miércoles, 4 de abril de 2012

¿CAPITALIZARÁ EL PAN-GOBIERNO VISITA DEL PAPA?

Luis Soto / El Financiero
Aprovechando los días de guardar, el columnista sugiere la lectura de un interesante artículo publicado en el último número del Reporte Político -publicación de circulación restringida- que dirige el experimentado periodista Armando López Becerra, en el que dice:
Es muy difícil que los cuidadosos redactores del diario español El País tropiecen con el lenguaje -en el uso del cual suelen ser más papistas que el papa- y que en sus páginas digan lo que no quisieron decir. En la edición del viernes 23 de marzo, el periódico publicó un artículo sobre la visita a México que Benedicto XVI inició ese día, y la contundente cabeza de la nota afirmaba: "Benedicto XVI irrumpe en la campaña electoral mexicana."
"Irrumpe" fue la palabra utilizada por el diario, y el Diccionario de la Real Academia Española asigna al verbo "irrumpir" un significado único: "Entrar violentamente en un lugar." Punto. Es claro que el redactor, el jefe de redacción y el corrector de El País, no utilizaron la palabra en su sentido directo, porque el papa no ingresó de manera violenta a territorio nacional mexicano, pero aun en sentido figurado la frase conservó una fuerte carga que el cuerpo del artículo se encargó de confirmar:
"Benedicto XVI llega este viernes a México por primera vez cuando se cumplen 20 años del establecimiento de relaciones diplomáticas entre este país y el Vaticano, está punto de arrancar la campaña oficial para las elecciones presidenciales del 1 de julio y el Senado debate una reforma constitucional que afecta a la laicidad del Estado. Además, Joseph Ratzinger visita únicamente durante sus tres días de estancia el estado de Guanajuato -un territorio de tradición cristera donde el Partido Acción Nacional (PAN), del presidente Felipe Calderón, gobierna desde 1991-, sin pisar Ciudad de México, gobernada por la izquierda. Todas estas coincidencias han desatado las especulaciones sobre los verdaderos motivos del viaje papal en este momento y los temores de la oposición a que el PAN, un partido católico de centro-derecha, lo rentabilice electoralmente."
Es acertado el enfoque anterior. La fecha elegida para el viaje de Benedicto XVI "coincidió" con el final de la intercampaña instaurada por el Instituto Federal Electoral, y con las vísperas del arranque oficial de las campañas para las elecciones generales de julio próximo.
El papa llegó a nuestro país el viernes 23 de marzo por la tarde, se fue el lunes 26 por la mañana y las campañas comenzaron el viernes 30.
La pregunta obligada es la misma que plantea El País: ¿Podrá el gobierno capitalizar electoralmente en favor del PAN la visita del papa? Felipe Calderón, en su papel de presidente de la República y líder real de su partido, cree que sí, que Benedicto XVI le dará votos. ¿Será?
Sin embargo, el mismo López Becerra señala: No cuadran las cifras alegres del presidente Felipe Calderón. En su discurso de bienvenida al papa, el presidente de la República afirmó: "En éste, nuestro país, vivimos más de 93 millones de católicos."
Si el dato corresponde a la realidad, significa que el 81 por ciento de una población total de 115 millones de mexicanos, profesa la religión del sumo pontífice Benedicto XVI y del actual primer mandatario de nuestro país.

De conformidad con "las cuentas del gran capitán" que hacen los panistas, será suficiente que la tercera parte de esos 93 millones de católicos estén en edad de votar, para que su fe religiosa los empuje a elegir, sin más trámite, a quien representa la opción electoral de la derecha.
En consecuencia, el gobierno federal panista supone que la reciente visita a México del papa inducirá, promoverá o estimulará el voto en favor del PAN, particularmente en lo que se refiere a la elección para la Presidencia de la República -en este caso en favor de la señora Josefina Vázquez Mota-, aunque también podría beneficiar -según el gobierno albiazul- a los candidatos a diputaciones federales y senadurías.
Por supuesto, carece de sentido el optimista e irreal cálculo del PAN-gobierno. Si la práctica de una fe religiosa fuese automáticamente sinónimo de militancia política, hace muchos años que los mexicanos habrían votado por gobiernos de derecha, específicamente por gobiernos del PAN, que existe como partido desde 1939.
Pero no ha sido así, y tampoco existen razones válidas para suponer que todos los católicos mexicanos en edad de votar sufragarán el domingo 1 de julio por el PAN, con todo y la complacencia y alegría por la visita de su pastor, el papa Benedicto XVI.
Entonces, si no existe una relación causa-efecto entre el número de católicos y el sentido de su voto, ¿cuál fue la razón de que Felipe Calderón recordara en su alocución del viernes 23 de marzo la cantidad de 93 millones de mexicanos practicantes de la doctrina católica, según él?
No se puede decir que Calderón le hizo saber ese dato al papa, porque es seguro que entre las informaciones que Benedicto XVI tenía en mente estaba la cantidad de mexicanos que profesan la fe de la iglesia católica.
Tampoco revelaba el presidente algo novedoso para los mexicanos, puesto que es del conocimiento general que los habitantes de nuestro país se declaran católicos en una mayoría anteriormente calculada en 90 por ciento pero que las cifras de Calderón bajaron al 81.
Lo que en realidad hizo Felipe Calderón al citar en presencia del papa a los 93 millones de católicos, fue enviar un claro mensaje a los televidentes que vieron la llegada del pontífice y que también sumaron millones: México es un país mayoritariamente católico; el gobierno que invitó y que recibió a Benedicto XVI es católico; el presidente de la República es católico; el PAN es un partido católico, y su candidata presidencial es católica.
Por tanto, espera el PAN que los ciudadanos católicos tomen esto en cuenta, y entreguen su voto a la mujer que representa la continuidad en un gobierno federal que profesa la misma religión que el 81 por ciento de la población.
Todo estaría a la medida de los deseos de Felipe Calderón, si no fuera porque los mexicanos, católicos o no, han votado a lo largo de la historia por partidos de centro, de derecha y de izquierda, y es altamente improbable que esa tendencia se modifique en julio de 2012.

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