jueves, 26 de mayo de 2011

LA OCDE Y LOS MONOPOLIOS

Orlando Delgado Selley / La Jornada
Desde hace semanas se ha dado una intensa batalla por determinar las condiciones de funcionamiento de las empresas de telecomunicaciones. Se ha impuesto una multa multimillonaria a la empresa de Carlos Slim por prácticas monopólicas, al tiempo que se declara el interés gubernamental para que Telmex pueda operar un canal de tv abierta. Con esto se busca comunicar que el gobierno está tratando de poner orden en el sector. Aún más, Calderón declaró que Slim le simpatiza, pero que es su responsabilidad evitar monopolios.
En este marco la OCDE, dirigida por el priísta Ángel Gurría, en su nuevo informe sobre la economía mexicana planteó que es indispensable romper las estructuras monopólicas vigentes en la economía mexicana. Por supuesto se trata del duopolio televisivo, del cuasi monopolio telefónico, pero también de una enorme lista de ramas en las que unas cuantas empresas controlan el mercado. Según la OCDE un tercio del presupuesto de las familias en México se gasta en productos generados en sectores controlados por una o pocas empresas.
Dado que esto genera ingresos extraordinarios que son apropiados por esas empresas, el planteamiento es que al abrir todos los sectores económicos a la competencia los precios se reducirían, de modo que las familias podrían gastar parte de lo que actualmente gastan en pagar a los monopolios en otro tipo de bienes. Los monopolios, en consecuencia, deterioran la capacidad de compra de las familias mexicanas.
No es fácil romper los monopolios en las ramas que hemos anotado, a las que el informe de la OCDE añade farmacéutica, transporte aéreo, transporte regional, tiendas de autoservicio, departamentales, refresqueras, cementeras, y muchas más. Se trata de la economía de un país completamente oligopolizado. De allí la importancia de nuevas empresas que modifiquen los patrones de funcionamiento económico, en beneficio de los consumidores. Ello no será posible sin la participación del gobierno y de los legisladores. Dejados a su libre operación, los oligopolios construyen importantes barreras que impiden que nuevas empresas entren a esos mercados.
El problema no se limita al enorme peso de Telmex, ni al control duopólico de Televisa y Televisión Azteca, aunque por supuesto se trata de casos de urgente resolución. En México la estructura industrial, comercial y de servicios ha sido capturada por unas cuantas empresas. A la comprobada desigualdad en la distribución del ingreso nacional, se suma la enorme desigualdad entre empresas. Esta es precisamente una de las explicaciones de la concentración del ingreso y de que la expansión de la capacidad potencial de crecimiento sea reducida.
Las reformas llevadas a cabo en esta materia tienen que acompañarse con cambios en el sistema educativo, donde otro monopolio ha detenido por años las reformas. La presencia de un sindicato que fomenta formas de funcionamiento muy lejanas no sólo de las mejores prácticas internacionales, sino también de las comunes a cualquier país con un sistema educativo moderno. La educación es básica en una propuesta de desarrollo nacional que ponga en el centro la mejora en los niveles de vida de la población.
Permitir que siga en manos privadas es tan grave como que Televisa y Televisión Azteca impidan que otra empresa compita con ellas, o que Telmex cobre tarifas de interconexión superiores a las que prevalecen en otros mercados. También de esto tiene que hacerse cargo la Presidencia. Del mismo modo, hace tiempo que debería haberse incrementado la recaudación fiscal. Se sabe que el coeficiente tributación a producto mexicano es considerablemente reducido y que resulta urgente elevarlo en forma sustancial.
Por supuesto, hay formas muy distintas de hacerlo. La que gusta al gobierno es elevando el IVA. Lo usual en otras latitudes son tasas progresivas de impuesto sobre la renta, eliminando los regímenes especiales. Nadie podría oponerse, por ejemplo, a cobrar a las filiales de los bancos extranjeros que operan en México, exactamente la misma tasa que se cobra en los países en los que están sus casas matrices. Esta es, igualmente, una tarea que le urge al país.

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