AURELIO DUQUE - EL PAÍS
Leer los datos del paro juvenil y de los parados de larga duración baja la autoestima a cualquier ciudadano de este país. Se rescata a los bancos y a las cajas, se realizan políticas de reducción del déficit público y reformas laborales que no dan resultados... pero, ya próximos a los cinco millones de parados, ¿quién rescata a las familias? Hay numerosas evidencias científicas del impacto negativo de la crisis económica en la salud de la población y de los individuos, y del efecto beneficioso de las políticas sociales. Pero, ¿quién rescata de la pobreza y de la precariedad a niños, adolescentes, ancianos, enfermos crónicos, mujeres e inmigrantes que viven en riesgo de exclusión social? ¿Y a los parados? Si las presiones de los mercados y del sistema financiero repercuten negativamente en la salud de la población y el "Estado social de derecho" no trabaja para "amortiguar" el empeoramiento de las condiciones de vida de sus ciudadanos... La transparencia, el buen gobierno y la eficiencia pública son bonitas palabras, pero ¿quién rescata a las familias?
Leer los datos del paro juvenil y de los parados de larga duración baja la autoestima a cualquier ciudadano de este país. Se rescata a los bancos y a las cajas, se realizan políticas de reducción del déficit público y reformas laborales que no dan resultados... pero, ya próximos a los cinco millones de parados, ¿quién rescata a las familias? Hay numerosas evidencias científicas del impacto negativo de la crisis económica en la salud de la población y de los individuos, y del efecto beneficioso de las políticas sociales. Pero, ¿quién rescata de la pobreza y de la precariedad a niños, adolescentes, ancianos, enfermos crónicos, mujeres e inmigrantes que viven en riesgo de exclusión social? ¿Y a los parados? Si las presiones de los mercados y del sistema financiero repercuten negativamente en la salud de la población y el "Estado social de derecho" no trabaja para "amortiguar" el empeoramiento de las condiciones de vida de sus ciudadanos... La transparencia, el buen gobierno y la eficiencia pública son bonitas palabras, pero ¿quién rescata a las familias?
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