. El candidato socialista subrayó que es el candidato de la unidad del
país, llamó a los jóvenes a movilizarse por el cambio, y prometió que Europa
“volverá a la senda del crecimiento y el empleo” si gana.
Sobre el
resultado del Frente Nacional, lo calificó como “un sobresalto para la
República”, y recordó que Sarkozy ha hecho el juego a Le Pen centrando la
campaña en todos los temas que proponía el Frente Nacional.
Pese a ser
tachado de blando por sus rivales, Hollande logró movilizar a sus seguidores
con su mensaje de unidad y cambio tranquilo después de una campaña de más de un
año, muy inspirada en la que llevó a Mitterrand al poder en 1981. Las
apelaciones al voto útil del diputado de la Corrèze funcionaron, y logró
rebajar las expectativas de Jean-Luc Mélenchon. El candidato del Frente de
Izquierda, apoyado por el Partido Comunista Francés, rozó el 11% de los votos,
doblando casi la cifra con la que partió al inicio de la campaña, pero se quedó
lejos del 14% previsto en los sondeos.
Desde la
plaza de Stalingrado, Mélenchon pidió a los franceses que voten el 6 de mayo
“contra el eje Merkel-Sarkozy”, y se atribuyó el hecho de que la derecha haya
sumado en 2012 menos votos que en 2007.
El gran
perdedor fue el centrista François Bayrou, que con un 9% de los votos se quedó
justo en la mitad de apoyos respecto a hace cinco años. Una estimación inicial
daba anoche una suma del 45% de los votos a la izquierda y los ecologistas (Eva
Joly alcanzó el 2,5%), mientras la derecha moderada sumaba un 37,6%.
La noche fue
dura para la Unión por un Movimiento Popular (UMP) de Sarkozy, que siempre
confió en llegar primero a la segunda vuelta. El primer ministro, François
Fillon, dijo que el resultado “es injusto para los méritos de Nicolas Sarkozy”,
pero agregó que el presidente “luchará con toda determinación por la victoria
final”.
Sarkozy fue
el último de los candidatos en comparecer ante las cámaras. Pero no tardó ni 30
segundos en girar todo a la derecha, convencido de que la ola de proclamas
populistas que le ha hecho perder el primer turno será rentable en el segundo.
Dijo que el voto había reventado todos los pronósticos de un viraje a la
izquierda, y explicó que la cuestión central de estas elecciones son “el
respeto de las fronteras, la lucha contra las deslocalizaciones, el control de
la inmigración, la seguridad, la familia y el trabajo”.
Además retó
a Hollande a celebrar tres debates entre los dos turnos para poder explicar
toda la verdad a los franceses, oferta que el candidato socialista rechazó. El
único cara a cara entre ambos candidatos será el día 2 de mayo.
Sarkozy no
dedicó un segundo a analizar el avance de la ultraderecha y por supuesto ignoró
el mensaje de las urnas sobre su propio retroceso. La lucha del segundo turno
será apasionante. Nada está resuelto, y los franceses deberán elegir entre dos
personalidades totalmente opuestas.
La partida
medirá el malestar de muchos ciudadanos con la excesiva e hiperactiva
personalidad del presidente saliente, y los feroces mordiscos que la crisis
financiera ha dado a la economía gala en los últimos cinco años. ¿El miedo a
que vuelva a ganar Sarkozy será más fuerte que el miedo de muchos franceses al
mundo exterior y a una posible victoria de la izquierda?
La sensación
en los colegios electorales de París, palpada por los enviados de este diario
durante el día, era unánime, e incluso los votantes de Sarkozy afirmaban que
los franceses están cansados de él y han decidido mandar a casa al presidente.
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