viernes, 27 de mayo de 2011

NORMA 29

SERGIO SARMIENTO/ REFORMA
JAQUE MATE
"Nada es más fácil que tener buenas intenciones, pero sin un conocimiento de cómo funciona la economía las buenas intenciones pueden llevar a consecuencias desastrosas."
Thomas Sowell
Voy a empezar con una expresión de buena fe. Supondré que realmente Marcelo Ebrard, el jefe de gobierno del Distrito Federal, no sabe cómo funciona la economía y por lo tanto piensa con honestidad que la llamada norma 29, que prohíbe el establecimiento de supermercados y tiendas de conveniencia en las zonas pobres, beneficia a los que menos tienen.
Si fuera así, sería relativamente sencillo demostrarle que una de las maneras más eficaces de disminuir la pobreza es bajar los precios. Si Ebrard realmente fuera de izquierda, y quisiera dar un mejor nivel de vida a quienes menos tienen, tendría que retirar una norma que mantendrá precios más altos para los más pobres.
La otra opción es que Marcelo sí sabe lo suficiente de economía para entender que la norma 29 aumentará los precios de los pobres e incrementará la desigualdad, pero que esto no le importa si puede conseguir el apoyo político de los locatarios de los mercados. Si es así, entonces debería dejar de afirmar que es un político de izquierda.
Una de las razones de la pobreza de nuestro país es la ineficiencia de los sistemas de distribución de bienes y servicios. Esto ha hecho que desde siempre los pobres paguen precios mayores que los ricos por los mismos productos. Es más fácil y barato llevar un litro de leche a la colonia del Valle de la ciudad de México que a Chalchihuitlán, Oaxaca.
Los supermercados han permitido mejorar de una manera importante el sistema de distribución. Una de las razones por la que tenemos menor inflación en México hoy, a pesar de las tendencias internacionales al alza en materias primas y alimentos, es que nuestros sistemas de distribución son mejores que hace algunos años. Los márgenes de operación del comercio se han vuelto cada vez más pequeños y esto ha permitido que los consumidores paguen precios menores por los mismos productos. No debe sorprendernos que los consumidores acudan en masa a los supermercados cuando éstos abren en sus comunidades. Lo hacen porque pagan precios más bajos... y también porque compran en un ambiente que les gusta más, que se vale.
Las tiendas de conveniencia, como los Oxxo, tienen una función distinta. Su propósito no es ofrecer los precios más bajos sino permitir acceso a un comercio más cercano al hogar y con horarios más amplios. Su rápida expansión en los últimos años es muestra de que también han llenado un hueco.
Si los mercados no pueden competir con ellos, prohíbelos, dice Marcelo. Hay que impedir que las cadenas puedan vender productos más baratos o de mejor calidad a los consumidores más necesitados. Los pobres no deben tener el derecho de comprar más barato cerca de sus hogares. Si quieren hacerlo, que tomen el microbús a la colonia del Valle y que carguen sus bolsas de regreso. A ver si así aprenden a comprar donde se les ordena.
Lo peor de todo es que los mercados tradicionales podrían ser más atractivos sin necesidad de prohibir a los competidores. Para ello hay que hacerlos más limpios y dotarlos de servicios adecuados, como estacionamientos. Los mercados pueden ser un lugar que el consumidor escoja y no uno al que tenga que ir por orden de la autoridad.
Yo entiendo que Marcelo necesita el apoyo político de los locatarios de los mercados. Es válido. Lo que no es ético es comprarles el respaldo con una prohibición que niega a los más pobres el derecho a decidir dónde comprar y que los condena a pagar más que los ricos por los mismos productos.
MALOS RESULTADOS
Las buenas intenciones en economía suelen tener malos resultados. San Francisco y Nueva York, señala el economista estadounidense Thomas Sowell, son las dos ciudades de Estados Unidos que establecieron controles a los alquileres supuestamente para ayudar a los pobres. Hoy son también las que tienen las viviendas más caras.

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